Néstor Melani Orozco *
Nadie, ni siquiera el reverendo Sandoval, entendió aquel cuento tan hermoso del letrado, jurisconsulto y bachiller, Cosme Damián Mansilla.
Cuando de las presencias del Páramo del Batallón logró hacer prisionero a un inmenso cóndor. Ave real de las montañas, y en una jaula que le fabricó Benjamín Salas, se propuso llevarla a Maracay para el dichoso general y benemérito presidente, Juan Vicente Gómez. . .
Por la travesía florida de la carretera Trasandina, entre sudores y lágrimas, llevándole prisionera al ave más grande de la tierra…
En Mérida, un viajero alemán le ofreció comprársela por tres mil pesos de oro, pero Damián se negó a la valiosa oferta.
Después de casi quince días arribó a la ciudad jardín de Venezuela, y entre antesalas y esperas, por fin el benemérito dictador lo recibió y pensando en los zamuros de su Cúcuta vieja, le preguntó qué era esa clase de ave.
Y el bachiller Mansilla le narró cómo había hecho para apresar al rey de las ciudades milenarias.
Gómez agradeció el regalo y mandó a llevarla al zoológico de la ciudad, que ya ofrecía prisiones de aves y animales. Más ofrecerle un almuerzo al paisano de los Andes y le devolvieran un saco con yucas para que sembrara en los cerros del Táchira.
¿Cuál decepción causó al joven Damián Mansilla?
Regresando al Táchira sin su paga, ni el cóndor de los Andes.
Años después le narró la histórica odisea al poeta continental Teodoro Gutiérrez Calderón y el digno poeta escribió el cuento “El Cóndor Real Dorado”, y Jorge Luis Borges se interesó por el legendario relato. Cuando el poeta de “Frontera Lírica” y autor del “Elogio a la Ignorancia” fue a Buenos Aires, al festival de las flores, llevándole el libro al inmenso pensador y sabio argentino.
En el tiempo, más de recuerdos, Pedro Emilio Coll lo publicó en la revista “Vanguardia”, y Luis Britto García, muy jovencito, hizo las ilustraciones…
Don Damián Mansilla, con los años, logró ser juez de justicia y paz, sin ser abogado. Pero con un mundo de sabiduría y leyes.
Se iba por las calles de La Grita, meditando su viaje con el cóndor y portando unos lentes oscuros, de los mismos que usaron los primeros aviadores en los vuelos de la escuela de Maracay. Se los trajo el aviador que sería muy después uno de los pilotos del presidente Pérez Jiménez, llamado Antonio Márquez.
Aun de tantos tiempos, vuela un cóndor sobre las montañas y deja un sonido de la ecológica, reclamando las esencias de un mar de conciencias.
Para un mundo de amor…
Y en un librito de la memoria, el poeta Teodoro Gutiérrez Calderón escribió la histórica faena de un griteño llevándole de regalo al general Gómez un cóndor de los páramos de La Grita…
Y sobre las memorias de la narrativa, solo de silencios, el pueblo se olvidó de sus historias.
Ahora la ciudad real de los cóndores vive un recuerdo entre el azul inmenso de los amaneceres…
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Artista Plástico.
Premio Internacional de Dibujo “Joan Miro”-1987, Barcelona. España.
Maestro Honorario.
Doctor en Arte.
Premio Nacional del Libro-2O21.