No se conciben muros entre naciones cuando el universo se encuentra inmerso en la apertura, interdependencia, la globalización de los paradigmas políticos, económicos y sociales, y con la revolución tecnología digital, la interrelación personal con un celular en las manos, somos testigos virtuales de los acontecimientos de lo que algunos analistas consideran la “Aldea Global”. Partiremos del criterio de que la construcción de muros y puentes entre sociedades, siempre tiene fines políticos, muchas veces inconfesables, en función de lograr alcanzar con ventaja una determinada estrategia política. Los gobiernos, en los tiempos de expansión económica, enarbolan las banderas de unión y proponen proyectos de establecer puentes entre naciones y cuando los intereses son adversos, construyen berreras o muros de división, basados en supuestas políticas de protección de aparente nacionalismo y populismos mediáticos acomodaticios propios de cada época.
El mapa geopolítico entre naciones siempre ha sido dibujado por figuras metafóricas tangibles en el espacio geográfico, tales como muros, montañas, límites geográficos naturales, artificiales y geodésicos; sin embargo, subsisten otras barreras intangibles ideológicas y religiosas fanáticas, son las más peligrosas porque esconden antagonismos y odios y, en algunos casos, traen violencia y hasta confrontación. Ejemplos explican esta premisa, la política del nuevo Gobierno norteamericano de la terminación del muro entre Estados Unidos y México tiene tres finalidades: separarse de esa nación y de toda Latinoamérica, elevar el nacionalismo y proteccionismo mediático, y revisar a su favor las relaciones económicas entre las dos naciones. El puente construido por Brasil sobre el río Orinoco, en la carretera entre Brasil y Venezuela, tiene la finalidad geopolítica de lograr la salida de ese país hacia el mar Caribe, acceso a las riquezas del la Faja Bituminosa del Orinoco y acercarse al centro del poder económico norteamericano.
Los cambios geopolíticos o de relaciones verticales y horizontales entre naciones en el orden mundial, se inician con el derrumbe en 1989 del Muro de Berlín que dividía a Alemania, las grandes potencias europeas comprendieron esa realidad y apoyaron el proyecto de la creación de la Comunidad Europea. El mapa geopolítico entre 28 naciones con características disímiles, es de interrelación política y física con avanzada organización internacional, con normas comunes e instituciones en todos los ramos del poder y hasta moneda única. En lo físico, moderna infraestructura de integración con vialidad, ferrocarriles, gasoductos y túneles como el Eurotunel inaugurado en 1994 por debajo del Canal de la Mancha, uniendo el continente con las Islas Británicas. Cierra el sistema integral regional con la construcción del puente Orensur en el 2000, uniendo el continente con la península escandinava, creando corredor europeo de bienes, servicios, personas y capitales.
La historia de la región latinoamericana fue muy diferente, con grandes ventajas geopolíticas y geoeconómicas, comparativas y competitivas, la integración americana con más de cincuenta años fracasó por falta de apoyo de las potencias del norte, los Estados Unidos y Canadá. Al considerar al resto del continente como el “patio trasero”, los países siguieron siendo subdesarrollados, surgiendo barreras físicas como el muro mexicano y filosofías políticas antagónicas que dieron al traste con esfuerzos de unión económica entre naciones. El surgimiento en Caracas del socialismo del siglo XXI fue la barrera política que llevó al fracasó el Acuerdo de Cartagena de 1969, base de la comunidad andina, desaparecieron los organismos multinacionales regionales y los proyectos de interconexión vial, eléctrica y energética, duermen archivados en la Corporación Andina de Naciones.
(Oscar Roviro Villamizar)*
Gral. de Brig. [email protected] y @rovirov