Eliseo Suárez Buitrago
Como el calificativo prodigiosa es de poco uso, tal vez, no es del agrado de muchas personas, éstas prefieren hacer el rebusque en otros calificativos;por de pronto, adoptemos uno de mayor altura y significación, el de bella o, mejor, el de divina Naturaleza. Esa inesperada divinidad nos llegó, sin andar buscándola, pues,según el Génesis –primer libro de la Biblia- Dios todopoderoso y sobrenatural,por su santa voluntad comenzó la creación de la Naturaleza así: el primer día el cielo y la Tierra, pospuso para el tercero la creación del hombre y lo hizo a su imagen y semejanza dotándolo, además, de ciertos dones sobrenaturales.
Entonces solo por la gracia, la voluntad y los deseos de DIOS contamos con ese misterioso prodigio, como lo son las indescriptibles bellezas que conforman el mundo naturaly, además, con la existencia nuestra y la de nuestros hermanos los seres humanos.
El Diccionario de la Real Academia Española define la Naturaleza así: Esencia y propiedad característica de cada ser humano. Y, en el sentido moral,la define como la luz que posee el hombre y le hace capaz de discernir el bien del mal. También es entendida como el conjunto, órdenes y disposiciones de las entidades que componen el universo. Encontramos una sinonimia entre la Naturaleza y el universo, significan lo mismo, ambos se definen como el conjunto de todo lo creado.
Indiscutiblemente, nosotros formamos parte de ese indescriptible mundo natural que es la bella Naturaleza,la cual constituye una formidable riqueza, tendida allí orgullosamente,a nuestra admiración y servicio. Es una inmensidad ocupada por seres vivosracionales e irracionales y también por materiales inertes; lo sabemos todos,es prodigiosa, espontánea y generosamente productora de alimentos, empezando por el agua,elemento esencial para la vida animal, así como también la superficie terrestre para las labores agropecuarias y la gran riqueza mineral y de hidrocarburos.
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