Porfirio Parada *
Se empezaba a promocionar las fechas y las entradas del Gocho Power Fest en su segunda edición. Las ventas de las entradas eran en Sargento Pimienta, local nocturno en Barrio Obrero. Fui semanas atrás a ese sitio, y no conocía que, en el fondo del espacio, hay como un mini bar, tipo VIP, más privado, ambientado para escuchar más música rock, incluso te dan un control remoto para uno seleccione las bandas preferidas, del gusto de uno, para escucharlas desde YouTube. Esa noche, por coincidencia estaban dos hombres, hablando del Gocho Power Fest, de los pormenores, detalles, de la gente que iba a ir al evento. Creo que eran los organizadores, pero se escuchaban entusiasmados. Me dije al salir del local, quiero ir al festival.
Ingresé a sus redes sociales y se lee: “Cuenta Oficial del Festival Artístico Musical #gochopowerfest” vi la información de la programación, de los precios de las entradas que eran baratas, y el primer día era con entrada gratuita y vi las agrupaciones que se iban a presentar, incluyendo tributos a grandes bandas y canciones del rock. En la edición anterior había sido en el Club La Castellana, vía La cueva del oso, y yo fui porque estaba el Trueque de Libros, y los visité y aproveché de ver algunas bandas y me fui, pero en esta edición que se realizó en el mes de octubre, si quería estar más tiempo, vivir el ambiente, conocer a las bandas, presenciar el escenario en vivo, ver la gente disfrutar el festival y más. Bueno a todas estas, eran tres días de festival, asistiendo el primer día y el último.
¿Qué me puedo llevar de un festival de rock, música y arte en la ciudad? ¿qué puedo sentir al ver gente crear espacios para la gente y proyectar el talento regional, o mejor escrito, el talento gocho? ¿Cuál es mi experiencia al ver gente, jóvenes y adultos, acercarse en la tarima a saltar y con los pelos sueltos, corear canciones, volver a brincar, empujarse para crear la olla o el pogo? Bueno todo eso lo viví y me pareció genial, y aunque muchos critican la ciudad, y dicen que la ciudad es un pueblo, que aquí en la ciudad no pasa nada, nunca pasa nada, pues por estos eventos, por estos impulsos, se derrumban también esas críticas superfluas, se derrumbaron como el muro que sonó en el tributo de Pink Floyd.
Cuando escucho el nombre de Sargento Pimienta, aparte del local nocturno, sin duda, lo relaciono de una con el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de Los Beatles ese icónico álbum publicado en el año de la paz y el amor de 1967. También sabía que Sargento Pimienta es una banda de rock de aquí de San Cristóbal, supongo que están vinculados con el local, y que algunos de sus dueños son miembros de la banda, puede ser. Bueno, lo vi al fin tocar en vivo, y qué banda, tocaron los clásicos del rock and roll, una de las primeras canciones fue “Prison Song” de otro emblemático artista como Graham Nash, ex integrante de The Hollies y del supergrupo Crosby, Stills Nash and Young. El vocalista de Sargento Pimienta interpretaba la guitarra pero también soplaba una armónica que sostenía por el cuello, muy fino.
Luego esa misma banda hizo un tributo a U2, la banda de Bono. Un momento para que los que le gustan las baladas, y los que tenían parejas y están enamorados se agarraron de las manos o prendieran el yesquero y levantaran sus manos, o para los solteros, o para los que fueron en grupo, para todos pues. Pero bueno también vimos a una mujer con el pelo churco y rebelde cantar un repertorio como en una caja de canciones favoritas, mezclas de clásicos, canciones contemporáneas con una voz impresionante. Vi el tributo de Limb Bizkit y de Linkin Park que estos últimos ganaron el festival, una presentación musical y de tarima alto nivel, vinieron de Mérida y se llevaron el premio, en dinero.
Mientras se presentaba una banda y otra, mientras realizaban detalles técnicos y de sonido, los visuales, mientras el animador se comunicaba con el público, uno podía hacer un recorrido del espacio, ubicado en El Dorado, al lado del Hipermercado Baratta, por la avenida Ferrero Tamayo. En el primer día, por ser entrada libre se vio varios niños, con sus padres y representantes viendo lo que estaba pasando, y los días restantes, gente, rockeros, y jóvenes, vestidos con pañuelos en la cabeza, con franelas negras de Metallica que por cierto hubo un tributo a ellos que no pude ver. Había otra tarima, con un DJ, de música electrónica, con iluminación, cerca de un puesto de venta de cerveza, la Zulia, que estaba patrocinando el festival. Había stands con marcas y productos, línea de ropas, venta de comidas y hamburguesas, entre otros productos más.
Y supongo que hubo fallas, errores técnicos, desajustes, quizás faltaron más bandas, más músicos, más artistas, quizás faltaron cosas que no vi pero que faltaron, cosas para mejorar para una nueva edición, pero se vale la iniciativa, se aplaude el festival, se reconoce la creación de un espacio alternativo para los habitantes de esta bella ciudad, mi compañera en forma de recuerdo y sello, guardó los brazaletes que nos dieron cuando compramos las entradas del último día. Una manera de recordar lo que se hace aquí, un deseo de ver al festival crecer, que vengan nuevas ediciones, que crezca, que se promueva la música y la cultura en sus diferentes maneras de expresión, que lo andino, que lo regional, lo gocho sea auténtico, tan auténtico como el Deportivo Táchira, los pastelitos, como la voz del gran Chucho Corrales.
Lic. Comunicación Social
Locutor de La Nación Radio