Frontera, Internacional
Nuevamente reinaron el caos y la confusión en la expedición de citas para el registro
6 de agosto de 2019
Muchos deben dormir en un suelo cubierto de piedras o entre los matorrales, y no pocos guardan los pocos pesos con que cuentan para los gastos estrictamente necesarios. Los más precavidos ya vienen con sus viandas preparadas
(Cúcuta).- Fuertes irregularidades en la expedición de citas para el registro de nacionalización llevado a cabo en el Centro Comunitario de Prados del Este, en el que participan conjuntamente la Registraduria Departamental de Norte de Santander y la Cancillería de Colombia, terminaron frustrando el esfuerzo de cientos de personas que por días acamparon en los alrededores del lugar.
Desde el día domingo, en la tarde, se formaron las colas, que ya para el jueves -1 de agosto- se convirtieron en una presencia multitudinaria, tanto de venezolanos con deseos de regularizar su situación en el vecino país, como de colombianos con derechos constitucionales de nacionalizar a sus hijos.
Un incidente que se presentó el jueves, en la tarde, no solo obligó a la suspensión del operativo, sino a la presencia del grupo antimotines de la Policía Nacional, con el objeto de presionar el desalojo pacífico del estadio por parte de quienes en turba y no ordenadamente, como se venía haciendo, accedieron a sus espacios y se sentaron en sus gradería; también se ordenó la reducción del número de personas que serían atendidas en los operativo posteriores, a 500, algo que no se compadece para nada con el gran número de seres humanos que no tienen dinero para apostillar sus partidas y actas de defunción, ni asumir otros costos adicionales.
La versión de los funcionarios es que todo se presentó por “culpa del desorden de los venezolanos”; una generalización que en nada corresponde a una situación de la que da fe la mayoría de los afectados. Lo que sucedió partió de un desacuerdo entre el único polícia que estaba a cargo del resguardo de las entradas y salidas, y el funcionario de la Cancillería, ya que se veía permitiendo el acceso a partir de una lista que desde la mañana se venía respetando y que el gendarme sencillamente desconoció, llevando a la desesperación a quienes ya les tocaba el turno. Parte de esa desesperación fue alimentada por el hecho de que muchas personas estaban ingresando por una “puerta trasera”, por la cual, según se decía, se accedía pagando varios miles de pesos, hecho verificable a través de cámaras de seguridad. Esto indignó a muchos quienes afirmaban que intentaban escapar de la corrupción en Venezuela y ahora se enfrentaban a lo mismo en Colombia, llevando a la conclusión de que antes de ayudar a su desesperada crisis económica y personal, muchas personas, de lado y lado de la frontera, como buitres, pretenden aprovecharse.
Amén de esa irregularidad, también se denuncia “operación morrocoy” y una inusitada suspensión de la entrada de personas, de 10 y media de la mañana a 3 de la tarde, algo que no hacía justicia al gran número de personas que esperaban afuera y que habían acampado día y noche. Cada jornada de nacionalización ya se está caracterizando por “extraños impasses”, como la suspensión el pasado mes de julio por una supuesta orden emanada de la Cancillería colombiana, bajo la promesa de atender a los rezagados en los primeros días de agosto, la misma que fue incumplida, pese a que sus nombres y cédulas ya estaban registrados en formatos oficiales.
Mucha gente cansada y agotada
Para muchos, la situación ya raya en violación de los derechos humanos y puede desencadenar en tragedia humanitaria, ya que más y más personas provenientes de Venezuela están acudiendo al servicio y quieran ser beneficiadas, así tengan que esperar a la intemperie y aguantar hambre y sed por días. No son pocos los que gastan un gran presupuesto –que incluye hospedaje y alimentación- para instalarse en la ciudad de Cúcuta, pues muchos de ellos provienen de sitios lejanos de Venezuela. Y más aún, muchos solo se han establecido en el Táchira con el objeto de lograr la anhelada ciudadanía.
De otra parte, muchos venezolanos que cumplen los requisitos para obtener la ciudadanía, ya con ofertas de empleos firmes, que se pueden perder si no legalizan su situación cuanto antes. Igualmente, muchos menores de edad, de los que ya viven en Cúcuta, quedan en indefensión en vista de que la misma Registraduría del Norte de Santander les ha cerrado cualquier posibilidad para nacionalizarse, que no sea a través del operativo en Prados del Este, para el cual apenas se destinan dos insuficientes días para otorgar las citas.
El esperar bajo el sol inclemente de Cúcuta melló la salud de muchas personas, entre ellas un bebé de meses de nacido que tuvo que ser trasladado en brazos de un policía al puesto de la Cruz Roja, apostado en el interior del Centro Comunitario. Varias personas más sufrieron las consecuencias de la fuerte insolación, y otras se quedaron aguantando hambre y sed, pues apenas contaban con lo del pasaje.
Si bien la Registraduría del Norte de Santander y la Cancillería quieren hacer ver que ese operativo se efectúa como un “favor que se les hace a los venezolanos”, y bajo esa premisa justifican practicamente las fallas en el mismo, en realidad es en cumplimiento de un derecho constitucional, que las dos instituciones gubernamentales no han podido cumplir de otra manera, ya que el proceso de hijos de colombiano está vedado a realizarse en sedes de la Registraduría del departamento fronterizo, o solo se contempla en algunos despachos, por uno o pocos días, bajo muchas trabas.
Son necesarias mejoras
El operativo especial para citas atiende de manera indiscriminada a todos los casos con miras a la nacionalización; sin embargo, muchos piensan que deberían organizarse jornadas especiales para menores de edad y otra para personas mayores, pues a todos se les está metiendo en un mismo costal, y que las mismas deberían organizarse a lo largo del mes e informar a la colectividad debidamente y no a través de un escueto cartel colocado en las afueras del estadio.
Si bien al interior del complejo deportivo se ofrece atención y un sitio seguro y adecuado para la espera de colombianos y venezolanos que van a ser atendidos, que incluye hidratación y refrigerio, el problema más crítico se da en las afueras, donde se aglomeran por días cientos de personas que aguardan por su oportunidad de recibir la cita, carente de vigilancia policial, y solo acompañados por vendedores ambulantes. Muchos deben dormir en un suelo cubierto de pedruzcos o entre los matorrales, y no pocos guardan algunos pesos que atesoran para los gastos estrictamente necesarios. Los más precavidos ya vienen con su sus viandas preparadas.
Freddy Omar Durán