Denuncian secuestro y homicidio de dirigente opositor tachirense en Puerto Santander
26 de julio de 2024
El sol abrasador de la zona hace que el trayecto sea más complejo
Jonathan Maldonado
Álvaro llevaba sobre sus hombros dos costales repletos de plástico. Eran cerca de las 11:00 a.m. del sábado 13 abril. Su humanidad reflejaba agotamiento, pues además de lo sinuosa que es la ruta, el sol abrasador no daba tregua.
El ciudadano atravesó la trocha desde San Antonio y hasta La Parada. Lo hizo por Las Pampas, lado venezolano, hasta Los Magos, territorio colombiano. El camino irregular lo conoce a la perfección y le permite moverse como pez en el agua, pero sin que mitigue el cansancio que genera.
A Álvaro se le cayeron los costales del lado colombiano. En ese momento la Policía de Colombia estaba recorriendo la misma ruta. Solo esbozó una sonrisa tímida y nerviosa al funcionario. El uniformado sabe que está laborando y dejó que recogiera el material para que continuara con su ritmo.
Pese a que se trata de uno de los “caminos verdes” más empleados, estaba bastante solo, la gente transitaba de forma graneada. El río de personas que lo usaban ya no se ve. La mayoría pasa el puente internacional Simón Bolívar, uno de los trayectos fronterizos formales que une a Táchira con Norte de Santander.
A lo lejos se divisaron otros dos ciudadanos; iban sin nada, con camino a Venezuela. «¿Y eso, qué hacen por acá?», preguntó el policía al alcanzar sus pasos. «Nada, vamos hacia el otro lado, solo que preferimos hacerlo por esta zona. Es rápido», contestó uno de los dos hombres abordados, sin generar mucha confianza en el uniformado.
Álvaro no se dio cuenta del episodio. Ya se había alejado del lugar con sus dos bultos de plástico. Le faltaban escasos metros para llegar al gran estacionamiento a cielo abierto donde vendería lo reciclado. Allí, el procedimiento es sencillo: los trabajadores revisan, pesan y pagan.
«Lo que hago me alcanza para llevar algo para mi casa», sentenció el reciclador venezolano haciendo referencia a la comida. Es consciente del riesgo que se corre al cruzar la trocha, pues puede quedar en medio de una balacera entre grupos irregulares que se disputan la zona.
Muchas personas que usan las trochas por diversos motivos en vez de los puentes, se han tropezado con cadáveres que dejan en la zona limítrofe, la mayoría del lado colombiano. «Uno sabe a lo que se enfrenta», precisó desde la comodidad de establecimiento donde estaba dejando el material vendido.
Previo al recorrido por las trochas
Álvaro recorre varios días a la semana las calles de San Antonio del Táchira, en el municipio fronterizo Bolívar, en busca de plástico para vender en Colombia. Hay hogares y negocios que se lo guardan. Lo conocen y lo ayudan.
«Es una tarea previa que también es agotadora. Hago todo a pie y la distancia entre barrios a veces es considerable. Uno lo hace por la necesidad en el hogar. Hay que tener lo de la papa, y esto, por los momentos, me la garantiza».
En la frontera son muchas las personas que hacen lo mismo. Por el puente, sin duda alguna, es más fácil cruzar y es más seguro. Sin embargo, no siempre los funcionarios permiten su ingreso.
«He tenido ganas de tirar la toalla. Pero a las horas me pregunto: ¿Que más voy a hacer para garantizar la comida? Como no hay respuesta, no tengo otra alternativa, sino la de seguir», acortó a modo de conclusión.
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