Pareciera quizás desfile de circo o tal vez postal en preámbulo a las ferias patronales. Pero no, es la dolorosa y bochornosa realidad: la movilización en camiones de carga, busetas y camionetas, habilitados hoy por necesidad, para transportar miles de pasajeros, niños, mujeres, e inválidos, varados en las obligantes colas callejeras en casi todas las ciudades, pueblos y aldeas de Venezuela. Triste espectáculo de ver damas, viejos y lisiados trepados como “Tarzán” o monos en riesgosas maromas a los muchos destartalados vehículos para el transporte de mudanzas o de reses al matadero. Aunque me he abstenido de referir temas en lindes políticos, hoy opté por abordar el deplorable caso ante la sugerencia de un asiduo lector, el gran amigo Wilfredo Gámez, igual las exigencias de muchos otros tachirenses apenados como casi toda la población por la nueva y escandalosa movilidad urbana a la fuerza. Impuesto en medio de la crisis económica y lo más significativo es la incidencia de los riesgos de accidentes hasta mortales. Pero lo más alarmante es que ante el paro ilegal decretado por las roscas expoliadoras sindicales al fijar tarifas leoninas inalcanzables para las clases de menores recursos y a la desidia oficialista por no resolver a tiempo la situación, se ha agravado la situación. Y lo más grave es que el servicio masivo no es gratuito, sino que los señores transportistas tienen sus propias tarifas establecidas de acuerdo a su antojo y capricho. Esas movilizaciones maromeras no bajan de 20 mil bolívares hasta los 50 y 70 mil bolívares, según la ruta y l distancia. Triste modalidad que además oculta peligros inevitables como el pinchazo de un neumático, un choque o la falla de frenos. Sin dudas, deprimente espectáculo circense. (Germán Carías Sisco)/[email protected]