Opinión

…el transporte como servicio público

5 de febrero de 2018

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El alcalde de San Cristóbal, Gustavo Delgado, convocó el pasado viernes 02 de febrero a una consulta entre la comunidad y el Sindicato de Transporte. Positivo, por lo que de iniciativa tiene en cuanto a propiciar el encuentro de sectores aparentemente antagónicos, y digo aparente porque los buseteros son victimarios pero también víctimas, ya que su propia familia requiere y usa el transporte público. Negativo, porque una vez más, tanto las autoridades como la comunidad y el sector transporte, no llevaron un análisis de la situación actual, enfrentando con claridad el problema, para poder a partir de allí generar soluciones, lo que convierte el encuentro en una defensa de los intereses de cada uno.

Me gustaría exponer algunas ideas, que permitan ayudar a generar un diagnóstico sobre el problema del transporte en general, no solo del costo del pasaje. En primer lugar, hablamos de un “servicio público”, administrado privadamente con un sindicato que lo protege, que no protege a los conductores, mucho menos al usuario, sino al propietario del transporte. Propietario que ha tenido acceso a créditos del Estado, repuestos, baterías y cauchos a precios regulados. Que consume gasolina subsidiada. Que incumple sus rutas sin ninguna aplicación de la ley que lo sancione. Las rutas son otorgadas por la alcaldía, así como la fijación de las tarifas. Sería interesante que se hiciera una auditoría sobre las condiciones de ese otorgamiento, y que el actual alcalde propusiera la revisión de esas condiciones y por ende de los otorgamientos. Eso le permitiría tener un criterio sano de esas condiciones y por ende de los otorgamientos. Eso le permitiría tener un criterio sano y transparente para sopesar denuncias y propuestas. No se explica que rutas urbanas estén haciendo recorridos extraurbanos, desasistiendo a la población que supuestamente está llamada a servir. Ruta para la cual fue otorgado el permiso.

En segundo lugar, existen parámetros que determinan la cantidad de kilómetros que conforman una ruta. San Cristóbal es una de las ciudades que tienen el pasaje más alto, con la trayectoria más corta. Una propuesta doble sería alargar los recorridos en tramos directos, a fin de que se ajustaran a realidades de modelos eficientes, y que hubiera un pasaje no único, sino equivalente a los kilómetros recorridos, en base a la tarifa total. Para ello debe hacerse una revisión total de las rutas existentes, en función del crecimiento de la ciudad, y así determinar aquellas zonas no servidas. Se podría generar también un sistema de pago computarizado, que determine el valor de la ruta completa, y el medio pasaje. Que los puntos de embarque y desembarque estuvieran ubicados y diseñados en espacios que no afecten el tránsito automotor ni peatonal y que permitan comodidad y seguridad al pasajero y al conductor. Que los enlaces entre las rutas urbanas y extraurbanas estén claramente identificados y faciliten ese enlace. La acción de los controladores es de suma importancia, ya que ellos son los que verifican si las unidades cumplen su recorrido, así como su horario. Es necesario que se realicen talleres de actualización, tanto para los operadores de unidades, como para los controladores, con las respectivas bonificaciones por eficiencia o sanciones por incumplimiento. Ganar y ganar, dar y recibir.

San Cristóbal requiere con urgencia incrementar su productividad. Para ello, facilitar el desplazamiento al hogar y a los espacios de trabajo, es fundamental. Parece que el sector transporte no internaliza el hecho de que si las fábricas, los comercios, las escuelas, las oficinas, las universidades, etc., reducen su horario productivo, se reduce la vida productiva de la ciudad, así como la recreación y el ocio, tan importantes en el desarrollo del ser humano, hecho este que incide directamente también en el sector transporte. Es papel del alcalde hacerles entender esto, y que se comprometan a cumplir y extender los horarios, que abarquen a la población estudiantil y trabajadora, so pena de derogar la concesión de la ruta.

La mayoría de las propuestas son sencillas y corresponden a la alcaldía. Sería acertado demostrar la capacidad de gobierno, de eficiencia y de amor por la ciudad. Es una oportunidad excelente para ello.

Pero, además, es importante entender que se paga por un servicio, ese servicio debe otorgar calidad y, por ende, cada unidad debe estar en perfectas condiciones, tanto de forma (carrocería, tapicería), como de fondo (mantenimiento del motor, frenos, etc.). No se puede seguir exigiendo incrementos sin otorgar servicio de calidad.

De hecho, la amenaza de paro por parte del sector transporte no asusta a nadie, porque la mayoría de las unidades simplemente no están laborando.

¿Quién, entonces, le pone el cascabel al gato?

Julieta Cantos

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