Eduardo Marapacuto
Como siempre lo he dicho, yo no soy poeta, ni tampoco escritor, pero en este día quiero inspirarme en el resplandor de las palabras y, a través de sus ecos, mirar el rostro hermoso de la mujer venezolana, rostro de amor y Patria rebelde, libre y soberana. Aunque hoy no es el Día Internacional de la Mujer, sino mañana sábado 8 de marzo, como hombre enamorado hoy me desperté temprano para escuchar el susurro del alba con todos sus destellos, que es como un canto de baladas que resuenan y se esparcen en los recuerdos, en las nostalgias que vienen del pasado y resuenan en el presente, evocando la trayectoria de cómo los sentimientos se proyectarán en el futuro.
Eres la mujer de mirada cristalina y el rostro hermoso de la belleza, guardiana de los sueños, de las esperanzas, de las alegrías; pero también de los tormentos y tormentas. Eres la luz que me ilumina, la luz de mi corazón; y en cada abrazo tuyo siento la fuerza indomable del espíritu que me sostiene, que me guía, que me impulsa a seguir adelante, sin detenerme en los obstáculos.
Si es necesario caminaré hasta allá, hasta las fronteras de tu corazón, para refugiarme allí y escuchar tu risa esplendorosa que es como un río que fluye en silencio y en la plenitud de la serenidad. Eres la risa que enamora y alborota las aguas cristalinas que amenazan con desbordarse por los poros de la piel. De tu risa pasamos a tus ojos negros, azules, verdes; así te veo yo, porque en tus ojos brilla el fuego pleno y sagrado, de llamarada viva e intensa que reflejan esos colores que le dan vida a la vida y a las ganas de querer mirarte y amarte, desde aquí en este momento presente hasta los segundos infinitos de la eternidad.
Mujer, eres el amor de todos los días, la que tras cada amanecer se viste de colores en el jardín de mis sueños; la esposa que siempre está a mi lado, la que levanta, construye y reconstruye el hogar con firmeza y fortaleza; eres la madre que respira el amor absoluto y con tus besos y bendiciones que salen del alma, sanas las heridas. De verdad, eres la hermana, la confidente de los secretos, del apoyo incondicional, también refugio de las alegrías. Eres la amiga sincera y solidaria, la camarada de mil batallas, porque como estratega y militante no te rindes y siempre aportas energía a la revolución; por eso en tu esencia está la primavera que es renovación y renacimiento. Si Mujer, eres la que siempre alza su voz contra el odio y el fascismo, la que defiende sus ideales con la pasión del amor y la fuerza de los huracanes, la que no le teme a las agresiones imperiales y la que siempre apuesta a la victoria.
Los latidos que salen de tu pecho, son los latidos de la Patria, los latidos del presente y del futuro. Con tu pensamiento y accionar de todos los días, con tu praxis, la dialéctica se hace tesis, antítesis y síntesis. Se hace historia, porque hasta la historia no es un relato lineal y estático, sino un proceso dinámico y en constante evolución-revolución-latencia-tendencia. Con esa mirada de pestañeo desbordante, transformas el mundo y lo elevas hasta los cielos infinitos de la verdad.
Mujer venezolana, mujeres de esta Patria hermosa, son ustedes hijas de esta tierra que ha parido sus propias heroínas, cuyo legado es como el faro que alumbra los caminos en las noches de luna oscura, donde se refleja tu rostro de amor y Patria. Hoy viernes 7 de marzo, desde este espacio y por adelantado te felicitamos en el Día Internacional de la Mujer, y con la voz firme del militante revolucionario, te decimos que por ti luchamos, por ti nos levantamos, por ti nos volvimos revolucionarios; y con honor y valentía siempre defenderemos tu dignidad. Que se escuche el viento en los suspiros del amor eterno, que despierte la Patria con cada latido de tu corazón, porque eres el rostro del amor y la sonrisa de la Victoria. ¡Qué vivan las Mujeres, carajo!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas. MSc. en Seguridad de la Nación.