Sin deporte no hay vida. Por arte de magia, como el mago que saca un conejo de la chistera, en un abrir y cerrar de ojos la actividad del músculo quedó paralizada; en una especie de “camposanto” quedaron convertidos los escenarios deportivos del mundo.
El mismo panorama aquí, allá y más allá; en el Táchira, Venezuela, América y el universo, idéntica imagen: orfandad total. Los actores, los dueños del espectáculo, todos como un solo en cuarentena, el coronavirus en “plan mandón”, sin distingo de raza, credo y religión.
El fútbol, deporte rey por excelencia en el planeta tierra, el más perjudicado, con pérdidas millonarias incuantificables; las principales Ligas, sobre todo en Europa, sobresaliendo cinco, las más vistas y de mayor competitividad, con la española a la cabeza, además de la italiana por aquello de las colonias en el país; La Premier de Inglaterra, la Bundesliga de Alemania y la Liga de Francia sufriendo los rigores de la pandemia coronavirus.
Nada definido para la vuelta a los escenarios deportivos, fechas tentativas, pues todo queda supeditado a la disminución o no del terrible flagelo que nos tiene acorralados, “enjaulados” como pájaros, fieras en un zoológico o en un circo.
Cuanto añora el aficionado a su deporte favorito, encender la tele y darse un banquete de un buen partido de fútbol, béisbol o baloncesto, y los grandes abiertos de tenis; disfrutar una prueba de ciclismo, motociclismo o automovilismo y en fin todo lo que tenga que ver con lo bello y sublime de eso que se llama deporte.
La Liga de Campeones y la Liga de Europa; la Copa Libertadores, la Copa Sudamericana y los grandes clásicos de Argentina y otros partidos del continente y el mundo ya no aparecen en la pantalla chica; y en el caso de quienes habitan en la patria de Bolívar peor aún, pues la energía eléctrica es un caos.
Cuantas añoranzas, el valorar todo lo que el Creador puso sobre el planeta, y que en un santiamén todo quedó fuera de acción, como si el mundo fuera otro. Definitivamente después del coronavirus, un flagelo que ha cobrado decenas de miles de víctimas fatales, la civilización no será la misma; algo así como el inicio de una “nueva vida”.
Homero Duarte Corona