Porfirio Parada
El día vuelve a nacer en la ciudad. Las quebradas, los pozos, los pájaros, el viento, los árboles, la vida arriba y la vida abajo se vuelven a mover. Los talleres mecánicos, las bodegas, la cancha en su sitio, las personas empiezan a caminar, los carros y motos empiezan a sonar. El transporte público, las noticias por internet, o en las primeras conversaciones personales con vecinos y transeúntes. Entre el Barrio Lourdes y La Guacara hay cantidades de casas pegadas unas con otras, como hay días en silencio, también se puede escuchar mucho tráfico en ese sector. Las calles suben y bajan, cuestas inclinadas entre curvas y otras curvas para desembocar en el centro o subir hasta Barrio Obrero, o llegando hasta el Viaducto Nuevo.
También hay un pequeño puente y otras vías y caminos hechos por el hombre entre riachuelos, zona verde y tierra mojada que conecta ese sector con la Avenida 19 de abril, por la espalda de la transitada avenida. Casas de aquí y casas de allá, entre negocios, se vinculan aunque estén separadas, respiran los mismos arbustos y escuchan las mismas aguas durante el día, cuando se levantan y ya pasada la tarde cuando retornan a sus hogares. En el Barrio Lourdes los famosos templetes cuando llega la feria años atrás y que en años recientes se ha retomado, como otras actividades que realizan durante el año. El cemento que es la tarima, dividido por una enorme escalera sin fin que conecta a otros sectores del barrio.
Y mientras transcurre el día, la gente buscando el pan, escuchando metales y silbidos, la señora de la bodega asomándose para volver a entrar, niños corriendo, las necesidades y exigencias diarias, incluso en el silencio que sorpresivamente, en la hora pico, predominan fugaces, por la calle 4 entre carreras 14 y 15 del lugar mencionado, y con una Virgen a sus pies sale una naciente que alimenta y calma la sed no solo a gran parte de los habitantes que hacen vida allí sino a muchos que vienen de otros barrios, otros sectores de la ciudad a recoger agua, el vital líquido.
Últimamente se ha vuelto a hablar y comentar sobre este manantial que brota en uno de los barrios más conocidos de San Cristóbal. Los llamados “influencer” se acercan y graban un video del lugar, viéndolo una gran cantidad de seguidores que se duplican al compartirlo desde sus cuentas a otros seguidores. Se ha vuelto escribir y hacer registro fotográfico en las redes sociales de Tuiter e Instagram. Toman una foto de la naciente alrededor de otras escaleras inclinadas, a los costados, saliendo el chorro y luego preguntan: “¿en qué parte de San Cristóbal estamos?” (la cuenta en Instagram se llama: Es Táchira) La dinámica empieza a surgir, los comentarios no se hacen esperar, la ubican, la reconocen, los que responden valorizan el sitio y la tradición que ya brinda el espacio a la comunidad.
Humberto Ramírez, compañero de trabajo, lo he acompañado en varias oportunidades a buscar agua en la naciente del Barrio Lourdes. Va con esos potes azules de plástico, de los que se usan en los dispensadores de agua en los trabajos, instituciones y empresas. Pocas veces hemos llegado al lugar y está sola la naciente, hay cola corta o larga pero hay personas recogiendo agua. La gente llega en moto, en carro, camionetas, pidiendo también la cola, fiel al consumo de agua proveniente de esta sagrada montaña andina. No hay que calentarla ni pasar por procesos de limpieza y purificación. Así como sale, se la llevan a sus hogares y la toman. Es una manera de sentirse bendecidos y agradecidos con la naturaleza que hay aquí en el Táchira.
Los habitantes que viven en el mismo lugar, abren sus puertas y salen para ver cómo llegan personas a recoger el agua. Algunos ya son conocidos y hablan como amigos de años, otras personas llegan como turistas y ellos, los habitantes, le dicen que la naciente lleva tiempo saliendo, conversan, dialogan un rato, y que sí, que viene mucha gente a toda hora, desde tempranas horas de la mañana hasta ya la noche, cuando la rutina y la faena del día pretenden descansar. Es un tubo, en sus bordes tiene algo verde, por la humedad que brinda esa tonalidad, la textura casi sin pelaje del musgo natural.
Mientras escribo esta columna, debe haber en este momento personas recogiendo agua de la naciente del barrio. Piedra Gorda se llamaba antes el sector, y también por poco tiempo se llamó Barrio Páez. También dicen que hay otra naciente entre el Barrio Lourdes y La Guacara, aunque desconozco de su ubicación, lo que sí es cierto es la vitalidad, la renovación de la vida, el estímulo y el querer, la tradición, y su trasfondo espiritual que logra crear esta naciente que brinda agua que es la pura vida, incluso en tiempos de escasez, a la gente de aquí.
*Lic. Comunicación Social
*Presidente de la Fundación Museo de Artes Visuales y del Espacio
*Locutor de La Nación Radio.