Una buena estrategia para no estar desinformados consiste en analizar con precaución ciertas publicaciones mediáticas: ver, escuchar o leer aquello que no proyectan, dicen o escriben. Es el mejor mecanismo de defensa frente a informaciones subliminales o falsas. El portal Prodavinci acaba de publicar un artículo sobre la situación migratoria de los venezolanos, cuya autoría corresponde al señor Luis Vicente León, presidente de una reconocida encuestadora del país. Se intitula “Nuestro reto” y tiene fecha del 11 de febrero. El autor describe tres oleadas migratorias en el país. La primera está constituida por los inversionistas y sus capitales; la segunda por los profesionales de élite y sus talentos; la tercera por los pobres y sus problemas. No está escrito exactamente con esos términos. Pero son las ideas subyacentes en la argumentación. Podría corresponder a lo no escrito explícitamente. El artículo esconde evidentes apelaciones o falacias de autoridad. La veracidad de las afirmaciones no se respalda en las evidencias estadísticas del fenómeno demográfico, sino en el prestigio de quien emite las opiniones.
El autor no sabe cuántas personas han abandonado el país en los últimos años. Tampoco alude a estudios sobre la cualificación financiera, técnica o profesional de los emigrantes. Pero arguye con suficiencia sobre otras variables más complejas y difíciles de diagnosticar. Las dos primeras suponen la bendición para las áreas geográficas receptoras de los flujos migratorios. La tercera, en cambio, representa la tragedia social para los mismos países. Así no está escrito. Pero se intuye con claridad. El desplazamiento de quienes no tienen nada para perder está compuesto por trabajadores sin especialización o profesionales promedio no adscritos a las elites. ¿Hay trampa en ese tipo de análisis? ¿Significa una ofensa para los venezolanos de a pie que ahora mismo están preparando maletas? Lo que no está escrito se lee entre líneas. La primera es una oleada de visionarios dispuestos a proteger sus capitales; la segunda un enjambre de mentes brillantes deseosas de reinsertar los talentos en empresas internacionales; la tercera, una manada de indeseables cuya única credencial es la informalidad y la falta de preparación.
La pérdida del capital humano es un dolor para cualquier país. Venezuela no es la excepción del caso. La migración impacta sobre la capacidad de trabajo y de inversión en las zonas repulsoras de población. Pero la argumentación del artículo pareciera esconder otras intenciones. No está escrito. Pero se tiende a sobrevalorar ciertos segmentos de la población y subvalorar al resto de compatriotas, especialmente a quienes se ubican en la base de la estructura social. Al pueblo, en otras palabras. Desde hace rato se nota la falta de registros confiables sobre el fenómeno migratorio. ¿Cómo establecer la magnitud y naturaleza del mismo a partir de supuestos y apreciaciones subjetivas? ¿Será que a veces nos meten gato por liebre cuando se aborda la temática? El autor no explica los criterios usados para establecer el carácter anárquico de la tercera oleada y la naturaleza selectiva de las dos primeras. ¿Qué interpretación queda para quienes aún permanecen en Venezuela? A veces el verdadero mensaje subyace oculto en ideas y argumentos que no se proyectan, dicen o escriben. ¿Acaso será este el caso? [email protected] / (José de la Cruz García Mora)