Un hecho de alta importancia es la decisión de la Asamblea Nacional, cuando autoriza el enjuiciamiento de Nicolás Maduro. Actuación que se suma a otras decisiones tomadas por el cuerpo legislativo, de declarar la vacante del cargo de presidente y la declaración oficial de ruptura del orden constitucional.
Esta decisión de la AN se debe analizar en dos escenarios, el internacional y el nacional, toda vez que tiene dimensiones que importan mucho en el ámbito de la comunidad internacional.
La comunidad internacional reunida en la Cumbre de Lima, a instancia de 16 países, ha aprobado un acuerdo que ratifica el reconocimiento de la comunidad internacional a la Asamblea Nacional y sus actuaciones; pero ha reiterado que no reconocerá el resultado electoral de esta convocatoria hecha por la ANC de elecciones presidenciales, por tanto no reconocerá su resultado y a quien resulte electo.
Cuando una persona es electa presidente, queda con una doble condición, de presidente de la República y jefe de Estado, en esta segunda condición actúa en el marco de las relaciones internacionales y con ello, una inmunidad en su condición de jefe de Estado.
Si la comunidad internacional no reconoce el resultado que declarará a Maduro ganador del evento electoral, no lo reconocerá como jefe de Estado y, con ello, perderá la inmunidad que le acompaña a la hora de ser enjuiciado.
La comunidad internacional no reconoce como democrático al Gobierno instalado en Venezuela, de ahí que con la decisión de la AN de autorizar, se proceda al enjuiciamiento de Maduro, la AN reconoce la actuación del TSJ en el exilio y reconoce también la actuación de la fiscal general Luisa Ortega, titular del Ministerio Público y titular de la acción penal del Estado. Estos dos poderes en el exilio como resultado de la persecución del Gobierno, desconociendo las actuaciones de la AN, es, entre otras tantas razones, la causa por la que no reconoce la comunidad internacional al Gobierno, señalando que no es democrático y es violador de los DD.HH., conduciendo a los ciudadanos venezolanos al exilio obligado de 4 millones de personas, y a la más dramática crisis humanitaria y alimentaria.
Maduro enfrenta un juicio por corrupción vinculado a la empresa brasilera Odebrecht, que es investigada por sobornos y corrupción en los países donde ha actuado, donde hay altos funcionarios colaborando con la investigación, en calidad de imputados. Con la investigación han caído presidentes latinoamericanos, donde Maduro no es la excepción en la investigación.
Se orienta la investigación no solo sobre Maduro, incluye altos funcionarios del Gobierno y de la Revolución comunista en Venezuela. Para cuando escribo este artículo, debe estar declarando Marrón Marín, sobrino del jefe de las FARC, Iván Márquez, quien decidió esclarecer cómo son las conexiones del cártel de Santrich (jefe de las FARC), la conexión con el cártel mejicano y con Venezuela.
Cobra alta importancia en consecuencia el juicio a Maduro en el marco de la Convención de Palermo, en razón a que es la Convención la que persigue delitos internacionales. Con la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, la comunidad internacional demostró la voluntad política de abordar un problema mundial con una reacción mundial. Si la delincuencia atraviesa las fronteras, lo mismo ha de hacer la acción de la ley. Si el imperio de la ley se ve socavado, no sólo en un país sino en muchos países, quienes lo defienden no se pueden limitar a emplear únicamente medios y arbitrios nacionales. Si los enemigos del progreso y de los derechos humanos procuran servirse de la apertura y las posibilidades que brinda la mundialización para lograr sus fines, nosotros debemos servirnos de esos mismos factores para defender los derechos humanos y vencer a la delincuencia, la corrupción y la trata de personas.
En el plano interno, la decisión de la AN se estrella por ahora con un silencio de una institucionalidad deteriorada.
Hoy Maduro y compañía están más débiles, jurídica y políticamente, se asoman destellos
de luz, de libertad. (Carlos Casanova Leal)