El viernes, el circuito de seguridad de San Antonio del Táchira sufrió el primer corte a las 8:40 de la mañana.
Jonathan Maldonado
Amparo Mesa, habitante del barrio Curazao de San Antonio del Táchira, en el municipio fronterizo Bolívar, separó la ropa a lavar para aprovechar el agua que llegaba por tubería, algo turbia, y tras 25 días sin el servicio.
Con ayuda de su hijo, el menor de cuatro que tiene, sacó la lavadora al patio, donde suele lavar con mayor facilidad. Acababa de introducir el primer lote de ropa, cuando un corte eléctrico trastocó su jornada.
De inmediato, Amparo llevó la ropa al lavadero, para disponerse a lavar a mano. Es consciente que debe aprovechar el agua. No sabe cuántas horas la van a dejar. «No puedo darme el lujo de esperar a que llegue la electricidad. Mínimo, ahora, son cuatro horas».
Ese escenario se presentó a las 8:40 a.m. A esa hora, las dos hornillas de su cocina eléctrica estaban ocupadas por dos ollas en las que adelantaba parte del almuerzo. «Porfa, Javier, pase las ollas a la cocina a gas y encienda las hornillas a poca intensidad», le dijo a su hijo con un dejo de resignación.
Amparo, como la mayoría de hombres y mujeres cabezas de hogar, cuida el gas. Solo lo usa cuando hay cortes, pues es la única manera de hacer que rinda los cinco meses que demora en arribar a su barrio el servicio.
Lavar a mano la cansa. La ciudadana raya los 68 años y sufre de la espalda. El hijo, entretanto, iba agregando los ingredientes que le hacían falta a la comida que se estaba cocinando. Ante las frecuentes interrupciones del servicio eléctrico, el empleo de la cocina a gas es cada vez más constante.
«Me preocupa que el gas no me dure el tiempo previsto. Se han intensificado los cortes y no hay otra opción que usar el gas que uno tanto cuida», manifestó la sexagenaria.
Amparo encendió la lavadora cerca de las 12:30 del mediodía, hora en la que la luz se restablecía en el circuito de «seguridad», el cual va desde la aduana de San Antonio, pasa por barrios como Lagunitas, Curazao, parte de Miranda, urbanizaciones Cayetano Redondo y Libertadores de América, La tomatera hasta la zona sur.
Los intensos calores de los últimos días, hacen que la espera sea más insoportable y fatigosa. «Ya uno no sabe en qué creer. Cada día hay una excusa nueva sobre el sistema que no funciona», subrayó a modo de colofón.