Eduardo Marapacuto*

 

        Como diría Maquiavelo: Hay dos géneros de combate: Uno, con las leyes; otro, con la violencia irracional. El primero es propio  de la racionalidad, el segundo es de las bestias. Digo esto porque desde los campos minados de la oposición, los inhabilitados e inhabilitadas  insisten en la conjura de querer saltarse la Constitución y todo el entramado legal e institucional de la República. Muchos de esos conjurados están inhabilitados por traidores, así de clarito; entonces lo que hay que mantener firme es la justicia, porque el verdadero fundamento de una sociedad es el orden constitucional. Los venezolanos y venezolanas y muchas sociedades del mundo saben y conocen el actuar de muchos de esos personajes de la oposición, quienes se han ido por el mundo a implorar invasión, muerte y saqueo; además, de generar una escalada de violencia interna, que causó grave daño a la estabilidad de la República y la muerte de muchos venezolanos, quienes murieron por los llamados que hicieron para derrocar el gobierno legítimo.   Para que insistir entonces, cuando sabemos que esos conjurados son irresponsables, perversos y cínicos, con el rostro de la ironía y sayonescos.

          Precisamente, es en los espacios constitucionales donde se construye y reconfigura la política, de allí que el gobierno y el Estado están obligados, por mandato constitucional, a someter a los violentos, esos que a juro y por capricho quieren ser presidentes, sin importarles que son traidores y que le entregarían el alma al diablo para causarle el mayor daño a nuestro pueblo. Esos opositores que hoy te piden el voto a los venezolanos son los mismos Decimos que la oposición anda entre la conspiración y la conjura, porque navega en esa  corriente de los conjurados, gustosamente se deja arrastrar hacia los abismos de lo insensato, que los hunde en las aguas de la agonía, donde se crean capas freáticas que alimentan el odio de su propia dieta y transpiran veneno tras cada digestión.

          Pero más allá de parecer una lucha entre sujetos individuales por el poder, se trata de ideologías antagónicas que se han formado en las corrientes del pensamiento de la humanidad; donde las tensiones son permanentes, originando conflictos, guerras y explotación por parte del capitalismo que extiende sus fuerzas a través de la democracia, aparentemente pura y angelical, y haciendo aparecer la revolución, como la causante de todos los males y dramas de los seres humanos. Esa ha sido la lucha, donde la democracia y su modelo económico se han abierto camino a fuego y sangre para imponer sus fuerzas.

          Ahora bien, la democracia como modelo conceptual y de acción política es excelente para evaluar y proyectar las apariencias, para estudiar, describir y explicar  la cara iluminada de las sociedades; pero niega la verdad y oculta la pobreza, el hambre, la miseria y explotación de millones de seres humanos. La revolución, con su manto luminoso, va borrando esas sombras ocultas, atraviesa sus fronteras, abre grietas en la realidad profunda y por allí va alumbrando y sembrando la esperanza en el corazón de los excluidos y de los olvidados, para que se levanten, porque este es el tiempo de la lucha revolucionaria y de luchar contra la entropía y la distopía fascista, esas que nos quieren ver atrapados en el mito de las cavernas para que solo veamos sombras en las paredes del tiempo y nos olvidemos de la revolución.  ¡Qué así sea!

Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.

          Investigador RISDI-Táchira

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