Los comerciantes de frontera se sienten agobiados por los constantes cortes de electricidad que siguen limitando la poca actividad que tienen a diario.
En San Antonio del Táchira la soledad que impera en el casco central se une a las frecuentes suspensiones del servicio, un punto que, para el 10% del comercio que resiste al cierre, se convierte en asfixia.
Mínimo tres horas sin el servicio a la día. Las plantas, en algunos casos, salen a relucir en las fachadas de los negocios. No todos cuenta n con una, pues amerita un gasto en mantenimiento y en combustible para tenerla funcionando por horas.
Recientemente, en Ureña, los comerciantes e industriales solicitaron el cese de las fallas de los servicios, pues alertaron que la ciudad estaba a punto de paralizarse por completo en vista de que lo que producen se ve estancado con los cortes.
El cronograma ni se cumple a cabalidad, ni se difunde. La mayoría van haciendo relaciones para ir determinando a qué hora pudiera tocarle el próximo apagón. Sin duda, una tarea difícil para un sector que no termina de despegar a casi ocho meses de la reapertura progresiva de la zona.