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Luego del regreso de Fernando VII al trono en España en 1814 y de la expedición del general Pablo Morillo a Venezuela en 1815, la suerte de la república era desastrosa. El invasor español estableció unas cuantas draconianas medidas en desmedro de los patriotas venezolanos. El Libertador Simón Bolívar, quien había emigrado a la Nueva Granada, se ve obligado, por las discordias con algunos jefes militares y autoridades de ese país, a emprender viaje a Kingston en 1815. Permanece en Jamaica hasta el 18 de diciembre de 1815. Allí pasó algunos apuros por escasez de dinero. Recibió protección económica del comerciante inglés Maxwell Hyslop. El exiliado caraqueño aprovechó su estadía en el país anfitrión para crear opinión pública en pro de la causa patriota venezolana. Escribió artículos en el periódico Royal Gazatte. El 6 de septiembre de 1815 redactó la futurista Carta de Jamaica. Esta epístola ha sido considerada el mejor escrito suyo, donde expuso la situación particular de la mayoría de los países hispanoamericanos y recogió sus pensamientos políticos en relación al futuro de los mismos.
De Jamaica, después de escapar de un intento de atentado, viajó a Haití, donde el presidente, exesclavo, Alejandro Petión, le prestó valiosa ayuda para una expedición invasora a Venezuela, con la condición de liberar a los esclavos cuando independizara a su patria. Esta promesa no la pudo cumplir a cabalidad el Libertador, pero redactó varios decretos y en las Constituciones de Angostura, en 1819, y la del Rosario de Cúcuta, en 1821, planteó la liberación de los sumisos. Esta aspiración humana y justa del líder de América no encontró apoyo en la clase política del momento. Al regresar a su patria, en 1816, Bolívar fue reconocido como Jefe Supremo de la República. Varios jefes republicanos importantes, como Santiago Mariño, Francisco Bermúdez, Manuel Piar, entre otros, pelean arduamente en el oriente del país.
En agosto de 1816, el Libertador aspiraba a conquistar a Guayana basado en el ejército que comandaban tanto Mariño como Piar. Estos dos jefes patriotas no reconocían la autoridad de Bolívar. Sin embargo, el Libertador hacía grandes esfuerzos para lograr la reconciliación. Pero la situación de entonces era compleja. Uno de los principales impulsores de la desavenencia contra Simón Bolívar fue Santiago Mariño, quien desacata la autoridad del Libertador.
El jefe Mariño es derrotado sucesivamente en Cumaná y Barcelona. El general Piar avanza victorioso y triunfó en San Félix el 11 de abril de 1811. Luego el máximo jefe republicano se reúne con el general victorioso guayanés. Al recibir refuerzos de los ejércitos al mando de los jefes patriotas, Bolívar quedó en poder de Guayana. A pesar de los gestos de armonización de Bolívar, el general Piar continuó la conspiración contra el jefe supremo. Trataba de acaudillar a los pardos, para utilizarlos en una guerra de clases, así como soliviantar a las tropas patriotas. Es detenido en Aragua y llevado a Angostura, sometido a juicio y lamentablemente fusilado el 16 de octubre de 1817. Tal medida extrema la empleó el Libertador como una forma de imponer la disciplina, dar escarmiento a los desobedientes y asegurar la victoria de las huestes nacionalistas.
En 1817, cuando la causa republicana estaba en franca recuperación, la pugna entre los jefes patriotas era una lucha por el poder, la cual afectaba la suerte de la incipiente república. Al arribar el Libertador a Guayana para asumir el mando del ejército y dirigir la campaña, el general Santiago Mariño, en discordia con Bolívar, reunió el 8 de mayo de 1817, en el denominado Congreso de Cariaco. Entre los jefes patriotas asistentes al mismo se encontraban: Francisco Antonio Zea, Diego Bautista Urbaneja, el Canónigo Madariaga, Luis Brión, Francisco Javier Maiz, Francisco Javier de Arcalá, Diego Vallenilla, Diego Antonio de Alcalá, Manuel Isava, Francisco de Paula Navas y Manuel Maneiro. El Congreso de Cariaco nombró para integrar el Ejecutivo a Fernando Rodríguez del Toro, Francisco Javier Maiz y Simón Bolívar. Como suplentes a Francisco Antonio Zea, Madariaga y Diego Vallenilla. Otros nombramientos fueron: Santiago Mariño es designado Jefe Supremo del Ejército y Luis Brión como Comandante General de la Armada.
Al enterarse el Libertador de los propósitos de los revoltosos, declaró nulos los actos del Congreso por considerarlos ilegítimos. Por tal motivo, la vigencia del mismo fue escasa y al mes sus integrantes se dispersaron y muchos de ellos se unieron a las tropas del Libertador y, además, reconocieron su autoridad.
Para Bolívar, el Congreso de Cariaco nunca fue representativo. El 6 de agosto de 1817 se refiere a ese cuerpo colegiado y dice: “que había durado tanto como casabe en caldo caliente, porque de verdad fue efímero”. Dos de los decretos emitidos por dicho Congreso aún permanecen vigentes: el nombre de Nueva Esparta para la Isla de Margarita y las siete estrellas de la bandera nacional, hasta hace pocos años cambiadas a ocho estrellas en el pabellón nacional. El episodio lamentable del Congreso de Cariaco integra, junto a otros hechos, el viacrucis sufrido por el Libertador en su vida de hombre público. Por eso, es emblemática su autocalificación del hombre de las dificultades, expresado alguna vez y también concuerda por lo dicho por el Dr. Gerhard Masur en su libro Bolívar Siempre: Bolívar, el hombre de los pesares.
Al conmemorarse el 8 de mayo el aniversario del Congreso de Cariaco, debemos rendir más homenaje y tributo a la gesta heroica desempeñada por el Libertador Simón Bolívar en pro de nuestra emancipación. Amén de recordar y practicar plenamente su legado democrático, hoy seriamente amenazado por el desastroso socialismo del siglo XXI. (Alejo García S) /
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