.- En el corazón de una familia tachirense, donde los valores de la empatía y la ayuda mutua florecieron desde la cuna, nació hace casi tres décadas la semilla de la visión social que hoy se alza como el Instituto de Beneficencia Misael Silva Roa. Esta fundación no es solo una organización; es el eco perenne del amor incondicional de Dora Cardona y Misael Silva, padres ejemplares que tejieron en el alma de sus hijos un profundo compromiso con el bienestar de la comunidad.

Desde que conformaron su familia Dora y Misael, sembraron día a día en sus hijos la convicción de que extender una mano amiga es el más noble de los gestos. Sin reflectores ni reconocimientos, sus acciones cotidianas se convirtieron en la primera escuela de visión social para sus pequeños Mayerlin, Jorge, Misael y Yacksury.

El Sr. Silva, con su espíritu comerciante y su corazón generoso, compartía lo que tenía, contagiando a su familia con la satisfacción intrínseca de ayudar. La Sra. Cardona, con su tesón y sensibilidad, tejía redes de apoyo silenciosas, demostrando que la ayuda genuina no conoce de grandes presupuestos, sino de voluntad inquebrantable.

Tras la partida de Misael, la fortaleza de Dora se instituyó como una luz al final de un túnel. Con la valentía y coraje de una madre que debía sacar adelante a sus tres hijos, tomó las riendas y continuó inculcando esos principios imborrables. En medio de desafíos, la semilla plantada por su esposo germinó con fuerza en sus hijos, quienes atesoraron cada lección de humanidad.

Dibujar sonrisas, parte de la tarea

Fue Jorge Silva, uno de sus hijos más pequeños, quien, en sus inicios como Guardia Nacional, y tan solo 17 años de edad, dio el primer paso formal, impulsado por ese legado familiar, sin imaginar ni siquiera en lo que se convertiría este proyecto diez años después.

Las primeras acciones fueron sencillas, pero significativas: aliviar las necesidades de sus vecinos en una barriada sancristobalense, dibujar sonrisas en los rostros de miles de niños pregoneros con regalos que desbordaban ilusión. Estas iniciativas, nacidas del cariño y la cercanía, sentaron las bases de lo que vendría y se convertiría, desde el 2013, en el bastión principal de sus empresas.

Esta es la historia de cómo nació lo que conocemos como la Fundación Misael Silva Roa. Este nombre, un homenaje al padre que sembró la primera semilla, se convirtió en la visión social de la Corporación JHS, cuya primera empresa nació tan solo un año antes de esa fecha, demostrando que el éxito empresarial puede y debe ir de la mano de un profundo compromiso con la sociedad.

Desde entonces, los hijos del matrimonio Silva Cardona han tomado la antorcha de sus padres, llevando la misión de la fundación a nuevas alturas. Cada acción, cada entrega, cada sonrisa recibida es un testimonio del legado vivo de Dora y Misael.

Ayudar a quienes más lo necesitan

La Fundación Misael Silva Roa enfoca sus esfuerzos en el deporte y la educación, sin dejar de lado ese espíritu de auxilio inmediato que los caracteriza. Las anécdotas de cómo la familia entera no duda en tender una mano a quien lo necesita, incluso en situaciones inesperadas, siguen siendo la esencia de los Silva Cardona, sus familias y su fundación.

La señora Dora, sigue siendo un motor fundamental. Sus recolectas anuales, sus viajes cargados de regalos para el Día del Niño, el Día de la Madre y el Día del Padre, demuestran que la llama de la solidaridad sigue ardiendo con la misma intensidad que hace décadas. Incluso desde la distancia en su natal San Cristóbal, su corazón sigue latiendo al ritmo de las necesidades de su comunidad, a donde siempre vuelve con un objetivo claro: Ayudar a quienes más lo necesitan.

En la actualidad, esta visión social ha ido mucho más allá de la familia Silva Cardona, y del estado Táchira. Miles de personas han sido ayudadas a través de ellos, en todos los extremos de Venezuela, cultivado en cada miembro de la Corporación JHS una marcada sensibilidad social y un compromiso intrínseco de ofrecer ayuda a quienes les rodean, impulsados por la generosidad.

Es así como la Fundación Misael Silva Roa se ha convertido en una historia de amor familiar trascendiendo generaciones, un relato donde la sensibilidad y la acción se entrelazan para construir un tejido social más fuerte y humano. En el legado palpable de Dora y Misael, un latido solidario que resuena con fuerza en cada vida que toca, demostrando que la verdadera riqueza reside en la capacidad de dar y transformar el mundo que nos rodea.

NDP

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