Opinión
De Eduardo Fernández para Gustavo Coronel en respuesta a una carta abierta
6 de abril de 2018
Recordado y estimado amigo:
He leído la carta abierta que me has dirigido. Procedo a contestarla y a formularte algunos comentarios.
Hay gente que solo piensa en sus propios beneficios. Hay también quienes procuramos servir a nuestras convicciones, a nuestros principios y al modo como apreciamos el interés nacional. Fundados en reflexiones serias y razones de peso.
Todas las investigaciones de opinión pública en Venezuela ponen de manifiesto que el Gobierno está muy mal. La opinión negativa del Gobierno se coloca, en todas ellas, por encima del 70 %. En esas circunstancias, creo que es un error no aprovechar la ruta electoral para salir del Gobierno.
Tenemos elecciones presidenciales este año porque las ordena la Constitución. Es por mandato de la Constitución, no por la convocatoria de la írrita Asamblea Nacional Constituyente.
La fecha de las elecciones la conocía el Gobierno y la conocía la oposición. Había que prepararse.
El Gobierno se ha preparado. Decidió presentarse con un candidato, con un programa y con una organización.
La oposición llegó al año electoral sin candidato, sin programa -al menos conocido- y sin organización. Además, sin una estrategia definida y consensuada.
Tú piensas que mejor es no votar. Respeto tu opinión, pero no la comparto. Es más, creo que es un error. Un grave error.
Algo hemos hecho mal los venezolanos que tenemos 20 años sin podernos quitar de encima un gobierno tan malo y que tanto daño le ha hecho y le continúa haciendo a Venezuela.
Tienes la amabilidad de recordar, con palabras elogiosas, mi actitud frente a los acontecimientos del 4 de febrero de 1992. En aquella oportunidad me limité a cumplir mi deber. A defender la Constitución y la democracia. También entonces fui muy criticado. Ahora, como entonces, actúo de acuerdo con los dictados de mi conciencia y procurando servir a los más altos intereses nacionales. Allí no estuvieron presentes ni intereses partidistas ni intereses personales. Solamente el interés nacional y mis principios democráticos. Hoy actúo de la misma manera, pensando en el interés de Venezuela y de los venezolanos.
También fui objeto de muchas críticas cuando me opuse a la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por Hugo Chávez en 1999. Y cuando me opuse al paro petrolero “indefinido” y cuando me opuse a la tesis de la abstención electoral frente a las elecciones de la Asamblea Nacional en diciembre de 2005. Muchos de los que proponían aquella política hoy reconocen que fue un error, un grave error, cuyas consecuencias todavía estamos pagando.
En noviembre del año pasado, a raíz de las elecciones de gobernadores, escribí un memorándum que hice llegar a personas influyentes de la opinión pública venezolana, en el que recordaba que el año 2018 sería año de elecciones y que tenía la impresión de que la dirección política de la oposición no se estaba preparando. Advertí que serían elecciones para presidente de la República, pero también para diputados a los consejos Legislativos regionales y para concejales en cada uno de los municipios.
Recomendé vivamente que se hiciera el esfuerzo de llegar al año electoral con un candidato presidencial acordado por todos y rodeado de un gran programa de consenso, con una organización eficiente para enfrentar y derrotar las maniobras y trampas previsibles del Gobierno y con una estrategia convenida.
Por cierto, las elecciones de gobernadores no fue que las ganó el Gobierno, fue que las perdió la oposición. En diciembre del año 2015 la oposición ganó la Asamblea Nacional de una manera contundente porque hizo bien su trabajo Las de gobernadores y alcaldes se perdieron porque no se hizo bien el trabajo.
El Gobierno sacó su misma votación de siempre. Esas elecciones tenía que haberlas ganado la oposición. Tanto las de gobernadores como las de alcaldes.
También las elecciones presidenciales podemos y debemos ganarlas. La abstención no resuelve nada. Se queda Maduro y se queda el Gobierno.
A Venezuela le conviene salir de este gobierno lo más pronto posible y lo menos traumáticamente posible. Al país no le conviene ni una acción de fuerza desde el exterior y tampoco una decisión de origen militar. El cambio debe ser con votos, fruto de un esfuerzo de los venezolanos y no con balas. Eso lo dije en la madrugada del 4 de febrero y eso lo repito hoy.
Una oposición que tiene una votación potencial de 70 % contra 30 %, tiene que ganar.
Por supuesto, si esa fuerza está fracturada, sin candidato, ni programa conocido, sin estrategia y sin organización, será difícil que logre la victoria.
No olvidemos que durante todo el transcurso del año 2017 voceros muy calificados de la oposición desafiaron al Gobierno a que convocara elecciones generales adelantadas, para elegir todo, desde presidente de la República hasta concejales.
La solidaridad de la comunidad internacional con Venezuela es algo que debemos apreciar, valorar y agradecer. Pero eso no puede hacernos olvidar que, al final, la solución de los problemas venezolanos nos corresponde a nosotros, los venezolanos.
Creo que es una magnífica noticia que se haya constituido ese gran frente de unidad nacional que va mas allá de los partidos políticos. Es indispensable que el liderazgo nacional, no solo el de los partidos, se haga presente en esta hora tan dramática de la vida nacional.
¡Ojalá esa reunión se hubiera celebrado antes y ojalá esa decisión de unir esfuerzos se mantenga hacia el futuro!
Inteligencia y patriotismo es lo que reclama Venezuela en esta hora. Inteligencia para comprender la magnitud de la crisis que atravesamos y patriotismo para poner de lado intereses partidistas y ambiciones o resentimientos personales y hacer prevalecer los altos intereses del país.
Votando podemos cambiar al Gobierno. Votando no lo estaremos legitimando.
Tampoco la oposición chilena legitimó a Pinochet cuando asumió la vía electoral.
Tampoco los de Polonia legitimaron al régimen comunista cuando asumieron la vía electoral.
Tampoco la señora Violeta Chamorro y la oposición democrática en Nicaragua legitimaron al régimen sandinista cuando resolvieron concurrir a las urnas electorales.
De lo que se trata es de rescatar a Venezuela.
Prefiero la lucha democrática y electoral en cada estado, en cada municipio, en cada parroquia, en cada barrio y en el corazón y la inteligencia de cada venezolano.
No quiero soluciones que supongan más derramamiento de sangre, ni más violencia. Lo que deseo para Venezuela es muy concreto:
Paz, justicia, libertad, democracia y acabar con el hambre y con la desesperanza. ¡Nada más!
De lo que se trata es de lograrlo lo más pronto posible y no derramar más sangre de venezolanos en ese empeño.
De lo que se trata es de hacer valer nuestro derecho a resolver con votos los problemas que pueblos más atrasados tratan de resolver con la violencia.
Entre votar y no votar, yo prefiero votar.
Entre Maduro y Falcón, yo prefiero a Falcón.
Recibe un cordial saludo de tu amigo. (Eduardo Fernández)