* El pequeño terminal fue ordenado, así como la circulación de vehículos por sus dos angostas calles. La comunidad organizada trabaja para que haya orden.
*El concejal William Contreras representa al Concejo Municipal del municipio García de Hevia, en las parroquias Boca del Grita y José Antonio Páez/Orope, llamadas las zonas rurales o del campo.
Por José Luis Guerrero S.
En Boca del Grita, el peso colombiano domina todas las transacciones económicas. Se impuso sobre el devaluado bolívar, que día tras día pierde fuerza al subir el dólar.
Esta es una parroquia venezolana del municipio García de Hevia, frente a Puerto Santander, en Colombia. Lugar fronterizo ahora conocido por miles de venezolanos, procedentes del occidente y centro del país, que recorren la carretera nacional Panamericana, y llegan para cruzar el puente internacional Unión, en busca de alimentos, medicinas, repuestos, neumáticos, entre muchas otras cosas.
“Se ha visto demasiado el cambio en la economía en Boca del Grita. Claro que hay problemas de servicios, pero los superamos”, dice de entrada Luz Marina Pernía, prefecta del gobierno de Laydi Gómez en este rincón del estado Táchira.
Oriunda de la zona, conocida por todos, es testigo de los cambios registrados por el desplazamiento masivo de venezolanos hacia esta comunidad y la migración a Colombia.
Boca del Grita es un poblado de aproximadamente cinco mil habitantes, con una población flotante estimada entre 500 y mil personas. La mayoría trabaja en el comercio informal, prestación de servicios como transporte público, labores del campo y ganadería, en las amplias fincas de su territorio.
“En Migración se sella el pasaporte todos los días, la Aduana Subalterna trabaja con normalidad, hay personal del Seniat y del Saime. Tenemos presencia de efectivos de la Guardia Nacional, Policía Nacional Migratoria, Policía Nacional Bolivariana, Policía del estado Táchira y el Ejército, que está en la vía principal”, enumera esta mujer que reitera la importancia del trabajo con las comunidades organizadas.
El modesto terminal, en los últimos 18 meses ha duplicado su capacidad. Llegan empresas de transporte de muchas ciudades del país. Se han habilitado estacionamientos para estas unidades, microbuses y autobuses, a la entrada principal, muy cerca del comando de Politáchira.
“Muchos carros llegan con sus pasajeros, venidos de Mérida, El Vigía, Maracaibo, por ejemplo. Las personas se van a Colombia y tienen determinado número de horas para sus diligencias, generalmente compras de comida. Por la tarde regresan. Meses atrás era mucho el movimiento. Demasiada gente. Ha disminuido por los costos del pasaje y la caída del bolívar. El peso es una moneda fuerte, que hoy –jueves 29 de agosto- está a 0,17, es decir, por 10 mil pesos se reciben 63 mil bolívares”, explica la funcionaria de Gobierno regional.
En las calles de Boca del Grita hay comercios por todos lados. Formales e informales que llenan sus anaqueles o mesas de calle con productos colombianos. Hay muchas mujeres trabajando en ventas de calle.
“Con la comunidad organizada se está reordenando el comercio informal. Desde enero pasado tenemos el “Mercadito” y se ha dado la oportunidad a muchos vendedores de construir su módulo de venta. Ellos costean la inversión”, explica, al recordar que fue un proyecto del exgobernador César Pérez Vivas, que en su tiempo no se pudo ejecutar.
En esta parroquia celebran la fiesta patronal a la Virgen del Carmen. La parranda se arma la semana del 16 de julio. El pescado frito se come bastante. Hay mucho consumo de líquidos por las elevadas temperaturas, características durante todo el año.
Pasos para cruzar el puente Unión
En la vía que conduce al puente internacional Unión, el Gobierno nacional colocó en febrero pasado un contenedor para impedir el ingreso de la ayuda humanitaria. Allí permanece, pero ahora pintado con los colores de la Bandera Nacional. Por allí pasan los migrantes, venezolanos y colombianos, que van y vienen.
El venezolano debe portar el Carnet de Movilidad Fronteriza para cruzar el puente internacional Unión. Funcionarios de Migración Colombia lo solicitan al azar a los transeúntes, que por el ritmo de vida han dividido la estructura en dos caminos: uno para ir, a la derecha; otro para retornar, a la izquierda. Todo es ordenado. No se forman largas colas. Hay paso fluido en ambos sentidos.
Del lado venezolano, funcionarios de la Guardia Nacional revisan a los migrantes las maletas, grandes bultos de mercancía, o al azar, el equipaje de mano de cualquier viajero. Hay presencia de uniformados de la recién creada Policía Nacional Migratoria.
Apoyo internacional
El ambulatorio tipo II cuenta con el apoyo de la Cruz Roja Internacional, Gobernación del estado Táchira, Acnur, instituciones que aportan medicamentos e insumos para atender a los vecinos de la parroquia, a los desplazados y migrantes.
Son constantes las jornadas médicas que se organizan para llevar salud a todos los vecinos. “Funciona muy bien”, señala.
Agua y gas: problemas
Los problemas con los servicios básicos están presentes en esta parroquia. Hay fallas de electricidad, falta el gas doméstico, que muchas familias se han visto obligadas a comprarlo en Puerto Santander. “Hubo problemas con el agua, pero con recursos aportados por los vecinos se compró la bomba”, dice Luz Marina Pernía, orgullosa de la organización local.