Opinión

En La Grita, las fiestas eternas de diciembre

27 de diciembre de 2023

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Néstor Melani-Orozco

Un Ángel de Elías Ramírez se consagró en los tiempos cuando las ventanas esperaban una serenata. Y un viejo de las montañas vino de aquel tiempo trayendo regalos para los niños. Y no el San Nicolás de Irlanda; el que mostraban las transnacionales. Solo en aquella provincia, era la esencia verdadera de un pueblo. Mientras entre maraqueros del páramo y los tiples se recibían cantares de los aguinaldos. En la tienda de Pablo Rosales, quién vino de Pregonero, hubo siempre tierras de colores, escarchas y unos baúles alemanes con azul de Prusia y otros con el amarillo cadmio de la bandera, más otros con rojo minio para colorear al Dichoso «Toro candela». Tradición de siglos, entre pólvora y el misterio de las romerías. Una presencia pagana desde los misterios de Jaén venido a los andes en tiempos de la Colonia. Y del llano al calvario entre alegrías se iba de cantares… Sonaba la sirena del Teatro de los Gandica y los globos de Antonio Ramón Moreno «El Capitán Guarapero» se elevaban a los cielos, como mensajes descritos en las leyendas y cuentos; más desde la mandolina de Don Efraín Guerrero se componía la fiesta de las noches hermosas y sagradas. Y junto al saxofón de Ramón Molina se escribía el encantador pentagrama de la música. Sonaba la Banda del maestro Galán y el profesor Julio Pérez disponía las décimas, para hablar los gritos del pueblo. Aparecían los inmensos lienzos de fondo pintados por Pepe Melani, mi padre. Y como armonías santas, en el cielo del telón del pesebre, se describía entre las formas místicas, arrancadas a una dimensión del francés Jean Millet, mientras las imágenes de María y los pastores poseían la gracia casi de Salzillo, el imaginero escultor andaluz. Mientras el San José, en una preciosa talla en madera de mi bisabuelo Antonelo Melani Lorenzi. Escenario de revivir cada oración a un san Francisco de Asís en aquel 1223. Cuando en la Toscana apareció el primer pesebre. «Hoy a 800 años». Y entre cantares la imponente iglesia neogótica se convertía en una inmensidad al devenir del Hijo de Dios y los fieles implorando al niño de la heredad gritense de la España vieja. Mientras las tartas y las hayacas eran en las familias meditaciones y cantares en las promesas en el ruego a Dios, niño en un pesebre. Todo se convirtió en una lectura del alma, mientras la luna abría el encanto del azul de la Nochebuena y de delicias; el pan de las manos de mi tío Benedicto Orozco, panadero de la gracia de las señoritas Ramírez Murillo, de Antonio Ramón Navarro, de Doroteo Sánchez, su hermano Mercedes y de un camino en Manuel Vega, y de las conservas de Doña Chucha Mansilla, mientras Don José Vivas creaba imágenes en el portal de los peseros junto al violín de Julio Parra y los caminos a Belén hechos con arcilla y musgo de las montañas, olor a ditamo real y pasiones con cartas de amor. Desde un campanario de la torre de la iglesia matriz donde se guardó desde tiempos de Mons. Jáuregui al madero Cristo de Tadea y de la casona de Doña Lucinda, la madre del cronista Raúl Salcedo, en el Llano de La Cruz. En la esquina de María Lía. Fue de verdades todo con la pureza de los años y la fe consagrada en cada reminiscencia. Agua Bendita y aromas de los cerros, sal de amor y versos del manco Elias Ramírez. En la oratoria del reverendo José Teodosio Sandoval y la majestad del nacimiento en la casona de Miguel Ángel Guerrero y la señorita Ana María, donde vivió el Maestro Chávez. Entre una gruta de piedras del páramo de Osorio. Mientras los parlantes dejaban oír al mágico corista: Antonio Rey, cantando el Ángelus. Todo era allí de cada escenario, donde La Grita poseía las reliquias del pesebre del convento, desde 1580 y los cantos de las fuentes en los rostros eternos desde su San Francisco de madera de la escuela de Fray de Orellana hasta la dignidad verdadera de los alcaldes del pueblo. Y los peseros subían en romería con la Banda Municipal hasta la casa en San Vicente de Eufemiano Andrade. Y desde allí, Juan Moreno dirigía las armonías musicales y el padre Escalante describía los recuerdos en un libro anuario de la parroquia del Espíritu Santo. Y en el interesante y hoy desaparecido Club Gran Mariscal de Ayacucho la poderosa Orquesta «Los Carikena» del maestro Saúl Orestes Cárdenas, amenizaba las alegrías de la esperanza para un Año Nuevo. Porque desde los ecos se sentía el encanto de ser andinos, con las posibilidades de saber la hermandad desde el hermano campesino hasta el pueblano, con agua bendita de la pila del padre Fernando, y el rojo rubor de las muchachas, intentando conquistar el mundo; como una confraternidad del alma. Fueron todas las navidades descritas en los nueve reyes magos que anotó en las escrituras San Mateo y del cielo; la voz del creador con millones de estrellas. Más del teatro de Octavio Sosa recreando a los viajeros magos buscando el pesebre humilde donde concibió de amor la Virgen María entre las lágrimas de José y los pastores creyentes. Todo estuvo en aquellos diciembres, de una ciudad de ensueños, de luces desde el Peralbrillo en Aguadías, hasta el Volcán en lo alto del cerro del Padre Duque, desde los aromas y las leyendas de los ancianos hasta la campana con clamor eterno. De las Quesadillas como inmensas de las harinas, la miel y el queso. Pertenencias del pan y de ser ahora y para siempre, patrimonio cultural del Táchira. Los años cruzaron las vidas. Y un día, el inmenso telón con ángeles como arrancados a los dibujos de Rafael Sanzio, se lo robaron, se perdía el testimonio de aquel pintor de nuestra amada Grita y se burlaban los encantos de la eterna presencia. Herían también el patrimonio artístico de la adorada ciudad. El Viejo San José de madera pasó a un recodo de la blanca iglesia y el San Francisco con ignorancia lo mandaron a retocar sin saber de las restauraciones. Fue de siglos una oración y de estas memorias nuestros gritos por el silencio. Cuántas Nochebuenas se quedaron en los recuerdos, y de la luna el azul de cada diciembre, mientras los monaguillos que rezaban en latín se volvieron muy viejos…

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*Cronista de La Grita. Desde 1987. 2003… *Premio Internacional de Dibujo Joan Miró 1987. Barcelona. España. *Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York. 1994 *Maestro Honorario. 2012 *Doctor en Arte. 2019 *Premio Nacional del Libro 2021. *Honrado con un Salón en su honor en la Gobernación del Táchira. 2022. *La Feria Internacional del Libro 2023 se realizó en su nombre, a su labor de escritor y dramaturgo.

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