Opinión

En Maturín desapareció la “Negra Hipólita”

20 de abril de 2020

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Marco Tulio Arellano

 

 

“Una de las grandes batallas de la Revolución es la revolución moral, para reinstalar los valores y la dignidad del ser humano”. Hugo Rafael Chávez Frías (Presentación Oficial de la Misión Negra Hipólita, Teatro Teresa Carreño, 14 de enero de 2006)

 Nuevamente traigo a colocación una frase que recientemente enuncié en un artículo a través de este portal en las redes sociales de nuestro país: “Soy chavista convicto y confeso pero no soy genuflexo”.

La sentencia la recuerdo porque no puedo quedarme callado ante algunas realidades que – gracias a la pandemia – parecieran estar olvidadas y las cuales podrían renacer y tener consecuencias fatales, al pasar a ser hechos olvidados por los gobernantes y que fueron motivo de  preocupación para el Comandante Hugo Chávez en tiempos de su gestión de Gobierno.

Estas situaciones ocurren y se repiten en la mayoría de ciudades del país y están relacionadas con muchas personas,  excluidas de los programas sociales y quienes pasan a ser ignoradas y hasta despreciadas por la sociedad, al ser calificadas como locos (as), indigentes o irrecuperables.

Desde los miserables de Víctor Hugo o los leprosos y samaritanos de la Biblia han existido a lo largo de la historia, los excluidos y marginados por los sistemas de gobierno capitalistas donde abundan con mayor esplendor.

Por estos días de cuarentena, la cual afortunadamente en Venezuela se está cumpliendo en un alto porcentaje (85% según el Presidente Maduro), hemos caminado por las calles y avenidas de Maturín en busca de alimentos y hemos visto la auténtica soledad, acompañada de uno que otro transeúnte pero utilizando las mascarillas protectoras.

De igual manera hemos observado en las vías públicas (calles y avenidas) un número reducido de vehículos circulando, por la falta de gasolina; como en mi caso, hecho que me ha convertido en un auténtico y frecuente peatón.

En realidad es una experiencia singular sentirse un caminante solitario por las avenidas y calles de una ciudad, en la cual nos habíamos acostumbrado a transitar bajo la presencia de un alto volumen  de vehículos y de numerosos transeúntes.

Es todo un espectáculo inusual (al menos que sea en horas de la madrugada) ver un paisaje urbano desolado y con vías despejadas en horas pico, como ocurre ahora en un mediodía o ya entrada la tarde.

La impresión es mayor cuando al ser choferes cotidianos, hemos vivido apartados del rol de peatones, de ciudadanos a pie o de cristianos comunes y corrientes.

Esta pandemia nos ha hecho sentir la ciudad de manera diferente y hasta escuchar el canto de los pájaros o el vuelo de las palomas, que se han apoderado de los espacios, bulevares o plazas públicas.

A la par de este paisaje solitario a causa de la pandemia, encontramos otro espectáculo al desnudo. Se trata de la presencia de personajes quienes sin mascarilla, harapientos y ajenos al sentido de la realidad, caminan como zombis por las calles de Maturín.

Muchos de ellos se refugian en casas abandonadas, pasillos solitarios, garajes, bancos de las plazas públicas o matorrales de la ciudad, donde han hecho su hábitat.

Este triste espectáculo quizá ya es cotidiano para mucho transeúntes, quienes lo ha aceptado indiferentes porque lo han convertido en un hecho cotidiano dentro de su rutina y que además, es ajeno a su insensibilidad humana que no lo percibe.

Entre cartones olorosos y nauseabundos transcurre la noche de estos personajes olvidados por la sociedad. Son por demás ilustradas las escenas que nos han plasmado escritores y gente del cine, quienes lo han llevado a la pantalla o a los escenarios del teatro.

En Venezuela estas escenas fueron observadas con preocupación y actitud humanitaria por el Comandante Hugo Chávez, quien con su sentido de solidaridad y de entrega, lo llevó en muchas ocasiones por su sensibilidad social, a sentirse motivado para asumir la atención personalmente e incluso por encima de su investidura presidencial.

Al recordar la acción plasmada en los programas sociales y Misiones de la Revolución, volcamos la reflexión en estos tiempos de pandemia en la “Misión Negra Hipólita”. Está Misión fue creada por el Comandante Chávez el 14 de enero del año 2006 y una Fundación que cubre las atenciones directas de los indigentes y abandonados que se creó el 25 de septiembre del años 2007.

Recordamos con admiración el impulso que le dio los primeros años a la Misión Negra Hipólita, el general Jorge García Carneiro. Su acción se hizo sentir a todo lo largo y ancho del país, pero al transcurrir el tiempo y luego con la desaparición del Comandante Chávez, la citada Misión lamentablemente ha bajado la guardia.

En Maturín, capital del estado Monagas, la Misión Negra Hipólita brilla por su ausencia. Antes de la cuarentena por el Coronavirus, ante un caso que nos dolió personalmente, preguntamos a unos agentes de la policía estadal por la sede o algún teléfono contacto para ubicar algún funcionario de la misión y nos contestó:

  • “¿Qué es eso de Negra Hipólita?”.

Mientras el tiempo transcurre y la soledad se apodera de las ciudades como Maturín – afortunadamente – pensamos que por su rechazo y distancia social quizá el Coronavirus no afecte a los indigentes. Pero la indiferencia sigue y los acompaña para que nadie se apiada de ellos.

Recientemente volvimos a un taller mecánico, donde antes nos sorprendió una mujer desnuda, con demencia comprobada, quien le daba puños al parabrisas de nuestro vehículo. Al preguntar por ella nos respondieron:

– Esa era la “loca Rosita” fue atropellada por un carro en la Avenida Cruz Peraza y murió.

Por las calles y Avenidas de Maturín así como por la de muchas otras ciudades del país, caminan las “rositas” y los “chuchos” deambulando en busca de su destino.

En plena pandemia nos preguntamos por la existencia de la “Misión Negra Hipólita” y pensamos:

– A lo mejor existe en una nómina burocrática o en un presupuesto del Estado, sobre el cual nadie rinde cuentas. Mientras tanto los indigentes y seres del olvido, para muchos dizques cuerdos, ¡bien gracias!

¡Amanecerá y veremos!

 

 

 

 

 

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