Desde siempre ha existido una injusta y marcada distribución de la riqueza en la sociedad. De ahí que miles de millones de seres humanos no alcanzan a cubrir las más elementales necesidades básicas para su subsistencia. Por eso los diferentes sectores de la población padecen muchas calamidades por los efectos de la violencia común y organizada, así como los altos niveles de pobreza, desnutrición, hambre, corrupción y los estragos que produce la inflación en el sustento familiar.
Aunado a los demás sectores de la sociedad, los estudiantes son uno más de ese conglomerado que sufren los avatares de la vida. En el caso del estudiante universitario, al principio era un ser para estar y estudiar en los recintos universitarios, acudir a estas instituciones a clase, tomar apuntes de los diversos materiales, estudiar para los exámenes, aprobar materias, realizar cualquier curso de su especialidad y con el tiempo darse el alarde de que “soy el profesional universitario”, además de Dr. o Dra. en una rama conexa a su pregrado, licenciado o técnico superior universitario relacionados con ocupaciones en áreas específicas.
Sobre las características del estudiante universitario, se destacan entre otras las siguientes: tener vocación, pasión y entereza para descubrir, conocer y practicar la verdad sobre algún acontecimiento, tener ansias de entender, ganas de explicar los motivos de los fenómenos y sucesos que se le presentan a diario. Además ese alumno de educación superior debe ser activo, de espíritu fuerte, dispuesto a vencer las dificultades, los peligros, el engaño, la mentira, la manipulación y cualquier obstáculo para avanzar en su vida.
Asimismo, ser estudiante universitario es hacerse respetar, con dignidad, justicia, equidad y sin claudicar sus principios. Amén, de ser un auténtico revolucionario para luchar con serenidad para cambiar lo que no funciona y entorpece un desarrollo integral armónico para la sociedad. Es decir, “ser estudiante universitario es indignarse ante los atropellos de los poderosos en contra de los humildes, es tener sensibilidad social”. Del mismo modo, es tener una sólida formación profesional, humana, ética y moral. También entre sus cualidades debe tener: ser incorruptible, intolerante con la mentira y el engaño de los profesionales que la practican en la Universidad.
Los estudiantes en general han sido toda la vida disconformes con el status social donde actúan. Particularmente los universitarios tienen mayor conocimiento de su hábitat y por tanto poseen mejor opción para enfrentar los problemas. En nuestro país, el 21 de noviembre de 1957, los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, proceden a alzarse en apoyo a la huelga que protagonizaron los alumnos de los liceos Andrés Bello, Fermín Toro, Razetti, Aplicación, Juan Vicente González, Caracas y la escuela normal Miguel Antonio Caro, como protesta y oposición al régimen dictatorial del general Marcos Pérez Jiménez, en protesta al anunciado plebiscito planificado por el gobierno para relegitimar al sátrapa presidente de la República de entonces. Fueron los principales organizadores de la huelga: Chela Vargas, Hilarión Cardozo, Antonio José “Caraquita” Urbina, Ramón Espinoza, Héctor Rodríguez Bauza, Leticia Bruzual, Enver Cordido, Julio Escalona, Emilio Santana…
Ese recordado 21 de noviembre de 1957 explotó la huelga en la Universidad Central de Venezuela, desde donde se proyectó hacia otras casas de estudios superiores. En la Universidad Católica Andrés Bello los estudiantes prendieron fuego a la Ley Electoral por considerarla un adefesio del orden constitucional y un fraude al servicio del régimen. También quemaron un ejemplar del diario “El Heraldo” y un retrato del verdugo mandatario. A pesar de la represión brutal de la Seguridad Nacional (cualquier parecido con la violencia de los cuerpos de seguridad contra los opositores al gobierno socialista es pura coincidencia… ?), se desencadenó un movimiento fuerte en desmedro de la dictadura y al final logró el objetivo de incentivar, preparar y ejecutar la huida de Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958.
El 21 de noviembre de 1921 los estudiantes se introdujeron en la celebración del Congreso de Cardiología de la Universidad Central de Venezuela donde predicaron su proyecto de denuncia al régimen despótico, que no permitía la libertad de expresión, opinión ni los debates en el Congreso, así como la conculcación de los Derechos Humanos. Esa fecha memorable despertó el espíritu de lucha en el país que prácticamente parecía dormida ante los desafueros del gobierno autoritario. El Frente Universitario conformado por miles de estudiantes pasó a ser la brigada de choque callejera. La actitud y aptitud desafiante y arriesgada, con los puños en alto, rostros a la luz del sol y una convicción de lograr sus propósitos de libertad aparecieron en muchos lugares de la capital, desafiando con bombas molotov la arremetida criminal de la seguridad nacional y demás cuerpos de seguridad del Estado.
La Junta de Gobierno mediante decreto Nº 436-21 de noviembre de 1921 decretó ésa como el Día del Estudiante Universitario en Venezuela. Esa efeméride fue clave para los posteriores 40 años de gobiernos democráticos, hasta que llegó la peste del socialismo chavista-madurista y acabó con un gran país. Ahora somos tan igual de pobres a muchos países del mundo donde han escaseado los recursos naturales, mientras aquí los había en demasía, pero fueron malgastados por los jerarcas socialistas. En el día del Estudiante universitario aspiramos que ellos vuelvan a ser como aquellos héroes de 1958. Loas a esa fuerza estudiantil universitaria que continua al frente de la lucha en estos momentos cruciales para Venezuela. (Alejo García S.)