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29 de junio de 2024
Carlos Casanova Leal
Son dos extraordinarias obras del escritor de Portugal José Saramago, en esta oportunidad conversando con mi hijo Mathías Eduardo, quien acaba de terminar su lectura y derivado de que las obras las leí en su tiempo y tratándose precisamente sobre la manipulación del ciudadano por parte del Estado junto a los aparatos ideológicos con sus excesos, de donde el comportamiento cívico y moral de la sociedad está por encima de sus dirigentes, pues me dije: “Este es el caso de Venezuela”.
Tanto en la novela “Ensayo sobre la ceguera” como en Venezuela, el Gobierno implementa un plan del todo vale menos la ética, nos muestra a manera de reflexión necesaria hoy cómo los centros de poder manipulan y mal gobiernan desde premisas falsas en un sistema democrático que ya dejó de serlo hace años.
La similitud de situaciones entre la novela de Saramago y la Venezuela actual, pasa por la circunstancia de que en aquellas elecciones los ciudadanos decidieron individualmente ejercer su derecho al voto de una manera inesperada llegando a contarse el 83 % en contra del Gobierno; por supuesto se trataron de justificar hablando de conjura buscando culpables.
Ese es el mismo porcentaje que la revolución gobernante tiene en el rechazo de la sociedad, indican los estudios de opinión por cierto que el ciudadano que se siente chavista se encuentra cansado de los cuentos cuando la miseria es para todos.
La ceguera de imponernos una realidad que ya no tiene excusas en la pobreza, es del modelo revolucionario del que despertó el ciudadano que antes se abstenía en los procesos electorales, ese ciudadano ahora ve la luz de la verdad de los hechos y de las circunstancias por las que su situación no mejora, sino empeora. Frente a su conciencia al despertar en la luz, ya no podrá tampoco ser su conciencia coaccionada ni controlada.
El funcionario público será un protagonista silencioso junto con su familia, dando muestras de altura moral, todos como ciudadanos anónimos decididos a ejercer la libertad. Nuestra tarea sigue siendo quitarles el velo de la ceguera de los ojos a aquellos que aún son víctimas de esa epidemia para que recuperen su alegría de vivir.
La novela nos invita hoy a definir nuestro papel en la sociedad, reflexionar sobre el poder y la forma como se está ejerciendo, sobre la democracia perdida, sobre nuestra responsabilidad ciudadana, y fundamentalmente enterrar la desesperanza por la esperanza de una vida mejor.
Perseguir al ciudadano por venderle a MCM unas empanadas, cerrar el hotel a donde se hospeda, confiscar el bongo y el motor por donde se trasladó por el río, evitar la presencia de observadores electorales internacionales, revela lo solos que están.
La institucionalidad la acabaron de tanto abusar de ella para justificar lo injustificable; hoy no tienen instituciones para imponer una verdad, toda vez que ya no tienen verdades que aparentar.
La campaña oficialista no ofrece resolver los problemas, esto en razón a que vivir en el problema es el modelo revolucionario. El juego de argumentos inventados acabó con la simulación donde viven arropados en instituciones que ya no revisten el carácter que alguna vez sí tuvieron.
Es el momento de la gran unidad ciudadana, es el momento de dejar en el pasado el actual presente, y sumemos la mayoría necesaria donde empecemos siendo venezolanos sin etiquetas.
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