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7 de febrero de 2025
Eduardo Marapacuto
Si desde el punto de vista de la política, lo que diga la oposición fascista venezolana nada es verdad, entonces la propia oposición tampoco puede serlo; y los hechos recientes así parecen demostrarlo, porque la oposición reniega de sí misma. Del mismo modo, si todo lo que dice la oposición es mentira, entonces todo lo que prometió es mentira, porque raya en las fronteras de lo falso. Esta paradoja desafía el discurso y el sentido común de lo que quiero expresar
Ahora bien, en un mundo en el que la información fluye como la lava del volcán, es fundamental discernir entre la verdad y la ficción. En ese contexto, el «nada es verdad, todo es mentira», parece contradictoria a primera vista, pero en realidad ofrece una profunda reflexión sobre la naturaleza de la realidad y de la percepción política. En el caso de la oposición venezolana, la frase cobra especial relevancia, ya que revela el entramado de desinformación y manipulación que ha caracterizado su discurso y acciones en los últimos veinticinco años. Dos décadas y media vendiendo humo, es por ello que en las guarimbas del 2014 quemaron cauchos y basura por montones, para decir que Venezuela estaba incendiada por los cuatro costados y la caída de la revolución era cuestión de días.
Y sobre esto hay cada relato, donde se sobresaltaba la situación política de Venezuela; sin embargo, no se debe olvidar que, en este mar de desinformación, la oposición ha construido una narrativa repleta de medias tintas y a medio caldo, con exageraciones y mentiras absolutas; que van desde la descalificación de las elecciones y los liderazgos, la demonización de la revolución y racismo político, hasta la descalificaión del gobierno; donde su estrategia intenta cimentarse en la creación de una realidad alternativa, pero que lejos de aportar soluciones al país, lo sumerge en una confusión aún mayor, causando un daño terrible al pueblo venezolano y una endemoniada frustración en los seguidores de la doctrina fascista.
Cuando apenas comenzó el año 2025 y asomó sus primeros rayos, la oposición fascista venezolana se preparó para recibir las coordenadas del nuevo gobierno de Donald Trump. Lo que recibieron fue la frialdad de la indiferencia, con investigaciones que apuntan al llamado tun-tun, para que respondan por la cantidad de millones de dólares entregados para sus operaciones, pero que fueron robados por los autojuramentados. Así recientemente, uno de los escándalos más notorios es el caso del robo, la estafa a la USAID. Este organismo, que ha jugado un papel controvertido en la política internacional, se conviertió en una herramienta rentable para la oposición, que la utilizó como un símbolo de apoyo. Sin embargo, la evidencia sugiere que ha habido un uso indebido de los recursos destinados a convertir la ayuda en un tema de manipulación política en lugar de un verdadero intento de ayuda.
La oposición ha tratado de presentar una imagen de unidad y lucha por la democracia, pero en el fondo, el descubrimiento de casos como el de la USAID pone en entredicho su credibilidad. La percepción de un robó a la tal ayuda humanitaria consolida un ciclo de desconfianza que socava no sólo la legitimidad de sus objetivos perversos, sino que también afecta a aquellos que realmente creyeron en ellos.. En lugar de enfocarse en el bienestar del pueblo, parece que la prioridad de la derecha fascista fue la construcción de una narrativa de engaño y manipulación, que al final le trajo beneficio a pequeños grupos y rostros visibles del fascismo.
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.
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