Freddy Omar Durán
Como ya es tradicional, el Museo de Artes Visuales y del Espacio no pasó por alto la magna fecha del cumpleaños de San Cristóbal, el 31 de marzo, y convocó a las más diversas manifestaciones del arte para armar una celebración acorde a la importancia de la efeméride.
Con música y literatura se conmemoró la fecha, teniendo en cuenta que recientemente la poesía tuvo su Día Mundial, este 21 de marzo, y de ella una representación importante de la misma se hizo presente con el talento de Pablo Mora, Luis José Oropeza y Morelani, a la que antecedió la intervención artística de Gregory Pino.
Esta gran fiesta sirvió de marco a la inauguración de la muestra individual de Gerson Manuel Alvarado, con una trayectoria de más de 50 años, en los cuales ha brindado a través de la plástica y la fotografía un particular acercamiento al paisaje tachirense, desde el detalle macro o el encuadre más insospechado. Antes que cualquier juguete, su deseo en la niñez fue tener una cámara fotográfica y cuando ya de adulto satisfizo ese deseo, lo ha utilizado exhaustivamente en preferencia de la naturaleza, como motivo principal.
— Uno lleva el arte por dentro. Yo gozo un “puyero” con una cámara. Me encanta descubrir detalles en las imágenes que más parecen arte abstracto. Cosas a veces muy pequeñitas, que la gente ni les presta atención, yo las captó con mi cámara— expuso Alvarado.
En el año 1968, gracias al apoyo del poeta Pedro Pablo Paredes, entonces presidente del Ateneo del Táchira, se le permitió su primera muestra individual, que el recuerda con cariño, a pesar de no contar con una gran asistencia de público en la inauguración, le valió una tarde de barquillas. Fue una serie de figuras que en el puro azul supo explorar en volúmenes, matices y sombras.
En Caracas, mientras estudiaba en la universidad, sus inquietudes en la plástica prosiguieron, alimentando un estilo que de alguna manera lo hermana a Seurat y Van Gogh. Su fidelidad al impresionismo lo ha hecho por encima de todo un cazador de instantes, que serán semillas de cuadros que va completando en un trabajo pausado y reflexionado, de meses incluso, pues lo esencial está en envolver la representación en la atmósfera correcta.
De regreso al Táchira y ya retirado de sus labores en el Inavi, su dedicación al arte ha sido total. Esta exposición en el Mavet es la primera individual años después, y entre alrededor de 40 piezas destaca el retrato de su hijo, Gerson Acevedo, vocalista de la banda de rock tachirense The Chewbacca Project, y “Una Gota de Agua en el Insondable Océano de la Eternidad”, que considera un paisaje salido del alma, digerido en anchurosos lapsos temporales y que hace parte de una serie todavía en proceso. Belkis Candiales y Oswaldo Barreto aplicaron su sapiencia en la curaduría para el montaje de esta muestra individual que permanecerá en el mes de abril.