El Centralismo es pertinaz y sistemático. Estrangula al poder político, económico, social. Se impone y da órdenes y planifica a ciegas. Sencillamente el mandato es asfixiante en actividades como la agricultura, la pesca, la agroindustria las actividades petrolera y minera; en servicios básicos como: El agua potable, el gas doméstico, la luz eléctrica, la salud, la vialidad, desarrollos urbanos. La actuación de los jerarcas centralizadores tiene consecuencias nefastas e impide un desarrollo armónico y equilibrado de las regiones. El retroceso ha sido evidente, dentro de un país como el nuestro, rico en recursos naturales y humanos.
Venezuela ha sido víctima por décadas de ese sistema siniestro, prácticamente desde la fundación de la República -1830-. Esta práctica consuetudinaria ha llevado a un anquilosamiento del centralismo. De ahí el atraso visible de la mayoría de los estados, municipios, o de las grandes parroquias, que se encuentran menguadas. Urgentemente claman por La Municipalización, dándoles carácter de autonomía, con su respectiva autarcía.
Hablando metafóricamente, los gobernantes centralistas imponen a sus coterráneos una especie de soga en el cuello, además, castran la libertad de pensamiento de los ciudadanos. Estos se convierten en cautivos y sumisos al gobierno central, no se les permiten actuar con libertad de acción, sencillamente es una fuerza totalitaria. Con ello concentrando poder político, económico, fiscal y militar; originando corrupción, y ruina al país, imposibilitando transparencia en la gestión administrativa en pro del desarrollo y crecimiento de la economía. Siendo los más perjudicados los municipios. Sobre todo, los despoblados y en zonas fronterizas, a la buena de Dios. Las razones son suficientemente claras, ha imperado el manejo de los gobiernos, por militares y dictadores, quienes defienden el centralismo a ultranza. El mandato se ejecuta por arriba. Sus actuaciones son contraproducentes para una verdadera democracia.
Los países más avanzados, han estado gobernados por civiles y con gobiernos descentralizados. Los militares deben regresar a sus cuarteles y hacer su oficio, para lo que ellos están preparados. La institución militar del país era muy respetada y querida por los venezolanos, llevaban su uniforme con orgullo como herederos legítimos de los Libertadores. Ahora, se sienten avergonzados con una institución débil y de poca respetabilidad ante la ciudadanía. Su formación militar era de prestancia. Iban a hacer postgrados: A Europa, Estados Unidos, Perú, Argentina, Brasil…
Con la llegada de la llamada Revolución del Socialismo del Siglo XXI; mejor dicho, con la involución de la nación. Nos retrotrajimos al Siglo XIX. Sencillamente se ha acentuado un feroz centralismo, que degrada al pueblo. La clase media pujante que daba fortaleza a la nación se ha empobrecido aceleradamente y la clase pobre se ha hundido más. Los inversionistas nacionales han sido perseguidos y los foráneos ahuyentados. Esta situación ha traído como consecuencia una crisis económica social espantosa.
Además, los impuestos recabados de los estados y municipios van a las arcas de la capital: cuyo gobierno central devuelve en pequeñas cuotas o migajas a las regiones y, lo demás van parar a los bolsillos de los corruptos. A todo ese cuadro miserable, se le llama Centralismo. En el año 1989, con la democracia, se dio el primer paso de descentralización al permitirse elecciones para gobernadores; su concepción fue endeble, no fue suficiente. Había que permitir poder de competencias e implantar La Municipalización, para que estas entidades pequeñas y sus ciudadanos crearan fuerzas de desarrollo autónomo, con su respectiva autarcía, en la búsqueda de gobernanza, gobernabilidad y desarrollo.
En Venezuela existen monstruos de municipios y parroquias que son mucho más grandes que una serie de ciudades. Ejemplos: El municipio Libertador, en Caracas, y el municipio Sucre en el Estado Miranda, con parroquias gigantes.
El Movimiento Independiente Democrático -MID- El Proyecto País, plantea La Descentralización, con un país federado en lo político, económico y social. Dándole transformación a las materias primas y así, generar valor agregado; brindando mayores riquezas. Esta es una gran oferta para gobernar. En resumen, La Descentralización es la liberación del espíritu de la ciudadanía condenada desde la mazmorra del absolutismo de estado. El Centralismo hay que decretarlo como enemigo del desarrollo y la democracia. Es una clara y definitiva rémora perversa, que aún pervive del pasado.
La Descentralización, con un estado eficiente, la empresa privada con responsabilidad social, y con recursos humanos bien formados, constituirán una tríada de comunión nacional, regional y municipal. Es un salto cualitativo y definitivo hacia a la Democracia plena y moderna. Ella, es para Venezuela, la verdadera Revolución del Siglo XXI. Este concepto de gobernar la nación es un desafío, el cual debe es concluyente y constituyente.
(Orlando Ramírez)
(*) Prof. Titular-UNET.
Egresado del IAEDEN
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