Opinión
Hablando de IA, ¿estamos atrapados en nuestra propia burbuja?
21 de noviembre de 2024
*Rocío Márquez
Imaginemos a Marcos, un apasionado seguidor del fútbol que siempre apoya al mismo equipo. Al usar las redes sociales, tiende a seguir las cuentas y páginas que solo comparten noticias y opiniones positivas sobre su equipo favorito.
Los algoritmos de las plataformas, al detectar este patrón, le muestran cada vez más contenido similar, reforzando su visión y creencias. Así que, con el tiempo, Marcos crea una “burbuja” informativa, donde solo recibe información que confirma su opinión positiva sobre el equipo.
Este es un ejemplo en la era digital de un sesgo cognitivo que se conoce como burbuja de filtro. Como vemos, se amplifica exponencialmente gracias a la inteligencia artificial (IA).
Pero, comencemos por entender qué es un sesgo cognitivo
La especialista en generación de contenidos tecnológicos, Recuero de los Santos (2020, 24 de junio), explica que “un sesgo cognitivo no es más que un atajo que toma nuestro cerebro para ahorrar tiempo o energía en la toma de decisiones. Especialmente cuando se enfrenta a estos cuatro problemas: Demasiada información; falta de sentido; prisas; averiguar lo importante, qué conviene recordar”.
Por ejemplo, cuando la información nos satura, tendemos a fijarnos más en aquello que nos resulta familiar. Aunque también solemos recordar aquello que represente para nosotros una rareza.
Asimismo, seleccionamos de forma inconsciente la información que refuerza nuestras creencias.
Damos sentido a lo que vemos y editamos nuestros recuerdos
¿Te has preguntado por qué cuando miras las nubes, estas se convierten en objetos o animales? Porque nuestro cerebro intenta dar sentido a lo que ve, rellena los huecos de información; extrapolando a partir de estereotipos, generalizaciones o simplificaciones de la realidad que le resultan conocidas.
¿Y cuando edita nuestros recuerdos? Nuestro cerebro no puede recordarlo todo. Por ende, tiene que elegir. Entonces, reduce listas o eventos a algunos elementos clave. Por eso no todos recordamos los mismos eventos de la misma manera.
Inherentes a nuestra naturaleza
Eso quiere decir que los sesgos cognitivos son inherentes a la naturaleza humana. Sin embargo, como vimos en el ejemplo de Marcos, se amplifican exponencialmente gracias a la inteligencia artificial (IA).
Ahora, ¿qué es el sesgo de burbuja de filtro?
Este sesgo se refiere a un aislamiento informativo.
Volvamos al ejemplo de Marcos: Está rodeado constantemente de información que confirma sus creencias sobre su equipo de fútbol. Las perspectivas contrarias son filtradas y mantenidas fuera de su alcance.
¿Por qué? Porque los algoritmos de las redes sociales y los motores de búsqueda están diseñados para ofrecernos una experiencia personalizada, así que pueden predecir nuestros intereses y mostrarnos contenido que se alinea con ellos.
Eso es lo que le sucede a Marcos. Está aislado de la información que contradice su sistema de creencias.
Y, ¿cuáles son las consecuencias de ello?
Este sesgo, que se amplifica con la Inteligencia artificial, puede conducir a Marcos a: Subestimar las habilidades de otros equipos; polarizar o radicalizar sus opiniones y, por tanto, tener dificultades para aceptar críticas a su equipo, o para escuchar puntos de vista diferentes; y perderse de información relevante asociada a su equipo o al mundo del fútbol en general.
En este sentido, Marcos es más vulnerable a la desinformación, a la radicalización y las posiciones extremas, y probablemente tendrá dificultad para el diálogo.
El ejemplo de Marcos es solo una pequeña muestra de que la IA ofrece numerosas ventajas, pero también plantea desafíos importantes. Por ende, debemos buscar activamente información diversa, no tomar todo lo que leemos en internet como verdad absoluta, interactuar con personas que piensan diferente, y ser conscientes de nuestros propios sesgos. En esto último pretende ayudarle este texto, estimado lector.
*Comunicadora social. Doctora en Ciencias Humanas. Directora de la Escuela de Comunicación Social, ULA Táchira.