No poseer ahora celular es cuasi delito. Nada importa si es analógico, de antigua o última generación. Pero demasiado grave no estar conectado a Internet, Twitter, Facebook, Whatsapp o Instagram. Con radio, mini cámara fotográfica, pantalla de tv, reproductor estéreo, grabador de voz y video. La fiebre por los portátiles y, mientras más costoso da mayor prestancia, es ya epidémica en Venezuela. Hoy existen en todo el país 31.716.105 millones de móviles, de los cuales alrededor del 73% son inteligentes. Igual a la población nacional del gran total de 7 mil billones registrados en el mundo, según recientes estadística. Una marca internacional nada ostentosa para un país en crisis. Hasta los niños andan hoy adosados a portátiles en guarderías y jardines de infancia. También taxistas, autobuseros, camioneros, conductores particulares, motociclistas, carretilleros, heladeros y transeúntes. Quien hoy no posea celular es un segregado social. Pese a la alta incidencia de accidentes automovilísticos mortales y a los riesgos por la detección de tumores. Incluso en el cerebro, a causa de las radiaciones, según comprobaciones científicas. Tanto que en Estados Unidos existe prohibición penal de hablar por los portátiles cuando se maneja, mientras en Francia y Alemania es ilegal venderlos a menores de edad. Frente al disloque colectivo que a diario provoca, incluso tragedias y muertes en el tránsito, se impone de urgencia la anticelularmanía. Podemos evitar mayores accidentes y salvar muchas vidas con severas restricciones oficiales y mayor vigilancia en ciudades, pueblos y carreteras. (Germán Carías Sisco)
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