Jonathan Maldonado
A escasos metros del punto de control de Peracal, en el municipio fronterizo de Bolívar, se hallaba un grupo de caminantes de retorno, descansando sus humanidades y guareciéndose de la lluvia en el porche de una vivienda.
El cielo encapotado y el atípico frío del día – en la frontera domina el sol abrasador-, aportaban algo de sosiego a sus agotados cuerpos. «Duramos 27 días de travesía para llegar a Venezuela», aseguró Luis Córdoba.
Córdoba, junto a su esposa e hijo, vivieron por tres años en Perú. De esa nación retornaron. Para ellos, la xenofobia y la discriminación marcaron su estadía fuera de Venezuela.
«Ha sido duro», prosigue con la incertidumbre de no saber cuál escenario enfrentarán al pisar su ciudad de origen, Barcelona, en el estado Anzoátegui.
De las trochas, dicen que sintieron cierto temor al cruzarlas, «pues no es el puente». Pese a todo, «no nos fue mal. Nos ayudaron mucho en el trayecto», recalcó el caballero.
El largo trayecto aún los espera. «Ojalá y nos pudieran ayudar para llegar más rápido a nuestra ciudad. Es muy difícil hacerlo a pie», recalcó.
Junto a Córdoba, de 40 años, y su familia, hay otros caminantes de Lara, Valencia y Caracas. «Entre todos nos colaboramos», subrayó.