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19 de abril de 2024
Frontera
EDICIÓN FRONTERA | Bajo las réplicas de los conflictos en Colombia
5 de septiembre de 2019
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Hace 20 años la frontera de Venezuela con Colombia vivía las secuelas de un paro cívico nacional en Colombia convocado por los trabajadores que afectó la actividad comercial, en medio de una recesión económica, así mismo se albergaba cientos de desplazados por la violencia de grupos armados.
EL DATO
En Ureña 40% de las empresas cerraron, mientras 60% restante bajo su producción ante la caída de la actividad comercial por la recesión económica en ambas naciones.
DE INTERÉS
Durante la semana del paro cívico nacional de trabajadores en Colombia se detuvo el intercambio comercial entre los países y arribaron desplazados a territorio venezolano.
Por Yuliana Ruiz
La bandera de Colombia ondea en manos de un trabajador en el puente internacional Simón Bolívar, límite fronterizo de Venezuela con el país vecino, en el segundo día de un paro cívico nacional convocado por los sindicatos de trabajadores contra las políticas del presidente colombiano, Andrés Pastrana.
El bloqueo de algunas horas de la estructura binacional por trabajadores del Norte de Santander causó congestionamiento del tránsito vehicular de un lado y otro de la frontera, y afectó la ya mermada actividad comercial de San Antonio, según la prensa, en medio de una recesión económica que experimentaban ambas naciones a finales del siglo XX. No se observó afluencia de compradores colombianos.
Hace dos décadas atrás no se contaba con cierre de frontera de casi 500 días, semejante al actual que ha adormecido el comercio y ha paralizado el intercambio comercial por las aduanas de ambos países, ni mucho menos con una migración masiva de venezolanos que salen por esta estructura binacional hacia Colombia a diario.
El 1 y 2 de septiembre de 1999, los colombianos vivieron a ritmo de domingo la jornada del paro cívico convocado por los sindicatos en contra de la política económica y social del Gobierno. «La respuesta al paro ha sido enorme», dijo Luis Eduardo Garzón, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), publicó El País de España.
Pese a que la guerrilla, anunció que se mantendría al margen de la manifestación, voló dos torres de energía, quemó varios autobuses y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) tomaron la central hidroeléctrica de Anchicayá con unos 100 empleados dentro, cerca de Cali, para exigir la reducción de las tarifas del servicio.
La huelga finaliza en horas de la noche el 2 de septiembre, luego de acuerdos entre gobierno y sindicatos de trabajadores. Entre las negociaciones esta la atención a 41 peticiones laborales, no colocar sanciones a huelguistas y liberación de personas no involucradas en actos delictivos.
Sin embargo, los problemas en Colombia no pasaron desapercibidos en la frontera, sus réplicas tambalearon el débil comercio de San Antonio y Ureña, se experimentó los desplazamientos por la violencia e invasiones en San Antonio del Táchira, por colombianos y venezolanos.
San Antonio un pueblo “fantasma”
La recesión económica había obligado el cierre de 300 almacenes a finales del siglo XX, la huelga en Colombia disminuyó las ventas en la primera semana de septiembre y los comerciantes manifestaban su temor de que San Antonio se convirtiera en un pueblo “fantasma”.
El caos y la zozobra generados con el paro general que se cumplió en Colombia, empeoró la crítica situación de la frontera hasta tal punto que San Antonio ya parece un pueblo fantasma, informaba La Nación.
“Nadie ha venido a comprar hoy en la mañana, la situación es peor cada día y no hay esperanzas de nada”; “La zozobra que existe es porque no se sabe a qué hora van a acerrar el puente” y“en los últimos 4 años han cerrado 300 almacenas”, declaraban los comerciantes preocupados.
La huelga de dos días, el 1y 2 de septiembre de 1999, afectó el transporte público, trasporte de carga, la recaudación aduanera, los servicios de hotelería, restaurantes, telefonía y la banca.
Recesión económica
La recesión económica que se experimentaba en Venezuela y Colombia en 1999, obligó el cierre de 40% de las empresas en el municipio Pedro María Ureña, mientras el 60% restante había bajado significativamente su producción, según el presidente de la Cámara de Comercio del municipio para el momento, Douglas Pernía.
El sector comercial y empresarial transitaba por una etapa difícil, se pronosticaba que empresas no llegarían a noviembre ni menos a diciembre, se temía que el índice de desempleo de 20% en la localidad se incrementará.
A los empresarios les preocupaba que las medidas económicas tomadas por el expresidente Hugo Chávez, ante la recesión económica, en materia crediticia no llegará al sector impidiendo la reactivación del sector productivo.
Alertaban que el eje fronterizo estaba perdiendo el atractivo comercial para los importadores y exportadores debido a que el flujo de operaciones comerciales había disminuido por la recesión económica en ambas naciones, pero también a nuevas normas reguladoras de la operatividad por parte de Venezuela.
El trasbordo de las mercancías obligaba a quienes eran protagonistas de la integración comercial a reorientar sus despachos, “el empresario no se adapta, estamos perdiendo el atractivo comercial. El importador y exportador ve con desconfianza el manejo de cómo será objeto sus productos o mercancías durante la operación de transbordo”, aseguraba Wladimir Tovar, representante de la empresa Servicios en Comercio Internacional Venezuela.
Ola de invasiones
El desplazamiento de colombianos por la violencia en medio de ocupaciones de terrenos en varios estados de Venezuela, provoca una ola de invasiones de espacios públicos y privados en San Antonio del Táchira, no solo de desplazados sino también de venezolanos que no poseían vivienda.
Casas de cartones, zing, lata y madera se construyeron en terrenos al margen de la quebrada La Dantera y el río Táchira, con un futuro incierto por ser áreas de alto riesgo. Los Mangales, La Playa, Curazao y Cayetano Redondo también fueron ocupados.
“Más de cien familias conformadas por venezolanos, y gran mayoría de niños, invadieron los terrenos. Aunque los invasores señalaron residir en San Antonio y haber tomado los espacios por necesidad de construir sus viviendas, trascendió que en el grupo no se descarta que haya personas desplazadas del Departamento del Norte de Santander por los hechos de violencia registrados en las últimas semanas en la región fronteriza”, publicó Diario La Nación.
El número de invasores crece en días posteriores en las cercanías de la quebrada La Dantera, pese a que las autoridades intentaron mediar para llegar a un acuerdo con las familias, insistieron en que se mantendrían en los terrenos hasta que obtuvieran una respuesta a su problema habitacional.
Desplazados
Poblaciones provenientes de los departamentos del Cesar, Bolívar, Tolima, Huila y Santander de Colombia, se asientan en la frontera huyendo de la violencia en sus lugares de nacimiento, muchos de ellos cruzan el límite fronterizo hacia Venezuela huyendo de la persecución.
También grandes grupos que no pueden cruzar a territorio venezolano invaden terrenos en la ciudad de Cúcuta, Norte de Santander, en sitios de alto riesgo y donde no existían los servicios públicos, “creando un problema de hacinamiento en los cinturones de la miseria”, publicó Diario La Nación.
Ante el arribó eventual de desplazados y para tomar previsiones frente a posibles incursiones de grupos armados de Colombia, el gobierno de Venezuela incrementa el patrullaje militar en la frontera.
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