Definitivamente, la manera de entenderse con la ciudad es contrastándola. Nuestros líderes locales no terminan de comprender que tienen que comportarse como ciudadanos de “a pie”. Que no hay otra forma en que se reconozcan las necesidades de las comunidades, y se vislumbren las posibles soluciones. Es un imperativo que paseen por los diferentes sectores de San Cristóbal, que vuelvan a sentir alegría, indignación, y todos aquellos sentimientos necesarios, para que recuperen el sentido de pertenencia que deben tener acerca de esta nuestra ciudad.
Creo que el mejor modo de visualizar lo que intento expresar es a través de los ejemplos, por lo que voy a relatar lo que sucedió el pasado jueves 22.
Ese jueves se presentaban dos libros en un espacio cultural de la ciudad. Uno era una novela de la joven escritora trujillana Sol Linares, y el otro un poemario de Antonio Trujillo. La hora: 6 de la tarde…las personas concurrieron a tiempo, y con alegría, pero… ¡se fue la luz!
Las expectativas en relación al evento eran muchas: dos buenos escritores, la posibilidad de compartir con ellos su experiencia, una buena manera de finalizar el día, luego de trabajar, estudiar, resolver. Se creó una especie de tensión en el aire, ¿se realizará la actividad? ¿Qué pasará con el transporte? …si no se consigue en horarios normales, imagínense a otras horas y sin luz.
Se buscaron velas, se iluminó el espacio, creando un ambiente mágico y posible, volvió la calma, empezó a llenarse la sala. Familias con niños pequeños se atrevieron a entrar, el acto dio inició con la aparición de un payaso atípico en sus manifestaciones, se hizo la presentación del evento, se habló de alianzas estratégicas en tiempos difíciles, se disertó sobre la obra de cada uno de los escritores; ellos a su vez conversaron sobre el significado e importancia de la experiencia de vida de cada quien, y cómo incide en lo que se es, y cómo se traduce, en el caso de ellos -como escritores- en los libros que hacen, en su narrativa, en su poesía. Repito, fue mágico, diferentes géneros, diferentes edades, diferentes pensamientos, todos unidos en torno a la palabra, y la necesidad de compartir espacios de encuentro. NUESTRA CIUDAD REQUIERE MÁS ESPACIOS DE ENCUENTRO, MÁS ESPACIOS PARA LA DISERTACIÓN Y EL DISTENDIMIENTO.
La gente reaccionó en forma positiva ante un hecho contundente, sin luz, sin transporte y sin efectivo, decidieron quedarse y participar, porque hubo una respuesta adecuada al problema que se presentó.
Es tan simple como que cada quien debe hacer lo que le corresponde, con amor, eficiencia, y profesionalismo. Hubiera sido más fácil suspender el evento, cerrar más temprano, las personas irse a sus casas, tristes y decepcionadas por haber puesto su esperanza en una actividad diferente.
Entender que la ciudad requiere actividades y espacios que signifiquen la reconciliación, independientemente de quién haga la actividad. Entender que pueden presentarse diferentes actos, personas, pero en cada uno de ellos debe estar el respeto al otro. Que los espacios de encuentro nos pertenecen a todos, y deben ser seguros, iluminados, limpios, de forma permanente.
Y a riesgo de parecer repetitiva: ¿qué pasa con el transporte? Se subieron las tarifas, pero no todas las unidades se han incorporado, los horarios siguen restringidos…nuestra productividad, y nuestra intención de recuperar nuestras vidas, aún en tiempos de crisis, sigue mermada. La iluminación de nuestros espacios sigue siendo prácticamente nula, generando inseguridad, y acrecentando nuestra decepción ante supuestos líderes. No obstante, la comunidad sigue organizándose, de diferentes maneras, para resolver su día, a día. Sería una lástima que nuestros gobernantes no se unan a esa capacidad organizativa y de respuesta que la gente tiene y está dispuesta a dar, en paz.
(Julieta Cantos)