Opinión

Nadal

4 de noviembre de 2020

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Néstor Melani Orozco *


Gaspar Félix Taumachon

Cuando desde Segundo Nieto habíamos entendido el imaginario.

El fotógrafo más famoso del siglo IXX. 

Nadal.  Fanático a los globos aerostáticos, amigo de Claudio Monet, se iba con Gustavo Courbet a pintar del natural, pues también fue pintor y deleitaba a Julio Verne con fotografías realizadas desde las alturas, de los globos, esto inspiró a Julio Verne para escribir: «Cinco Semanas en Globo». Mejor dicho, Nadal fue el fotógrafo de los impresionistas.

Entre estos recuerdos míos,  una noche en los días de ir al ático del médico Emiro Avendaño, en París. Desde mis viajes de Cataluña a Francia.  Fuimos a conocer la casa museo que perteneció a Jean- Jules Verne, bisnieto del profético escritor, poseía allí, en su casa, el cofre donde habían encontrado el manuscrito del libro. «París en el Siglo XX» parecía una fantasía, pues Honorato de Dumier le había hecho las ilustraciones. También los dibujos para la Conquista de la Luna. La atención del francés y el cuidado del nieto en conservar el mundo de Julio Verne. Entre obras de arte y manifiestos que el patrimonio francés ha conservado con lealtad.

Días después, en el museo de Orly, vimos las cámaras fotográficas de Nadal. 

De allí me devolví al fotógrafo maravilloso de mi pueblo andino. Aquel viejo que retrataba la Luna y se sabía los más altos menesteres de hacer un telescopio o de hablar de ciencia como un verdadero sabio. Entre aquellas imágenes francesas estaba allí el recuerdo del profesor del Liceo Militar Jáuregui, Segundo Nieto Melani. 

Creador del primer laboratorio de revelaciones de la cámara oscura en el portentoso instituto militar, entre papeles y las emulsiones de plata y los secretos de la alquimia. 

Quien un día nos sorprendió con una máquina «Reflex» y nos enseñaba que la compañía  Fuji alemana, sus tonalidades eran más azules. Más la eterna Polaroid, que fotografiaba y a la vez revelaba las imágenes al instante. Como de sabernos demostrar cómo los fotógrafos antiguos curaban los blanco y negros con el vapor de la pimienta…

 Una mañana de un domingo de fiesta extendió su planta creada por él para hacer mover en los aires un pequeño avión a control remoto como si fuese un dron. (Vehículo aéreo no tripulado) Faltando quizás cuarenta años para que nacieran estos aparatos a las dimensiones del cine, o también espías del mundo. Y en los inventos del maestro ya se podía volar en sus inventos. Más en estas cosas de La Grita de 1974.

 Quizás más allá de los delirios de Julio Verne. 

Era Segundo Nieto quien  medía las distancias de la Luna y Venus. Hablaba de arte mejor que un académico, como si Nadal, Gaspar Félix Taumachon, estuviese en los cristales de sus lentes. Y leyéndose a Julio Verne entre los albores de la cámara oscura y los delirios de sus meditaciones. 

Hizo la primera radio clandestina de La Grita. Y entre un gran radioaficionado enviaba claves a los códigos en Argentina. Más de Morse, de La Grita a Lima. O  Bogotá. Caracas y hasta New York.

 Mientras la primera emisora transmitía la misa del reverendo de la iglesia, las interferencias de los mensajes del profesor se adentraban en las palabras del cura y como su lema era «Diablo Viajando», entonces los oyentes escuchando por “Radio Altura” el sermón de la iglesia, aparecía otra voz que borraba la liturgia del reverendo para escuchar «Diablo Bajando», los oyentes rezaban asustados y la policía buscaba la señal, que nunca encontraron.

 ¡Susto bendito!

Segundo Nieto creó el segundo escudo del ayuntamiento de La Grita. Hizo un impresionante telescopio para contemplar el paso del cometa Halley.

Fabulador como los encantos ancestrales.

 Lector de grandes pensadores. Mentor de arquitectura y único más allá de muchos educadores. Incomprendido por su sabiduría interesante.

 Pintor y dibujante. Fotógrafo de inventos, alquimista y poeta.

Un día en mi casa solar, el universal Fruto Vivas me preguntó: «Qué se sabe de Segundo Nieto?…. Fue el mejor alumno de mi época de bachiller en el instituto civil Jáuregui que bien dirigió Mario Briceño Perozo –lo dijo el continental maestro-. Hubiese sido mejor arquitecto que yo»… Lo recordamos junto al  creador de la idea ecológica y de las ciudades sencillas y  entre los planificadores de la ciudad de Brasilia.

Segundo Nieto venía de ser contemporáneo de Héctor Poleo, Ramón Vásquez Brito y de Elbano Méndez Osuna, en la escuela de Bellas Artes de Caracas.

Los átomos permitieron las locaciones físicas y de aquel recuerdo en aquellos días viviendo a los testimonios de Julio Verne, regresaron los sentimientos, imágenes y cielos. Lágrimas en los ojos azules…

Mientras Nadal  se fue volando en los globos.

Y Segundo Nieto, el día que falleció, en su sepelio, una lluvia tormentosa estremeció al pueblo.

Se perdieron sus ilustraciones. Y su paraíso: su  «Biblioteca» desapareció sin saber su mundo verdadero.

Cuando detrás de los años un globo de colores irá surcando las nubes para regresar de tantas memorias de personajes místicos y sabios hacedores de una escuela de sueños…

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*Narrador. Cronista. Artista Plástico. Dramaturgo. Premio Internacional de Dibujo «Joan Miro»1987. Barcelona. España.  Maestro Honorario. Doctor en Arte.

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De mi Libro:

«UNA LÁGRIMA EN EL MÁRMOL»

Escritos en la Cuarentena

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