Las dictaduras y regímenes totalitarios siempre caen en la práctica de crear sus propias leyes para de alguna forma darse un barniz de legalidad. Esa legalidad producto de un fraude a la ley se impone al resto de la sociedad para ejercer el poder político sin control ni medida. Lo que resulta más difícil de resolver para una dictadura es el problema de la legitimidad, porque ella en sí misma implica reconocimiento a ese poder que la mayoría se niega a reconocer. Por eso las dictaduras tratan de reinventarse para conseguir mecanismos sofisticados que de alguna manera logren cierto grado de participación popular para agregar a la cuestionable legalidad una también dudosa legitimidad.
El dilema que tenemos hoy en Venezuela es que la dictadura, usando una legalidad cuestionada, ha convocado unas elecciones de gobernadores para lograr reconocimiento a su fraudulenta Asamblea Constituyente. Es por esa razón que es la Constituyente quien convoca las elecciones de gobernadores; y la misma razón por la cual el rector Luis Emilio Rondón fue obligado a presentar su sometimiento a ese poder espurio so pena de ser destituido.
Lo que entonces hace la dictadura es usar el genuino deseo de cambio político que hay en la sociedad venezolana para llevarla, bajo chantaje, a unas elecciones donde independientemente del resultado final, el régimen estará logrando su objetivo más preciado: legitimidad y reconocimiento para su sistema fraudulento.
Supongamos que el régimen decidiera reconocerle generosamente a la oposición 15 de las 23 gobernaciones. A cambio de esta concesión la oposición estaría obligada a reconocer no solo un resultado que le favorece, sino a defender un proceso electoral fraudulento con todas sus trampas y un sistema político que usurpa la voluntad de los venezolanos. A este reconocimiento hay que agregar el obligatorio sometimiento de estos gobernadores al poder nacional de Nicolás Maduro como Presidente de la República, y a la Asamblea Constituyente que preside Delcy Rodríguez.
La victoria más importante para el régimen será usar a los mismos operadores de la oposición como agentes para convencer al 80% de la sociedad que debe reconocer los mecanismos de poder del estado chavista. La oposición agrupada en la MUD ha fracasado en identificar la esencia de la maniobra chavista. No son las gobernaciones, es el reconocimiento general al modelo de estado chavista impuesto en estos dieciocho años lo que se decide el 15 de octubre.-
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(Humberto González Briceño)