Opinión
La integridad como un sistema operativo ético de una persona
lunes 15 diciembre, 2025
Hogan Vega y Dorli Silva
La honestidad, por definición, es decir la verdad, mediante ser veraz y sincero en palabras y acciones con los demás; su naturaleza es principalmente externa y transaccional (cómo interactúas con otros), con un enfoque en la verdad de los hechos (lo que pasó, lo que es), y la prueba es: ¿Dije la verdad? Por otra parte, la integridad, por definición, es hacer lo correcto de manera consistente, incluso cuando nadie está mirando. Es la coherencia entre valores y acciones. Su naturaleza es principalmente interna y fundamental (cómo te relacionas contigo mismo y tus valores), bajo un enfoque de moralidad de las acciones (lo que debería hacerse), con un alcance que abarca pensamientos, palabras, acciones y la consistencia entre ellos. Y la prueba es que ¿actué de acuerdo con mis principios éticos más altos?
De igual manera, la honestidad es un componente fundamental y esencial de la integridad. Por ello se hace necesario vivir en la verdad, la misma consiste en no mentir, engañar o distorsionar los hechos. Cuando eres honesto, tus palabras coinciden con la realidad tal como la conoces. Otra cualidad es ser transparente, por ejemplo, un empleado que reporta con precisión sus horas de trabajo o un amigo que admite haber roto un jarrón es una persona honesta. En todo caso, los resultados anteriores son necesarios, pero no suficientes, motivado a que una persona puede ser honesta en un momento dado (por ejemplo, al devolver una cartera perdida), pero no ser íntegra si consistentemente rompe otras promesas o engaña en áreas donde cree que no será descubierto.
Otra forma de contribuir, es entender que la integridad es un concepto más amplio, profundo y abarcador que la honestidad. Es la cualidad de tener principios morales sólidos y seguir esos principios. Sin embargo, para alcanzar la integridad se requiere de consistencia, lo que significa que tus valores (lo que dices que crees) están alineados con tus pensamientos (lo que piensas) y tus acciones (lo que haces). Como resultado, se trata de la consistencia de tu carácter a lo largo del tiempo y en todas las situaciones, especialmente en las difíciles o cuando hay una tentación de desviarse. Como dice C. S. Lewis: “La integridad es hacer lo correcto, incluso cuando nadie lo sabe”. Al mismo tiempo, implica honestidad, ya que es imposible ser íntegro sin ser honesto. La honestidad es la manifestación de la integridad en el ámbito de la comunicación, por lo tanto, va más allá, una persona íntegra no solo es honesta al hablar, sino que también paga sus deudas, cumple sus compromisos y trata a los demás con respeto y justicia, incluso si hacerlo le resulta inconveniente o costoso.
Sobre la base de las ideas expuestas, existe una total relación entre la honestidad como manifestación de la integridad, donde se puede hacer una analogía de la integridad como un sistema operativo ético de una persona y la honestidad es una de sus funciones principales. En todo caso, una persona íntegra es siempre honesta. Su coherencia interna le obliga a decir la verdad. A diferencia de una persona honesta, no es necesariamente íntegra. Podría decir la verdad sobre algo trivial, pero ser desleal con un amigo, o ser perezoso en sus responsabilidades profesionales. Falla en la consistencia de su carácter.
Por consiguiente, es necesario ilustrar algunos ejemplos; un político honestamente dice al público: “Voy a subir los impuestos en un 5 % porque lo necesito para mi presupuesto”. En este caso, fue honesto con el público (dijo la verdad sobre sus intenciones). Sin embargo, si ese político sube el impuesto y luego utiliza el 5 % extra para un beneficio personal y corrupto en lugar de ser usado en el presupuesto público, carece de integridad, porque sus acciones no son consistentes con el principio ético de servir al bien común. Igualmente, con otro ejemplo, un cajero que tiene la oportunidad de quedarse con dinero sobrante de una caja sin que nadie lo note (nadie lo sabría) y lo devuelve inmediatamente. No solo es honesto al entregar el dinero, sino que su acción es una prueba de integridad porque está actuando de acuerdo con un principio moral interno (no robar) sin presión o supervisión externa.
Evidentemente, la honestidad es la adhesión a la verdad. Es una virtud de la comunicación y la veracidad. La integridad es la adhesión a principios morales y éticos, manifestada en una coherencia inquebrantable entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Se tiene integridad, se practica la honestidad. De ahí que una persona verdaderamente admirable y confiable sea aquella que posee ambas cualidades. Siendo las cosas así, resulta claro un ejemplo de honestidad y de integridad en la vida y obra de Jesucristo, en el contexto de la Iglesia católica, la autoridad de Jesús para sus seguidores no provino simplemente de sus milagros, sino de su integridad radical. Jesús en su honestidad da credibilidad, la gente creyó en su mensaje porque era honesto (veraz). Además, con su integridad da autoridad, la gente lo siguió porque su integridad (coherencia) hacía que su mensaje fuera convincente y digno de ser imitado. En efecto, su liderazgo demuestra que la verdadera autoridad moral y el impacto duradero provienen de la fusión perfecta de la honestidad (la veracidad en la comunicación) con la integridad (la coherencia en el carácter y la acción). Él fue el único líder cuya “palabra” y “carne” (Juan 1:14) eran la misma.
Dentro de esta perspectiva, es fundamental realizar un análisis en el contexto de la universidad y la ciencia, por nombrar algunos actores de la interacción social. Iniciando, en la lucha por la autonomía universitaria, escenario perfecto para examinar la tensión entre la integridad (coherencia de principios) y la honestidad (transparencia y veracidad) de la institución, fue el esfuerzo de una institución por alinear sus acciones (cómo se gobierna, quién enseña) con sus valores fundacionales (la búsqueda libre de la verdad), que es la definición misma de integridad. Esto requería, fundamentalmente, honestidad y transparencia en los procesos internos. Dentro de este marco, ¿cómo se llegó a la reforma, entre el rescate de la integridad y la demanda de honestidad que exigió la autonomía universitaria avalada por el movimiento estudiantil?
En otras palabras, con la integridad, se logra la reforma mediante un cogobierno (participación de estudiantes, docentes, comunidad universitaria y egresados en el gobierno universitario), en la consolidación de la universidad de restaurar la coherencia con su misión. Se trata de asegurar que la dirección de la universidad responda a la comunidad académica (su esencia) y no a intereses externos (políticos o de élite). Resulta claro que, con la integridad, se demanda la libertad de cátedra (docentes libres de enseñar sin dogmas). Considerado en la universidad necesario para cumplir su principio de búsqueda de la verdad sin coerción, garantizando la honestidad intelectual en el aula.
De hecho, con honestidad, se demandan los concursos de oposición y antecedentes para el nombramiento de profesores. Se impone la transparencia y veracidad en la selección de personal. Se obliga a la universidad a ser honesta sobre quién es el mejor candidato, basándose en el mérito y no en el padrinazgo. Adicionalmente, con honestidad, se reforma la extensión universitaria (conectar la universidad con la sociedad), lo que demuestra honestidad social al reconocer que el conocimiento generado debe servir a la comunidad que la financia.
Simultáneamente, analizar la ciencia a través del prisma de la integridad y la honestidad es crucial, ya que la sociedad confía en la ciencia para tomar decisiones fundamentales, desde políticas de salud hasta la gestión ambiental. La ciencia es, en su esencia, una disciplina que busca la verdad, lo cual la hace inherentemente dependiente de estos valores éticos. La ciencia se basa en el método científico, un proceso diseñado para minimizar el sesgo humano y maximizar la objetividad. La integridad y la honestidad son los guardianes de este método. La honestidad en la ciencia se centra en la transparencia total y la veracidad inquebrantable de los datos, los métodos y los resultados. La integridad en la ciencia es más amplia que la honestidad. Es la coherencia moral de la práctica científica y su independencia de influencias externas. La esfera pública (políticas gubernamentales, debates sociales, etc.) confía en la ciencia como un árbitro neutral. Cuando la integridad o la honestidad fallan, el impacto es devastador. La honestidad es el deber del científico de ser veraz con la naturaleza y sus observaciones; la integridad es el deber del científico de ser coherente con el método y con el interés público. Ambos son indispensables para que la ciencia mantenga su papel como una fuerza objetiva al servicio de la sociedad.
Friedrich Nietzsche expresó: “Ama a tus enemigos porque sacan lo mejor de ti”. La frase es una invitación a ver a los enemigos no como obstáculos, sino como catalizadores para tu propio desarrollo y perfeccionamiento, animándote a ser más de lo que eres.
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