Hogan Vega y Dorli Silva
Comparar la Venezuela de ayer de los abuelos de antaño desde el punto de vista de la palabra de un ciudadano de a pie es señal de compromiso y de obligación contraída, es un ser con una integridad que lo identifica hacia una lealtad incondicional como individuo, dejando una huella como legado personal, a la familia, a los amigos, a los compañeros de trabajo, y por tal razón a la sociedad en general. De ahí que, la analogía con la Venezuela de la robótica, la inteligencia artificial y en un mundo globalizado es muy común observar un distanciamiento de las formas canónicas de ejercicio de una profesión o vocación (académica, religiosa, política o legal); como resultado, un proceso de descomposición con la falta de integridad, compromiso, lealtad con su palabra, con las personas que lo acompañan en la familia, los amigos, en el trabajo, o las actividades que realiza en su día a día, porque no las respeta. Por tal motivo, si alguien incumple estos valores, que moral tiene para exigir a sus familiares, amigos, clientes, empleados, la verdad, lealtad y compromiso, cuando él hace todo lo contrario.
El Diccionario de la Lengua Española (DEL) (2024) de la Real Academia Española (RAE), define integridad en su primera acepción, cualidad de íntegro. Como sinónimos, totalidad, generalidad, plenitud, universalidad, completitud, completez, completud, compleción, honradez, probidad, honestidad, rectitud, decencia, dignidad, lealtad, entereza, virginidad. Para la RAE, la palabra compromiso en su primera, segunda y tercera acepción la define, obligación contraída; Palabra dada; Acuerdo pactado entre distintas partes. Fueron capaces de llegar a un compromiso. Como sinónimos: obligación, deber, responsabilidad, convenio, acuerdo, pacto, contrato, promesa.
Además para la RAE, la palabra lealtad la define en su primera y segunda acepción como “cualidad de leal”; Legalidad, verdad, realidad. Como sinónimos, fidelidad, nobleza, franqueza, amistad, honradez, devoción, adhesión, cumplimiento, observancia. Asimismo la RAE, la palabra respeto en su primera y segunda acepción la define: veneración, acatamiento que se hace a alguien; Miramiento, consideración, deferencia. Como sinónimos, consideración, deferencia, atención, cortesía, estima, aprecio, admiración, tolerancia, miramiento.
En otras palabras, los valores mencionados realmente empiezan a tener sentido cuando como personas las interiorizamos y las vivimos día a día convencidos de que esos valores nos hacen bien a nosotros, a la familia, a los amigos, a los compañeros de trabajo, a la organización a la que pertenecen y para la sociedad en general donde se interactúa.
Por consiguiente, en la familia se inculca desde la infancia la lealtad, en un ambiente familiar afectivo y saludable, donde los miembros se sienten unidos por vínculos de respeto, amor y gratitud. Es decir, la lealtad es un valor moral que consiste en comprometerse con los demás, estar presente en los momentos buenos y difíciles, y cumplir con las promesas. Se puede ser leal a una persona, causa, comunidad, organización, principios morales o a uno mismo. La lealtad se relaciona con otros valores como la nobleza, la honradez y la honestidad.
Al mismo tiempo, la cualidad de íntegro no es solo una cuestión de comportamiento público, sino también una forma de ser en lo más profundo de nuestro ser. Se trata de vivir en congruencia con nuestras creencias y valores, incluso cuando nadie nos esté observando. Para muchos filósofos la integridad es la coherencia entre lo que decimos, lo que hacemos y lo que realmente somos. Por lo tanto, en el ámbito del trabajo y los negocios, hace referencia a un conjunto de valores que deben guiar todas las acciones, como la honestidad, la responsabilidad, la lealtad, el profesionalismo y el respeto.
Ahora bien, para el filosofo griego Aristóteles, la integridad es quien se encuentra en contacto consigo mismo y tiene la prudencia para actuar de la mejor manera posible, sin comprometer su sistema de valores, ya que conoce y distingue muy bien lo que tiene que hacer de lo que no. Sin embargo, para la iglesia cristiana, la integridad es ordenada a partir de la decisión personal de actuar según disposiciones divinas, solo puede ser integro quien está dispuesto a honrar a Dios a través de sus ejecutorias. La razón básica de por qué no se puede ser íntegros se debe a que muy pocos han decidido tener a Dios en su vida, y solo se acuerdan cuando la vida los enfrenta a los momentos de dificulta, angustia, enfermedad, entre otros. Del mismo modo, en la Biblia se encuentra plasmado como recompensa de Dios para la persona íntegra, es poder estar en su presencia; dice el Salmo 15: «La integridad es una Vida vivida en concordancia con nuestra conciencia». La práctica de la integridad personal, requiere valor.
En cambio, la falta de integridad, compromiso, lealtad y respeto en la familia, con los amigos, en el trabajo, en los servidores públicos, en los políticos, en la praxis profesional genera una pérdida de confianza en cada uno de los miembros que interactúan en la sociedad. Esta decisión se basa en las creencias o expectativas de confiabilidad. La confianza interpersonal generalizada (o social), tiene diversos beneficios tanto a nivel individual como social. En consecuencia, de la falta de los valores mencionados, se puede nombrar infinidad de ejemplos. Un primer ejemplo, es una mala praxis médica, otra puede ser un acuerdo violentado por un abogado al considerar su punto de vista y no actuar bajo la normativa de la ley ejecutando mala praxis al generar vicios de legitimidad de los accionantes en un juicio, otro puede ser en la administración pública al generarse un acta convenio como un acuerdo, por el contrario, no se respeta lo acordado, generando el incumplimiento de los procedimientos, sin considerar la pérdida de prestigio y la calidad de la institución, posteriormente violando todo el estamento normativo, burlándose de la sociedad. Entre muchos otros ejemplos.
A diferencia, durante la reciente sesión del Consejo Nacional de Universidades del 16 de octubre del 2024, el presidente Nicolás Maduro hizo un llamado urgente a fortalecer la coordinación y el trabajo conjunto con las universidades del país. En su intervención, destacó la importancia de abrir estos espacios formativos para colaborar activamente en la búsqueda de soluciones que impulsen el desarrollo de la Patria.
El presidente subrayó e invito a revisar la fundamentación en la convicción de que, solo mediante la unidad y el trabajo en equipo se podrá generar beneficios reales para el pueblo. Al involucrar a las instituciones académicas en este proceso, se busca potenciar el conocimiento y la experiencia de los académicos, convirtiéndolos en aliados estratégicos en la construcción de un país más desarrollado y sostenible.
La respuesta a este llamado será clave para avanzar hacia un modelo de desarrollo inclusivo que priorice las necesidades y aspiraciones del pueblo venezolano. La colaboración entre el Gobierno y las universidades representa una oportunidad invaluable para transformar ideas en acciones concretas que beneficien a toda la nación.
En conclusión, el Presidente impulsa un cambio al involucrar a las universidades hacia la formación en valores en la búsqueda de profesionales con integridad, compromiso, lealtad y respeto, llamando a las universidades a trabajar en esa dirección, pero los ejecutores, al contrario, como que van en otro sentido, si revisamos los ejemplos mencionados. Por ello se hace necesario, el compromiso institucional para llevar la ciencia y la tecnología en la vía del pilar de la competencia como lo es “el Saber”, ese saber los lleva al conocimiento, el conocimiento es la libertad, y la libertad radica en educarse para la vida. El conocimiento hace de las personas a ser conscientes del deber que tienen con la sociedad; la sociedad los hace interaccionar en los hechos sociales; los hechos sociales, son normados y regidos por las leyes; las leyes son el camino a seguir basados en valores; los valores se inician en la familia; y el ser formados en la academia los aleja de la ignorancia.