Carlos acudió este lunes a los llenaderos del barrio Lagunitas, en San Antonio del Táchira, para abastecerse de agua de pozo, alternativa que sigue reinando ante las frecuentes fallas en el servicio por tubería.

El ciudadano dispuso de una carretilla para llevar con mayor comodidad los envases y evitar perder el esfuerzo durante el trayecto. “No hay de otra. Hay que salir a buscar el agua”, manifestó algo casando.

Para este lunes se espera que Hidrosuroeste culmine los trabajos en el punto afectado del Acueducto Regional del Táchira (ART), a la altura del municipio Sucre, tras el deslizamiento de un talud en días recientes.

Carlos labora cerca de la avenida Venezuela. Desde ese punto y hasta el llenadero caminó más de siete cuadras. “Es algo fatigoso”, subrayó al mirar el sol abrasador que arropaba a esa hora (10:00 a.m.) al municipio Bolívar.

El escenario llevó a las autoridades a establecer en frontera un plan de contingencia con 170 mil litros de agua, distribuidos de forma gratuita por los cisterneros a diario. Sin embargo, son muchos los barrios que se encuentran secos y la atención termina siendo insuficiente.

Se estima que en San Antonio del Táchira estén activos cerca de 40 carros cisternas, un oficio que ha ido en aumento ante la problema que hay con el agua.

Habitantes indican que la sectorización que persiste en frontera cuando el ART está funcionando, no es la más adecuada, ya que no alcanza a llegar a las partes altas de la jurisdicción. Piden que se revise el escenario.

Los precios de un servicio de cisterna varían dependiendo del litraje y de la distancia que recorra el vehículo desde el punto de llenado y hasta la residencia que lo solicita. Puede ir de 30 a 100 mil pesos.

Tanto en Pedro María Ureña como en Bolívar están esperanzados en que los acueductos La Mulata y El Mesón se conviertan en la panacea para la mayoría de hogares.

Jonathan Maldonado