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20 de abril de 2024
Artista desde cualquier materialidad que caiga en sus manos, y desde una pedagogía donde la creatividad constituye un elemento de primer orden, a Énder Rodríguez, al ser galardonado con la Orden Valentín Hernández Useche, entregada por el Mavet, le fue reservada una especial área expositiva, abierta al público en general, durante todo este mes.
—Lo hermoso del premio es que lo recibo de manos de Belkis Candiales, persona a la que admiro mucho, y llevando el nombre de Valentín Hernández, más me llena de orgullo. Yo no soy amigo de los reconocimientos en general; pero me parece especial que este sea el mejor pretexto para reencontrarnos entre amigos de la cultura. Esto solo nos confirma en el reto de seguir investigando y de hacer una labor a través de la obra, las exposiciones y enseñando. Más allá del covid-19, más allá de las crisis, lo que no podemos es quedarnos en el aparato— aseveró Rodríguez en referencia al mérito del que fue objeto.
Tocado por la pandemia, salió victorioso de esta prueba, que más que atemorizarlo por su integridad, lo ponía en un dilema con relación a su familia. Por lo demás, la pandemia le dio chance para imbricarse más en las redes de la poesía y el arte, siendo reconocido en portales y redes sociales dedicados a ese mundo. En la realización de estas infinitas alternativas se entona un canto esperanzador.
—Esa experiencia me enseñó que siempre hay que renacer, todos los días hay que reinventarse. Como un bebé, tú los ves todo el tiempo con una energía total, parece una bomba nuclear, pero en positivo, que estalla en belleza, en hermosura. Fue una experiencia fuerte y muy positiva, incluso a nivel internacional, he logrado que se adquiera mis piezas. La pandemia me ha permitido dos cosas: algo grave, como tener en riesgo la salud por la enfermedad, y otra positiva, como que por la pandemia se han abierto las posibilidades virtuales de exponer en otros países, y de esta forma te puedes presentar, sin grandes dificultades, en Londres, Estados Unidos. Y no solo se está evaluando lo que expones, sino toda tu trayectoria. Lo estamos haciendo en estos tiempos de grandes dificultades, que tendremos que superarlas.
Sin ser retrospectiva, la exposición comprende obras de varios periodos de su vida, de 20 años para acá, y aunque cada una de ellas no están sujetas al corset del estilo, sí se hacen contundentes en el mensaje que expresan, sobre lo cual el espectador debe detenerse a pensar luego de ser abordados por la efusión creadora del autor. De esta manera hace, por ejemplo, una recreación de la Joven de la Perla de Vermeer, intitulada ahora “Pimpinera”, o un lienzo en gran formato con mucha influencia de Zapata, en el que se hace un aporte crítico a la discusión en torno al género y la diversidad sexual.
—Lo que ves aquí es arte a partir del reciclaje, del arte con basura. Mi suegro consiguió una madera en la basura y, antes de botarla, yo le dije: “no, no, déjame aprovecharla”. En el año 91 conocí personalmente a Zapata y él me regaló una de sus obras y he sido marcado por él, dijo Rodríguez. Una de mis piezas expuestas busca crear confrontación con el espectador, porque tiene un poco que ver con el tema LGTB. Así se molesten algunos, pero me gusta que mis obras pongan a pensar a la gente. Lo que aquí está expuesto forma parte de una colección que se ha donado al museo, porque, más allá del ego, uno tiene que dejar algo, que quede un respaldo, para ser apreciado por el público. (FOD)
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