Carlos Casanova Leal
Este término es utilizado por las Naciones Unidas para describir el carácter diferenciado de las grandes crisis. Se diferencia de la crisis humanitaria por estar esta determinada por dos causantes: los desastres naturales y los conflictos armados, como lo establece el Derecho Internacional Humanitario. Y con ello, la amenaza a la vida humana, salud o subsistencia, donde existen factores de pobreza y desigualdad, crisis alimentaria, violación de derechos humanos y debilidad del Estado.
La crisis humanitaria compleja es el resultado de una combinación de factores, que van desde inestabilidad política, quiebre y fragmentación del Estado, generando conflictos y violencia, pasando por el fracaso de las políticas de desarrollo, teniendo como consecuencia el desmoronamiento de la economía formal, aumentando las desigualdades sociales y pobreza subyacente. Su característica fundamental es la prolongación en el tiempo, y su afectación en todos los ámbitos de la vida humana.
Nuestra emergencia humanitaria compleja tiene como epicentro el carácter político, y subyace en el cambio del modelo económico, todas las políticas implementadas por la revolución tenían el propósito fundamental de crear una crisis real para, sobre la escasez, establecer el racionamiento y dominación por hambre; para ello, previamente, el proceso de empobrecimiento por vía de las sucesivas devaluaciones e hiperinflación, con los cual los derechos económicos y a la prosperidad quedaron negados.
La corrupción arruinó a Venezuela, hoy los entornos viviendo en el exterior, hacen gala de riquezas que nunca pudieran haber hecho sin trabajo.
El Estado está resquebrajado, fragmentado, sin capacidad mínima de respuesta. Este Estado en manos opositoras, igual no tendrá capacidad de responder frente a esta tragedia humanitaria.
La comunidad internacional comienza nuevamente a plantearse una solución para Venezuela, ha señalado que no reconocen la actual convocatoria a elecciones. Aquí resurgen nuevamente las posturas lógicas de lo que debe ser propuesto, indistintamente de cómo se configure la salida final, toda vez que formas hay muchas y dependen de circunstancias que solo verán cuando sucedan.
Lo cierto es que para lograr tener democracia, república y economía de libre mercado, es indispensable que previamente se haya instalado un sólido gobierno de transición, no para convocar elecciones en el corto plazo; no, sino para tomar decisiones en un período de dos años para que pueda rescatar la capacidad del ciudadano de crear riqueza y el Estado respuestas; desmontar el andamiaje comunista pasa por un gobierno que se diferencie y distancie de todo tipo de populismo, caudillismo, y convoque a reactivación de participación, para superar a los actores de este presente que nos han mantenido en esta crisis.
El mundo está cambiando y Venezuela no será la excepción.