Un ejemplo a seguir con las personas vulnerables
22 de diciembre de 2024
Homero Duarte Corona
Restando apenas tres o cuatro días para que el entonces Unión Atlético Táchira-fusión del Deportivo Táchira y Atlético San Cristóbal- se enfrentara el todopoderoso Independiente de Avellanada, de Argentina, denominado el “Rey de Copas” del fútbol continental, en partido perteneciente a la Copa Libertadores de América, 19 de julio de 1987, el aurinegro viajó a la vecina ciudad de Cúcuta, Colombia para sostener un partido de alistamiento para el difícil compromiso contra el coloso argentino.
El resultado del choque a puerta cerrada ante el equipo “Motilón” de la capital nortesantandereana no fue el mejor para el amarillo y negro, un contundente 6-1, que llevó al técnico Jaime Silva, entrenador del cuadro cucuteño a decirle a su colega Carlos Horacio Moreno, en un tono bastante pesimista: “profesor, si nosotros le anotamos media docena, cuántos le irá a endosar el Independiente…” No se amilanó el técnico argentino-venezolano, estaba claro del material humano con que contaba y por otra parte, una cosa es un partido amistoso y otra un compromiso puntuable, máxime si el aurinegro desde su nacimiento ha hecho respetar su fortín, el estadio Pueblo Nuevo, bautizado “El Templo del Fútbol” nacional.
Revuelo en San Cristóbal
El arribo del famoso y laureado club argentino a la capital tachirense trajo consigo la presencia de periodistas de varias regiones del país, incluso de la vecina ciudad de Cúcuta y un bueno número de comunicadores venidos de Argentina, acompañando al coloso club sureño, y una verdadera locura por parte de la afición por ver de cerca a las grandes estrellas del equipo visitante, entre ellos cuatro integrantes de la selección Argentina que un año antes se había coronado campeona del mundo en México 86: Néstor Clausen, Ricardo Bochini, Ricardo Giusti y Luis Islas, compañeros nada menos que de Diego Armando Maradona.
Como paradoja para entonces, el portero Islas se mostró reacio para hablar con los periodistas regionales, que llevó a que algunos periodistas llegaron a sentenciar: “ojalá y no pague caro su orgullo cuando se mida al aurinegro”.
Palabras premonitorias, el domingo 19 de julio, contra todos los pronósticos y para lección del cuidapalos Luis Islas, su colega Daniel Francovig le anotó un gol de arco a arco, un hecho histórico que aún se mantiene vigente en el estadio Pueblo Nuevo.
La lluvia que azotó ese domingo, hace 33 años, trajo consigo que se presentaran una serie de sorpresas para el todo poderoso “Rey de Copas”, el mismo equipo que el año anterior fue el que más aportó jugadores para la selección “Albiceleste” en la cita universal mexicana, por encima de Boca Juniors y River Plate, los clubes de mayor poder en el balompié rentado argentino.
Triunfo histórico
Contra todos los pronósticos y para taparle la boca no solo al técnico Jaime Silva, sino a todos quienes no creyeron en el técnico Carlos Horacio Moreno y su tropa, el Unión Atlético Táchira superó por 3-2 al afamado Independiente de Avellaneda, con el testimonio de más de 20 mil aficionados, aforo para entonces del estadio Pueblo Nuevo.
Carlos Fabián Maldonado puso arriba al local, a los 17 minutos, para sorpresa del poderoso club argentina con toda su constelación de figuras y cuatro minutos más tarde, el portero Daniel Francovig desde su propio arco venció a su colega Luis Islas; hizo un saque largo, la pelota picó, y como estaba lloviendo, salió con fuerza, “bañando” al sorprendido cancerbero visitante que tuvo que ir al fondo de su pórtico a sacar el balón. Un 2-0 en apenas 21 minutos que nadie lo podía creer.
Pero vino la reacción del herido equipo forastero, Carlos Enrique descontó a los 30 minutos para el 2-1 y Alejandro Barberón igualó las acciones los 57 minutos, pero sin que la “empapada” tribuna, los miles de aficionados totalmente mojados ante el fuerte aguacero que azotaba la ciudad, dejaran de aupar a su divisa amarilla y negra.
Locura colectiva en las tribunas, el atacante caraqueño Pedro Febles, quien fue traído como refuerzo junto al volante Franco Rizzi, puso el 3-2, resultado definitivo, triunfo histórico, primera vez que un equipo venezolano le ganaba a un combinado argentino en el marco de la Copa Libertadores de América.
Carlos Horacio Moreno, un joven técnico, argentino nacionalizado venezolano, sonsacado de las filas del Atlético San Cristóbal, donde jugaba como volante de creación, para dirigir al Deportivo Táchira, una jugada maestra del médico y dirigente deportivo Rafael Galvis Velandia, logró con el aurinegro, para ese momento con el nombre de Unión Atlético Táchira, producto de la fusión de los dos equipos locales, lo que ningún otro entrenador había podido conseguir, superar con creces bajo su timonel a uno de los clubes más poderosos del mundo para ese momento.
El once abridor del Unión Atlético Táchira estuvo integrado por Daniel Francovig en el arco; cuarteto defensivo con Williams Pacheco, Pedro “La Zorra” Brito, Arnulfo Becerra y Adolfo Becerra; Franco Rizzi, José Francisco Nieto, Williams Méndez y Carlos Maldonado y como dupla atacante Pedro Febles y Miguel Oswaldo González.
José Omar “El Pato” Pastoriza, director técnico del Independiente de Avellaneda, al terminar el partido tuvo palabras de felicitación para su colega y coterráneo Carlos Horacio Moreno por la hazaña lograda. Once años más tarde Pastoriza fue contratado por la Federación Venezolana de Fútbol para dirigir al seleccionado nacional.
Pasados más de 30 años, ninguno de los dos técnicos habitan en este mundo, ya están en el más allá, Pastoriza, nacido el 23 de mayo de 1942, falleció en Buenos Aires el 2 de agosto de 2004, y Moreno, quien vino al mundo el 19 de agosto de 1948 en Buenos Aires, Argentina, partió al infinito el 13 de mayo de 2019 en la capital argentina.
La lluvia fue un detalle que le dio más drama a la tarde del 19 de julio de 1987 en San Cristóbal. El gol de arco a arco del portero Daniel Francovig le dio un toque épico a ese partido y la victoria del Unión Atlético Táchira ante Independiente de Avellaneda 3-2 pasaría a la historia como la primera de un equipo venezolano ante uno argentina por Copa Libertadores.
Hasta ahora sería la única del Táchira ante argentinos por el torneo copero, pero abrió las puertas para los demás. 33 años después el recuerdo de ese encuentro está fresco. Un estadio Pueblo Nuevo repleto y rendido ante los pies de su “Carrusel Aurinegro” ante el gigante albiceleste que en su plantilla traía a cuatro jugadores que venían de ser campeones del mundo en México 86, guiados por el astro Diego Armando Maradona.
Los encargados de anotar los tantos por el equipo andino fueron tres futbolistas que se convertirían en ídolos para la afición tachirense. Carlos Maldonado, Pedro Febles y el mismo Daniel Francovig, quien sintió como su vida le cambió luego de aquel bombazo desde su arco que, con un toque de suerte, se metió en la portería rival.
La tarde en que Táchira se comió al gigante
“Hasta el gol yo era un tipo normal. No podía asomarme a la puerta del hotel, porque había gente que te pedía fotos, autógrafos. Uno no está acostumbrado a eso”, dijo Francovig al diario La Nación.
Independiente de Avellaneda venía en una gran forma. En su 11 titular traía a Néstor Clausen, Ricardo Bochini, Ricardo Giusti y Luis Islas; todos integrantes de la Argentina campeona mundial en México 86. De hecho, el “Rey de Copas” fue el equipo de la liga local que aportó más jugadores a aquella selección, incluso por encima de River Plate y Boca Juniors.
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