Con el debido respeto, hágoles las recomendaciones siguientes:
1) Con urgencia de vida o muerte se ha de afrontar el más grave problema que tiene el país: la criminalidad. De la serie de acciones a tomar, la que corresponde por antonomasia a la Asamblea Nacional Constituyente es la legislativa y, así, es indefectible que corrija la inaudita debilidad de las leyes penales. Ha poco el presidente del Supremo, Mag. Maikel Moreno, propuso a esa A.N.C. el elevar las penas para algunos de los delitos más graves. El Proyecto de Código Penal del Tribunal Supremo de Justicia, de 2004, propuso elevar las penas en homicidio, lesiones, violación, robo y secuestro; y tipificó como crímenes de lesa humanidad el terrorismo y el tráfico de drogas.
2) Con urgencia de vida o muerte se debe solucionar la terrible escasez de medicamentos. Y sobre los alimentos hay muchísima premura. Permítase la ayuda internacional y evítese que mercenarios –criollos y extranjeros– la pretexten para su anhelada intervención. Si coliden derechos constitucionales, se ha de dar más valor a la vida.
3) Con urgencia se debe controlar la natalidad. Si cuando alboreó el siglo XXI se hubiera educado en serio al pueblo en la planificación familiar, la patética carencia de medicamentos y víveres sería muchísimo menor. En solitario advierto sobre esa calamidad y con mayor énfasis desde el año 2000, porque creí que gobiernos progresistas sí se preocuparían por el tema (abandonado por todos –en especial por los copeyanos– y con excepción del Gobierno del presidente Leoni), y máxime porque implica gran injusticia social y perjuicio salutífero a las mujeres. Se han perdido casi veinte años para frenar el explosivo crecimiento de la población que, como de antiguo se sabe, agota las subsistencias y más cuando hay grandes fallas en producirlas (es evidente que no hay suficientes recursos demográficos) y un criminal boicot a la Economía. Si no se racionaliza ese grave problema, o se hace el milagro de la multiplicación de los panes o se podría volver a la antropofagia…
4) Quienes se oponen al control de la natalidad también son culpables de que haya tantos abortos clandestinos y muertes consiguientes. Las mujeres de las clases acomodadas pueden comprar más anticonceptivos y si hay embarazos pueden ir al exterior y abortar. Aquí el aborto es criminal sólo contra el proletariado (de prole, prolífico), cuyas mujeres sufren cárcel, muertes y enfermedades por no poder practicárselo con la debida atención médica y tal como se hace en el mundo civilizado, capitalista o socialista. Pese a que en 1970 dictóse en la UCV el primer curso sobre Sexología Médica, después hubo gran incuria y ha mucho no hay educación sexual ni planificación familiar y tal ocasiona que el aborto se use para control de natalidad. Son derechos humanos el poder decidir si se quiere tener hijos y cuántos; el de tener una vida sexual activa; y el de que las mujeres decidan, controlen o regulen su propia reproducción. Legalícese el aborto e iníciese de inmediato una política demográfica seria: aborto legal (intervenciones sanitariamente correctas y técnicamente realizadas), contra aborto clandestino o torpes maniobras de la embarazada o de impreparados auxiliadores e incluso curanderos.
5) Apruébese la eutanasia liberadora y estoica: la vida es un derecho; pero no un deber. Hay una tendencia mundial, en grupos de pro y emancipados de prejuicios y supersticiones, a respetar la voluntad ajena en la fase terminal de su vida. Hay el derecho constitucional a desarrollar la personalidad y a no recibir tratos degradantes: nadie puede ser obligado a tratos médicos. (En Venezuela, hasta demostración en contrario), la primera vez que se propusieron la eutanasia activa directa y el aborto libre –de acuerdo con la solución denominada “del plazo”– fue en aquel Proyecto del TSJ, en 2004.
6) Cámbiese el superilustre nombre de “Bolívar” a la tan devaluada moneda; pero no por el de “venezolanos” de plata –ya que hay tantos de otra materia– como denominábase la moneda de plata de cinco bolívares o “el Venezolano”.
7) A la Constitución –que de fondo es magnífica– corríjasele su pésima redacción y, como obra de caridad, prescíndase del horrísono e innecesario desdoblamiento en frases como “los ciudadanos y las ciudadanas” o “los niños y las niñas”, lo cual es un atentado a la ortodoxia lingüística y, por si fuere poco, una soberana ridiculez…
Nota bene: muy bueno el programa del periodista Miguel Salazar el antepasado domingo 17 de los cursantes, por el canal i. De principio a fin, cuando remató con un muy merecido elogio al Dr. Humberto Fernández Morán, quien, como afirmó, sí merecería ser exaltado al Panteón Nacional. En El Universal me referí a ese patriota insigne en algunos artículos, como en el del 27-9-2016: “El eminente científico Fernández Morán decía que “Venezuela tiene asegurado su futuro; pero no por el petróleo sino por las lateritas arcillosas” y creo que se refería al Coltán u oro azul”.
(Alejandro Ángulo Fontiveros)
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