Nacional

Profesores particulares: la otra cara de la educación online

24 de noviembre de 2020

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Pese a los “intentos” del Gobierno nacional de activar diversas estrategias y herramientas a fin de promover y mantener la educación a distancia, como medida de prevención contra el Covid-19, para la población anzoatiguense esto no ha sido color de rosas para nada.

Ante el déficit de instrumentos que faciliten el aprendizaje de manera online, la cantidad de actividades académicas que son enviadas y la carencia de los principales servicios públicos como electricidad y telecomunicaciones, algunos padres y representantes se han visto en la necesidad de apelar a otras alternativas para que sus hijos amplíen sus conocimientos y cumplan con las asignaciones del programa educativo.

La búsqueda de profesores particulares ha sido la opción más común. Y es que cada vez son más las personas, profesionales o no de la educación que ofrecen sus servicios de apoyo en las diferentes plataformas digitales y sus más populares comunidades, especialmente en la zona metropolitana, donde la presidenta del Sindicato Venezolano de Maestros (Sinvema) en la región, Maira Marín, aseguró que se concentra el grueso de docentes del estado.

“Los maestros se están dedicando a dar tareas dirigidas porque hay un cúmulo de asignaciones pedagógicas semanales. Un maestro le hace las tareas a otro, porque los representantes los ubican”.

Para Marín, estas son las consecuencias de forzar el inicio del año escolar bajo esta modalidad. Resaltó que el niño tiene la ventaja de estar resguardado en su casa para prevenir el virus, pero que no recibe la enseñanza adecuada.

La representante gremial calcula que más del 90% de los docentes en la entidad están en condiciones de “sobrevivencia” por los bajos salarios que perciben, puesto que el que más gana no supera los $6.

Señaló que la mayoría de los educadores no sólo dan tareas dirigidas, también realizan labores domésticas, elaboran aceites de coco o dulces, como en el caso de la maestra Roselys Moreno, quien desde hace dos años se dedica a la repostería, pero a raíz de la pandemia acentuó sus labores.

“Siempre he trabajado con las tareas dirigidas, pero eran en Portugal y se me complicaba el pasaje para trasladarme desde Las Casitas. Me tuve que dedicar de lleno a realizar dulces, porque me ayuda a solventar bastante para el diario”, comentó Moreno.

Afectados

Para la presidenta de la Federación Nacional de Sociedades de Padres y Representantes (Fenasopadres) en Anzoátegui, Gladys Kumbo, los docentes y niños de la entidad, como en el resto del país, no estaban preparados para enfrentar la pandemia debido a la crisis que existe con los sistemas tecnológicos, por lo que, en compañía de la directiva, concluyó que el proceso pedagógico no se estaba dando, “es inexistente en la población”.

Explicó que a nivel del sector privado, aun cuando los colegios intentan mantener una dinámica con plataformas educativas, donde los alumnos entran y son guiados para realizar las actividades, hay padres que han acudido a las tareas dirigidas porque sienten que no están capacitados pedagógicamente para ayudar a los niños y no tienen los conocimientos actualizados. Estima que 70% de la matrícula acude a estas alternativas.

“Es tanto, que tú ves que en cualquier grupo de WhatsApp que hay personas ofreciendo tareas dirigidas, pero tampoco sabes si esa persona está en la capacidad, aunque los padres y representantes los aceptan”, expresó Kumbo.

En el caso de las escuelas públicas, la vocera aseguró que la situación es más grave, pues menos del 40% de la población tiene acceso a buscar estas alternativas de profesores particulares.

“Aun cuando el Ministerio dijo que si se dan las condiciones, algunos padres pueden acudir de manera presencial a recibir las instrucciones, aún sigue presente el problema del internet y la electricidad que afecta todos los sectores. El sistema educativo no está cumpliendo su función”.

Relató que una representante de un populoso sector de Barcelona le contó que como no tiene teléfono le paga a una vecina para que reciba la información que envía la maestra y se la transmita al niño cuando le dé las tareas dirigidas. Le paga con dinero o comida.

Tras un sondeo realizado por el equipo de El Tiempo, se constató que los padres que buscan ayuda extracurricular para sus hijos, deben cancelar, mínimo, entre $1 y $10 por recibir de una a tres horas de clases, durante tres a cinco días a la semana. La cifra se puede elevar si los estudiantes son de colegios privados o requieren atención personalizada y a domicilio.

Hay personas que también brindan servicios de investigación como ayuda / Foto: Milena Pérez.

Necesidad

La técnico superior universitario (TSU) en Petróleo, Elimar Mendoza, a pesar de su preparación y experiencia laboral, considera que no tiene la pedagogía para enseñar a sus dos hijos, en las distintas áreas de estudios de la educación primaria.

Comentó que tuvo que hacer un “esfuerzo”, ya que es una asalariada del sector público y su sueldo jamás le da para pagar unas actividades extracurriculares, para meter a su hija más pequeña, que cursa tercer grado, en tareas dirigidas.

“Conmigo no presta la atención adecuada. La maestra con la que la inscribí es jubilada y tiene esa capacidad. Lo que le envían vía WhatsApp todos los lunes de la semana radical, para dos semanas, lo realiza en dos o tres días y luego el resto de la semana es para reforzar los conocimientos que la niña requiere para avanzar, porque me parece que esas tareas son como estancadas, creo que le falta más contenido”, expresó la habitante de Bello Monte, en Puerto La Cruz.

Por considerar que a su primogénita le enviaban actividades que no estaban acorde a su nivel, el ama de casa Yelitza Bastardo la colocó en tareas dirigidas. Afortunadamente, por ser con una tía que es docente, mencionó que fue exonerada de cancelar los $2 que cuesta la atención de lunes a jueves durante dos horas.

“Está en el tercer nivel de educación inicial y lo que le mandan en la escuela es a dibujar, más que todo, cosas básicas. Queremos que se prepare bien para el primer grado. Sí seguía así, iba a aprender a leer en tercero. Hay un niño de su edad en las tareas dirigidas que ya lee”, manifestó.

Pero no todos los que imparten clases extracurriculares suelen ser maestros. Tal es el caso de la periodista Ana Albornett, quien tomó la decisión de dedicarse a la enseñanza de manera particular, en su apartamento, a raíz de la pandemia, para también cuidar a sus dos hijos de tres y cinco años.

“Gracias a Dios siempre he sido muy aplicada. Pero me ha tocado aprender con el apoyo del internet y otras maestras para dar las clases que les envían, unas más intensas que otras a los niños. Hacemos las actividades del cuaderno más la evaluación. Luego los pongo a hacer cualquier otra actividad, manualidades o examen virtual. Tengo a casi todos los niños del edificio”.

La estudiante de Ingeniería en Producción en la Universidad Simón Bolívar en Caracas, Valentina Sotillo, quien desde que comenzó la pandemia está en su casa, en Puerto La Cruz, comentó que en sus ratos libres siempre daba clases, pero ahora la buscan, más que todo, para que ayude a los alumnos con las tareas que les envían los maestros. Explica Inglés, Matemáticas, Lenguaje y Física, entre otras materias.

“Les están enviando muchos trabajos. Yo particularmente siento que los explotan. Ahorita estoy atendiendo a un niño de primer año, que tuvo ese cambio radical de sexto grado. Voy dos veces a la semana a su casa, cada día son tres horas. Veo qué tiene pendiente en la semana y le dedico tiempo exclusivo porque se distrae”.

Señaló que también atiende a un pequeño que estudia en un colegio público y cuya mamá le pide que lo asesore con lo que debe investigar.