Frontera
Viajeros de la frontera: una ruta signada por la necesidad
18 de noviembre de 2019
Arribar al Terminal es tropezarse con múltiples historias, todas hiladas por una crisis que ha arropado a cada rincón de Venezuela.
Para la construcción del centro de atención integral, Unicef invirtió 30.000 dólares, según información aportada por la Alcaldía.
Gran parte de los pasajeros que arriban al puerto terrestre provienen del centro del país: Caracas, Valencia y Maracay son las ciudades que registran mayor demanda
Jonathan Maldonado
Maletas y costales repletos de alimentos y artículos de primera necesidad, es la imagen que predomina en horas de la tarde en el Terminal de Pasajeros de San Antonio del Táchira. Sus dueños son venezolanos que, tras regresar de Cúcuta, en Colombia, esperan cansados, a veces sobre sus pertenencias, a que la unidad marque la hora de salida.
Por donde se mire, el lugar luce abarrotado. Las líneas se van alistando de acuerdo con la programación que manejan, para atender la gran demanda; pues se acerca diciembre y el flujo de ciudadanos va en aumento. El dinamismo del puerto no para. Sus instalaciones ahora son las más concurridas del país. La crisis les ha dado ese título.
Sonia Fernández, de 37 años, conforma el grupo de los cientos de pasajeros que esperan pronto dejar el ajetreo que se vive en la frontera. “Este trayecto, de casi 12 horas, lo hago por necesidad”, destaca, sin dejar de palpar cada uno de los bultos que lleva. La dama viaja cada 15 días de Valencia a San Antonio del Táchira, con el propósito de llevar productos para el rebusque.
“Trabajo con chupetas”, soltó mientras miraba su reloj. “Salgo a las 5:30 p.m.”, precisó con el cansancio reflejado en un rostro algo quemado por el sol abrasador de la zona y que revelaba el trajín de la jornada. “No es fácil hacer este tipo de viajes, ya que no se hace por placer sino por necesidad”, lamentó.
Fernández es madre soltera. Sus tres hijos aún dependen de lo que ella gana. Por esta razón, no deja que el desaliento y las circunstancias hagan mella en sus ganas de seguir luchando. “Solo el viaje agota muchísimo. Luego, hay que hacer el recorrido por el puente y agarrar la unidad hacia Cúcuta. Lo más complicado es retornar. Por el peso de lo que traigo, le pago a un “trochero” para que me ayude a pasar la mercancía”, relató.
En el puente internacional Simón Bolívar debe hacerle tributo al valor de la paciencia. En ese tramo vial se tropieza con las alcabalas, colombianas y venezolanas. “Cuando uno va con suerte, son pocas las requisas que hacen”, recalca, para luego aclarar: “ha habido momentos en que a uno le provoca es tirar la toalla, pues nos quieren cobrar por todo. Yo me pregunto: ¿será que la GN piensa que uno se está enriqueciendo con esto?”, añade, con la decepción tallada en sus expresiones.
15 mil pasajeros en un día
El aumento de pasajeros se ve a diario en el Terminal. Hugo Hernández, coordinador del puerto terrestre, detalló que los días más congestionados: jueves, viernes y sábado, están registrando más de 15.000 usuarios, cuando lo normal ha sido entre 9.000 y 10.000.
“Hay una buena planificación. Vamos a la ciudad de Caracas para reunirnos con el viceministro de Transporte y así garantizar un trabajo que se cuadruplica debido al gran movimiento de pasajeros”, indicó Hernández. “La idea es llegar a acuerdos con las empresas que ya están en el terminal y buscar refuerzos para las últimas semanas de diciembre”, sentenció.
Trajo a colación la cifra de las unidades que han salido del terminal los últimos sábados: 450. “De seguir este ritmo, vamos a superar el número récord de pasajeros por mes, el cual se ubica en 280.000 personas”, subrayó quien señaló que, hasta la fecha, más de 30 líneas operan en el puerto terrestre.
“Otro punto que agiliza mucho es la organización de la propia gente. Grupos se vienen desde sus estados en unidades que contratan, ida y vuelta”, destacó el coordinador. “Nuestro objetivo es que todos logren regresar a sus hogares, sin complicaciones, pues se trata de una fecha de gran importancia para las familias”.
“Siempre uso las trochas”
José Lameda, de 35 años, lleva 24 meses viajando frecuentemente a Cúcuta. Desde hace más de dos lustros, montó con su mamá un negocio de ventas de pintura, el cual, debido a la situación país, fue decayendo hasta que se vieron obligados a mirar hacia Cúcuta para obtener algunos de los productos que más venden.
Lameda, del estado Lara, cada 15 días suele emprender la travesía hacia la frontera, lugar que ya se le hace familiar por sus constantes visitas. “Aquí compro pintura en aceite para el negocio. Me da la base”, aseguró quien usa las trochas para evitar que en el puente le quiten la mercancía.
“Ya no me da miedo. Uno busca a los trocheros y ellos cargan los costales”, recalcó el caballero, quien aseveró haber gastado 25.000 pesos para pasar por los caminos irregulares. “Prefiero esto a tener que pagarle a la Guardia Nacional (GN) o algún otro funcionario”, dijo.
Lameda piensa en las otras alcabalas que debe enfrentar a su regreso a Lara. “Por problemas familiares, tenía un mes sin viajar. No sé si habrá cambiado algo. Yo he pagado en muchas ocasiones”, reconoció el padre de cuatro muchachos. “Uno lo hace por ellos, para sacarlos adelante. Cada día se hace más cuesta arriba”, apuntó.
“Llegué a la frontera a las 8:00 a.m. y, al mediodía, ya estaba desocupado”, manifestó algo desesperado por tomar el autobús. “Compré el boleto apenas llegué, pero debo esperar hasta las 5:30 p.m., hora prevista para la salida del expreso”, agregó, mientras su humanidad descansaba sobre uno de los costales, repletos de pinturas.
Lameda espera que sus viajes a Cúcuta se puedan regularizar tras haber superado el percance familiar. “En 15 días, aspiro a volver. Estamos entrando a una época (diciembre), donde la gente suele aprovechar, pese a los precios, comprar pinturas para darle otra cara a sus hogares”, señaló.
“Todo es para el consumo familiar”
Máryuri Herrera, de 34 años, llevaba cerca de cuatro bolsas, todas repletas de comida y artículos de aseo personal. “Todo es para el consumo de la familia, un grupo de cuatro personas”, remarcó la joven mientras esperaba en la cola para montarse al autobús.
“Llevo harina, arroz, pasta, café, entre otras cosas”, enumeró Herrera, al tiempo que detallaba en las horas que invierte en un encava: “Vengo de Mérida. De ida y vuelta, paso cerca de 14 horas en la unidad; deberían ser 12, pero las paradas y demás inconvenientes hay que tenerlos en cuenta”, dijo.
La dama, acompañada siempre de un familiar, viaja cada mes y medio a la frontera. “Nunca compro en La Parada, no me gusta. Siempre nos vamos hasta Cúcuta, pues hay más variedad, calidad y diferencia en los precios”, indicó algo fatigada por la jornada que enfrentó.
Herrera dejó claro que no cuenta, como muchos, con una remesa. Lo que gana lo va cambiando en dólares y así va reuniendo, hasta que llega la fecha de viajar nuevamente a la frontera. “Allá (Mérida) se ven muchos productos colombianos, los venden en todos lados. Lo que hay que tener es bastante dinero para adquirirlos”, subrayó.
Debido a la cantidad de artículos que compra, siempre acude a un “trochero” o “carretillero” para que le ayude a pasar por el puente la mercancía. “En esta ocasión le pagué 20.000 pesos por el servicio. Además, ya había invertido 10.000 en el taxi que nos trae hasta La Parada”, recordó.
Máryuri Herrera nunca ha tenido problemas al momento de atravesar el puente internacional Simón Bolívar. “Lo único que hace la GN es preguntarme qué llevo en las bolsas. A veces revisan, pero hasta ahí; no me han quitado nada ni me han pedido dinero para dejarme pasar los alimentos”, aseguró.
“Voy a visitar a mi familia”
Gerson Pérez, de 18 años, vive en la ciudad de Cúcuta desde hace ocho meses. Allí trabaja en lo concerniente a la reparación de aparatos tecnológicos. “Llevo lo esencial en cuanto a productos de primera necesidad, los que son más difíciles de conseguir en Lara”, señaló.
Específicamente, Barquisimeto es la ciudad adonde se dirige el joven para ver a sus familiares. Allí, en su tierra, espera pasar el mes de diciembre. “No tengo una fecha exacta para regresarme, decirla sería mentir”, añadió mientras esperaba a que las manecillas del reloj apuntaran las 5:30 p.m., hora de salida del expreso.
“En el tiempo que he estado trabajando en Cúcuta, siempre les mandaba algo de dinero a mis padres, gracias a Dios pude ayudarlos”, resaltó Pérez, al tiempo que puntualizó: “Estoy contento porque voy a ver a los míos. Eso siempre es gratificante”.
El joven no descarta la posibilidad de quedarse en su región. “No sabría decírselo, todo depende del escenario que vea allá. Igualmente, donde trabajé tengo abiertas las puertas, puedo regresar si lo deseo”, sentenció.
Obras en desarrollo
Además de recibir a diario a miles de venezolanos, el Terminal de Pasajeros de San Antonio tiene varias obras en desarrollo, las cuales están dirigidas a mejorar la estadía del pasajero en el puerto.
Por un lado, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en alianza con la alcaldía de Bolívar, está a punto de culminar el centro de atención integral, el cual, según estimaciones del burgomaestre Willian Gómez, estaría inaugurándose antes del 15 de diciembre.
Otra obra de Unicef es la construcción de una batería de baños, la cual ya arrancó y se une a los trabajos que también realiza la Cruz Roja Internacional. Esta última institución está enfocada en un pozo de agua y en la construcción de un tanque subterráneo de 50.000 litros.