Cinco días después del devastador terremoto de 7,1 grados que dejó más de 300 muertos en México, los homenajes y sepelios de las víctimas se sucedían entre flores y veladoras en la capital, donde palidecen las esperanzas de encontrar a gente con vida bajo los escombros. La acostumbrada misa de medio día en la barroca catedral de Ciudad de México estuvo teñida de oraciones por las víctimas y el llamado a mantener la ayuda a los damnificados, en un país donde cerca de 84 millones de personas profesan la religión católica, según cifras oficiales. Cerca de ahí, en las ruinas de una fábrica textil que se desplomó, decenas de mujeres acudieron para rendir tributo a las costureras que perdieron la vida en ese lugar. Entre flores y veladoras, las mujeres colocaron una cruz color rosa que decía: “Tu nombre es el mío”, y gritaron los nombres de las trabajadoras muertas. (Foto/AFP)