Bruselas, Bélgica .AFP | Es el «símbolo de Bruselas», un «monumento» para Bélgica: Eddy Merckx, «leyenda viviente» del ciclismo belga a quien rinde homenaje el Tour de Francia en su pistoletazo de salida el próximo sábado, es un personaje aparte en su país, donde le quiere todo el mundo, más allá de su deporte.
En las calles de Bruselas, desde donde parte el Tour-2019 cincuenta años después de la primera victoria del ‘Caníbal’, la cara del pentacampeón de la ‘Grande Boucle’ está en todos lados: en cartas, en periódicos, en los carteles que anuncian la salida… En la Grand Place de la ciudad, los camareros de un restaurante visten desde principios de junio una camiseta amarilla con la cara del héroe.
«Es nuestro campeón», se emociona Anne-Marie, una sexagenaria bruselense. Este homenaje «es formidable. Lo merece, 525 victorias no son nada», sonríe esta aficionada al enumerar con gran precisión el palmarés de Eddy Merckx.
Esas palabras demuestran la inmensa popularidad de la que goza el exciclista de 74 años en su país, medio siglo después de haberse enfundado aquí su primer maillot amarillo, en las afueras de Bruselas, en Woluwé-Saint-Pierre, precisamente el municipio en el que creció.
– «Un verdadero belga» –
Y es que Merckx, más allá de una carrera ciclista inigualable, posee un aura que inunda todos los ámbitos de la sociedad.
El movimiento deportivo nacional, para empezar, se inspiró durante mucho tiempo por su campeón ávido de victorias. «Es un ganador, una leyenda viviente», resume su compatriota Jean-Michel Saive, N.1 del mundo en tenis de mesa veinte años después de la era Merckx y que recuerda haber vivido sus primeras emociones deportivas viendo «sus éxitos en la televisión, sobre las rodillas de (su) padre».
«Me dio ese carácter que él tenía, esa combatividad», añade el jugador de tenis de mesa sobre el ‘Ogro de Tervuren’, elegido deportista belga del siglo XX en 2000 por el Comité Olímpico nacional. «Ningún deportista puede decir que es un monumento como él. Está ahí arriba porque todo el mundo se identifica con él», explica uno de los artífices de que la salida del Tour-2019 se diera en Bruselas, Alain Courtois, exasistente en materia de deportes en el ayuntamiento de la capital belga.
Los vínculos de Merckx con Bruselas, donde una estación de metro lleva su nombre, no se pueden separar de esta increíble popularidad. Nacido en el Brabante flamenco, con un padre que hablaba holandés y una madre francófona, Merckx creció en una localidad oficialmente bilingüe, de mayoría francófona: Woluwé-Saint-Pierre (este de Bruselas), donde repartía en bicicleta los pedidos de la tienda de comestibles que regentaban sus padres.
«Es un verdadero belga, un verdadero bruselense. Represente esta Bélgica francófona y flamenca sin ninguna división», analiza Benoît Cerexhe, alcalde de este municipio en el que Merckx vivió más de 25 años y donde una plaza y una escuela fueron rebautizadas en su honor. «Por eso es tan querido, admirado, casi adulado aquí. Es un símbolo para Bruselas».
– «Es Bélgica» –
Eddy Merckx es querido por todos, en todas las esferas de la sociedad. Elevado por el reino al rango de barón desde hace más de 20 años, continúa recibiendo homenajes de la familia real. «El orgullo que nos has dado es inolvidable», le agradeció el rey Felipe en una carta publicada en la prensa a una semana del inicio del Tour.
Pero su leyenda también resiste en el imaginario de los más jóvenes. «Lo que más me impresiona es que este sentimiento de orgullo cala en todas las edades. Los de 20 y 30 años no han vivido sus éxitos pero están orgullosos de vivir en el lugar donde creció», se asombra Benoît Cerexhe, que habla de un hombre «simple, disponible, muy accesible» pese a su inmensa popularidad.
«Ha seguido siendo humilde y cercano al público. Acude a la Grand Place, no es alguien que se esconda», insiste Stéphane Thirion, periodista del Soir y autor de una biografía de Merckx. «Esta popularidad siempre ha formado parte de su vida, la lleva muy bien».
¿Cómo resumir el impacto de esta leyenda en su país? «Eddy Merckx es un poco como Hergé, Tintín, los ‘Diablos Rojos’, la cerveza y la mousse de chocolate al mismo tiempo», se atreve Alain Courtois. «Es Bélgica».