Subir a la casa de la loma es reencontrarme con la vida. Con los tiempos y las edades, con los vientos de los pinos, con el sonido de la montaña. Unos pocos kilómetros más arriba del Nevada, donde la gente llega luego de caminar y subir en bicicleta, antes de la gran cruz. Recientemente se ve por ahí un mural donde muestra la esencia y la tradición andina. No importaba a qué hora llegaba, si de día o en la noche, lo importante era entrar en sus espacios, volver a ver sus paredes y su fachada, subir por las escaleras que asoman al techo, uno camina en el techo de la casa mientras ves algunas luces de San Cristóbal, ve el bosque dentro del bosque. Siente la flora silvestre. En esa casa hay otra casa no concluida o que en algún tiempo funcionó. Se baja por un camino verde, y la casa queda ubicada en medio del mismo bosque, pero con otro ambiente, los árboles, el olor a madera, la humedad, se siente más. Compartimos un rato en esa zona también. Salimos de la casa y caminamos por un sendero que llevaba a un túnel entre casas y arbustos, dejamos de caminar porque la calle seguía sin verse más. Tenía mucho tiempo sin ir a la casa de la loma para estar, para ser parte del monte, al menos por un rato.Al MAVET tenía que no iba desde hace meses. ¿Cuánto tiempo? ¿Desde febrero o marzo? Se presentaba Mezzos, ensamble vocal tachirense, concierto para recaudar fondos a una gira que harán en Colombia en las próximas semanas. El ensamble bajo la dirección de Gregory Pino estaba cantando cuando llegamos. La casona estaba ahí con sus pasillos antiguos y su patio. Había sillas en frente del ensamble donde la gente veía el recital, pero también padres y representantes de los niños que participaron de un taller con la maestra y artista plástico Carmen Ludene. El concierto estuvo dividido en dos partes, en el intermedio era la inauguración de la exposición. Entré y vimos en una de las salas del museo, las obras de los niños que hicieron en el taller que realizó Ludene. En la expo también hay obras de la misma maestra e incluso una invitación especial de una arquitecta quien es miembro del ensamble. Saludé a la fundadora del museo, profesora Belkis Candiales, saludé por supuesto a Carmen Ludene. Entrar al museo luego de unos meses sin ir, luego de la pausa y despedida incomprendida pero necesaria, fue como ir al espacio de un viejo hogar que habita en mí. Las canciones del repertorio de Mezzos, las obras y pinturas, reconocer y sentir los espacios, estar en calma conmigo mismo, en compañía con gente más que apreciada, fue un placer y gratitud por lo vivido. A lo último estuvimos en el Café Manuel Felipe Rugeles, como es tradicional el compartir luego de la inauguración. Larga vida al Museo de Artes Visuales y del Espacio del Táchira.
Lic. Comunicación SocialLocutor de La Nación Radio