Internacional

El dilema de las «Rutas de la Seda» en una Asia necesitada de infraestructuras

15 de octubre de 2018

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Las «Rutas de la Seda», un programa chino de inversiones euroasiáticas, agravan el endeudamiento de los países pero al mismo tiempo responden a una necesidad colosal de infraestructuras en Asia y benefician al comercio mundial, estima el Banco Mundial.

Este ambicioso programa de puertos, autopistas y enlaces ferroviarios entre Asia y Europa fue lanzado en 2013 por el presidente chino Xi Jinping.

Hay unos 70 países involucrados en este programa que progresa a golpe de talonario, con miles de millones de dólares en préstamos concedidos por China, un modo de aumentar su influencia sobre Estados ya endeudados.

Pese a las controversias suscitadas, el Banco Mundial, al margen de su reunión anual en la isla indonesia de Bali, insistió en las ventajas.

Caroline Freund, directora macroeconómica de la institución, reconoce la existencia de «desafíos espinosos», como los «riesgos medioambientales, sociales, las licitaciones problemáticas y la sostenibilidad de la deuda pública generada».

Con todo subraya que «las oportunidades son enormes: mejora de las infraestructuras transnacionales, costes de transporte reducidos, mayor crecimiento, desarrollo de regiones aisladas».

El Banco Mundial estima que las nuevas Rutas de la Seda podrían reducir 3,6% el coste de los intercambios comerciales para los países concernidos y 2,4% para el conjuntos del planeta, lo cual genera «prosperidad».

Jihad Azour, director del Fondo Monetario Internacional (FMI) para Asia Central y Oriente Medio, comparte este optimismo.

«Varios países, en particular en Asia Central y en el Cáucaso, se beneficiaron para mejorar su comercio interregional» y la región sacará provecho «de una mayor integración», considera.

«Deudas excesivas»

Azour pide no obstante «transparencia en las licitaciones» y mecanismos para que los países que reciban préstamos puedan mantener un nivel de deuda «sostenible».

En cinco años, las inversiones directas de China en varios de estos países superaron los 60.000 millones de dólares.

Según el Centro para el Desarrollo Global, un laboratorio de ideas, las Rutas de la Seda aumentan «significativamente» el riesgo para ocho países muy endeudados, como Mongolia, Laos, Maldivas o Pakistán.

Para Caroline Freund, se trata de un número reducido de países y la parte de los créditos chinos en sus endeudamientos sigue siendo «limitada».

Pakistán, firmante de un proyecto de enlace de 54.000 millones de dólares entre China y el puerto de Gwadar, se halla al borde de la insolvencia y esta semana anunció su intención de solicitar un préstamo de urgencia al FMI.

La subida de los tipos de interés estadounidenses no arregla las cosas, porque aumenta el coste de la deuda contraída en dólares.

El economista jefe del FMI, Maurice Obstfeld, advirtió este martes contra las «deudas excesivas que no pueden ser reembolsadas».

Proyectos bloqueados

Hay otros casos emblemáticos: Sri Lanka tuvo que ceder a Pekín el control de un puerto por su incapacidad para pagar los créditos y Malasia anuló tres proyectos chinos –incluida una línea ferroviaria de 20.000 millones de dólares– por falta de medios para financiarlos.

«Respetamos la decisión malasia, vinculada a la situación del país», comentó en Bali Zou Jiayi, viceministra china de Finanzas, que asegura que «China da mucha importancia» a la solidez financiera de sus socios.

«Esto debe ser eficaz en términos de costes, en conformidad con las reglas del mercado. Son proyectos comerciales ¡no es una ayuda pública ni un plan Marshall!», recalcó.

¿»Rutas de la Seda» sometidas a las fuerzas del mercado?

Un informe reciente del ministerio de Finanzas francés elogia la contribución de Pekín en las «regiones deficitarias» en infraestructuras pero expresa su preocupación por los proyectos cerrados para las empresas que no sean chinas.

Sólo hay 3,4% de proyectos financiados por China y atribuidos a empresas extranjeras, recalca el informe, que recuerda que en Pakistán el 91% de los ingresos generados durante los próximos 40 años por el puerto de Gwadar beneficiará a Pekín.

Y las obras las realizan obreros chinos. «Es una solución para bajar el coste», aduce la viceministra china de Finanzas.

Además hay elefantes blancos, es decir proyectos deficitarios o inútiles que suelen responder a motivos políticos. «Las Rutas de la Seda solo deben conducir a donde hace falta», protestó en abril la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. AFP

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