Frontera

Imágenes de yeso: tradición que muere en la frontera

1 de octubre de 2021

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Jonathan Maldonado

Durante décadas, San Antonio del Táchira fue referencia en la fabricación de varios rubros: artículos de cuero, calzado, tabaco e imágenes de yeso. En todos, ha habido un declive en su producción y en el número de empresas que continúan operativas en una zona que ha perdido gran parte de su dinamismo comercial.

Los fabricantes de las imágenes de yeso no escapan a esta realidad. Desde el peaje del municipio fronterizo y hasta la bomba de Bella Vista, solo se cuentan cuatro empresas abiertas y dedicadas a la elaboración de este producto. Allí, quienes laboran, se sienten privilegiados, pues pueden seguir desempeñándose en un oficio que han aprendido hace varios lustros atrás.

Algunos de los que hoy son empleados, incluso, en la época del auge fronterizo, mantuvieron sus propias empresas, y las fueron viendo extinguirse a causa de las transformaciones que ha sufrido la localidad, y que tiene como punto focal el cierre de los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.

Los pocos que se mantienen abiertos, luchan constantemente por continuar a flote. La demanda ha disminuido considerablemente en una nación cuyo poder adquisitivo de sus habitantes se ha reducido, prácticamente, en intentar cubrir la canasta alimentaria. Comprar algo que no esté dentro de ese renglón, no está en la mente de muchos.

El Siervo de Dios no ha cerrado sus puertas. La fachada del negocio exhibe variedad en el tipo de imágenes que fabrican: religiosas, esotéricas y decorativas. En estos días, ya cercanos al mes de diciembre, sobresalen las figuras navideñas y, sobre todo, las que conforman el pesebre de las familias católicas.

La fabricación de cada imagen, sin importar su tamaño, pasa por un proceso riguroso que cuenta con el experto para casa fase. Todo comienza con el vaciador, quien es el encargado de que el yeso tome una forma en específico a través de los moldes. Luego, entra en juego el pulidor de las figuras.

A manos del encolador, llega la imagen, en una tercera fase que busca otorgarle mayor calidad al diseño. En ese momento, el encargado sumerge la producción en un líquido que debe esperar un par de horas para que se seque por completo. Una vez concluido este punto, pasa a disposición del pintor.

Por último, está quien decora o pincela las figuras. En esta fase, se encuentran dos mujeres, quienes, de manera meticulosa, y sin bajar el ritmo, le van estampando la vida que requiere cada imagen.

“Nuestro pago es semanal y en pesos”

Omar, John, José y Yaneth forman parte del grupo de 11 trabajadores que tiene El Siervo de Dios. Desde las 7:00 a.m. y hasta las 6:00 p.m., aproximadamente, las conversaciones fluyen al ritmo de un trabajo que, en reiteradas oportunidades, se detiene como consecuencia del retorno de los cortes eléctricos no programados.

Ese día, durante las entrevistas, no había electricidad, lo que paraliza el trabajo de empleados como el pintor, quien gana su sueldo semanal en pesos, y la cantidad depende del número de producciones que realice en los seis días de jornada laboral, la cual incluye una pausa diaria al mediodía.

Las imágenes están en todos los pisos. Por un lado, se ven las religiosas, algunas terminadas y otras con detalles que aún no se habían definido. José Gregorio Hernández se observa en diversos tamaños, mientras Santa Bárbara luce en un tamaño superior a 1.50 cm. Los reyes magos, entretanto, ocupaban ciertas mesas.

Las decoradoras tienen un sueldo fijo semanal: 200 mil pesos. En cambio, los pintores cobran dependiendo de la producción que lograron sacar durante el día. Para ellos, el tema de los cortes eléctricos, generan grandes preocupaciones.

“Es difícil conseguir otro tipo de trabajo”

Omar Arias, de 60 años, lleva más de 10 años laborando en la producción de imágenes de yeso. Sus funciones, en El Siervo de Dios, varían. Hay momentos en los que le toca encolar y hay otros en los que debe empacar las figuras que se encuentran listas para su venta o para la entrega de algún pedido.

“Volví a este trabajo ya que por la edad no me reciben en otros oficios”, resaltó quien en ciertas ocasiones interrumpió su labor para dedicarse a otros oficios en la frontera. “Este es un trabajo más accesible”, prosiguió, al tiempo que espera seguir ofreciendo lo mejor de sí en un sector que también ha sido golpeado.

Arias puntualizó que las imágenes religiosas y esotéricas son las que más se venden en la fábrica. En torno a la cantidad de piezas que se sacan al día, aclaró que todo depende del pedido que haya. “Los vaciadores suelen hacer entre 200 a 250 imágenes diarias”, agregó el caballero.

Los más recientes pedidos, indicó el sexagenario, salió rumbo a ciudades como Acarigua, San Carlos, Maturín y Coro. Otro grupo, en menor proporción va hacia Colombia, nación de donde proviene la materia prima que utilizan a diario para poder llevar a cabo la producción exigida por los clientes.

“La producción ha disminuido mucho. Aquí en San Antonio había entre 15 a 20 fábricas y ahora solo están en funcionamiento continuo tres fábricas”, lamentó para luego agregar que de los pocos que quedan en el negocio, están los que emplean solo a sus familiares por la situación económica.

“Gracias a Dios hay trabajito”

Cuando las imágenes son pequeñas, José Gutiérrez, de 28 años, suele sacar hasta 400 piezas. Ya cuando el tamaño aumenta, el trabajo se hace más lento, y va bajando el número de imágenes producidas. “Cuando son medianas, logro fabricar alrededor de 250”, subrayó el ciudadano.

Gutiérrez empezó a los 13 años en la producción de estas imágenes de yeso. Ya suma 15 años ininterrumpidos en un oficio que le ha brindado el sostén económico. En El Siervo de Dios es uno de los nuevos, pues lleva apenas dos meses laborando en la empresa, con décadas de tradición en la frontera.

La empresa donde laboraba anteriormente, se vio en la obligación de cerrar sus puertas recientemente, pues no le era rentable seguir produciendo en un sector donde las ventas han caído raudamente. “Por eso me vine acá”, apuntó el joven experto de un oficio que a diario es ve afectado por el factor económico.

Un punto que vuelve a preocupar al caballero y demás compañeros de trabajo, son los constantes cortes eléctricos que han retornado a la jurisdicción. “Hay trabajito, gracias a dios, pero las fallas en el servicio eléctrico, afectan la producción”, señaló quien llega a las 7:00 a.m. y se retira a las 6:00 p.m.

“Llevo 35 años en este oficio”

Yaneth Romero, de 52 años, ha palpado de cerca las transformaciones que ha vivido el sector desde hace más de 30 años. En el mundo de la fabricación de imágenes se inmiscuyó gracias al negocio de cerámica que tenía su madre en la frontera y que no duró mucho.

Luego, se fue a la fábrica Santa Clara. Allí estuvo por varios años y pudo perfeccionar su técnica de decoradora o pincelera, una de las fases finales de las imágenes de yeso. “Hoy en día, esta fábrica no está en funcionamiento”, añadió.

Romero, con los años, pasó a tener su propia empresa, junto a su esposo, lo que le permitió ser empleadora. Sin embargo, el escenario económico fue ensombreciendo la producción y tuvo que cerrar el emprendimiento que tanto le costó levantar.

“Cerré y empecé de nuevo como obrera”, acotó quien no pierde la fe en un mejor porvenir para todos los sectores que aún hacen vida en la frontera y que, desde su perspectiva, deberían arrancar con la apertura de los pasos internacionales: Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander.

Al día, la dama suele decorar más de 200 imágenes. “El número que uno saca en cada jornada, también depende de los detalles que tenga la imagen; algunas son más fáciles que otras”, dijo la quincuagenaria mientras iba terminando un grupo de piezas de reyes magos.

Según Romero, el peor escenario le ha tocado a las fábricas pequeñas o medianas. “Casi todas han cerrado sus puertas, pues no hay demanda que les permita mantener la producción de antaño”, recalcó quien lleva más de tres décadas en el negocio.

Los Laureles

Los Laureles, empresa pequeña y vecina de El Siervo de Dios, sigue dando la batalla pese a las caídas en las ventas. En la actualidad, el negocio solo lo atienden sus dueños: una pareja que, por lustros, han invertido su tiempo y empeño en la fabricación de imágenes.

El esfuerzo actual se concentra solo en imágenes decorativas, no producen religiosas ni esotéricas. “Antes, era constante ver un camión salir cargado hacia Capacho, donde distribuíamos gran parte de lo que fabricábamos”, rememoró la dueña.

Ahora, las ventas se limitan a quienes se acercan y hacen pequeños pedidos, ya sea para sus tiendas o para vender en la calle. “Hay caminantes que vienen y nos compran uno o dos piezas para revenderlas en el trayecto que van haciendo”, acotó.

https://youtu.be/CQVe_dwG-Lw

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