El discurso político orientado a convencer a las mayorías con utopías incansables o en otras palabras “populismos”, en los últimos tiempos se ha convertido en un virus que puede infectar a cualquier sistema de gobierno, sus líderes y métodos, causando una patología que puede ser letal para la democracia sinónimo de libertad de los pueblos. Este mal puede surgir dentro de cualquier país, afectando la estructura e infraestructura de las organizaciones tanto públicas como privadas, garantes del funcionamiento de la sociedad de pertenencia. El mejor ejemplo lo encontramos en las últimas elecciones presidenciales en los Estados Unidos, la campaña electoral tradicional transcurría en medio de unas exigentes elecciones primarias para escoger los representantes de los partidos políticos al congreso. La dinámica se basaba en evaluar las ofertas de los candidatos en función de los fundamentos constitucionales en un Estado desarrollado y definido en forma sustentable para lograr los objetivos tanto nacionales como colectivos de la sociedad norteamericana.
La pasada campaña electoral en un sistema indirecto, se salió del libreto acostumbrado de discursos de la alta política de la primera potencia mundial, con la presencia de un magnate populista acostumbrado a los medios de comunicación y se transformo en un circo de discursos con ofensas y divergencias personales. Las ejecutorias en las primeras de cambio de Donald Trump en la política interna y los anuncios en materia de política internacional, se expresan en términos acordes con ofrecimientos de cambios nacionalistas a ultranza. El populismo no tiene ideologías y las izquierdas se lo etiquetan a la derecha capitalistas, sin embargo, los socialistas en este mundo global se han contagiado con este mal con ofertas que no se han cumplido y con debacles socioeconómicos de varias naciones. El populismo se ha extendido en el mundo, se estima que existen 450 partidos populistas en más de cuarenta países, consolidándose en la principal fuerza política de orientación mediática con objetivos claros de liquidar las democracias representativas.
Después del fracaso de las luchas fratricidas por consolidar verdaderas democracias en el continente asiático de la llamada “Primavera Arabe” y las invasiones norteamericanas para restaurar sistemas de libertades en diferentes naciones del Oriente Medio, no se han consolidado las democracias por las grandes secuelas sociales. Se está percibiendo el surgimiento de una avalancha de populismo a nivel global, cuando las potencias encabezadas por Estados Unidos enarbolando el nacionalismo y el conservacionismo, están cuestionando los acuerdos multinacionales de integración y hasta los esfuerzos de la grave situación ambiental del universo. Esta preocupación se analizo en el reciente “Foro Mundial por la Democracia” en Estrasburgo, el tema central se oriento en la amenaza del populismo orientado a potenciar la acción de gobiernos con políticas internas y se analizaron los países del mundo, entre ellos varios de nuestra región latinoamericana.
El virus del populismo está afectando las relaciones internacionales en el orden mundial, la solución de los graves problemas de la paz mundial especialmente en el Oriente Medio, las recurrentes crisis económicas globales y los movimientos migratorios por la violencia y la inestabilidad socioeconómica. En el foro se concluyo que era producto del desarrollo por parte de Rusia de programas cibernéticos mediáticos, utilizados en la campaña electoral de Estados Unidos, en la separación de Cataluña en España y porque no en otros escenarios. Los programas rusos “Análisis de Geolocalizacion” se orientan determinar tendencias políticas ideológicas, sociales y económicas de las audiencias con diseños de estrategias para establecer modelos de conducción de actitud hacia objetivos políticos predeterminados. Con la masificación del uso las redes sociales, el populismo nocivo desconocido por las mayorías, invaden gran parte de la humanidad contemporánea.
Gral. de Brig. [email protected] y @rovirov
Oscar Roviro Villamizar (*)