Sin dejar de lado la inquietud por lograr la superación y sin perder el fuego constante para buscar la perfección, y los mejores resultados a favor del colectivo, necesitamos tranquilidad mínima para pensar, planificarnos, para trabajar en conjunto en búsqueda del bien de todos. Esa condición de sosiego mínimo solamente la encontraremos a través del acuerdo para convivir en las diferencias.
La conversación y el acuerdo no significan imposición y destrucción del otro. Significa reconocernos en el respeto y convivir con normas mínimas en las diferencias que son inevitables por nuestras ideas, nuestros puntos de vista y acciones.
El rechazo a conversar se ha venido convirtiendo en un slogan de algunos sectores de la oposición que siguen aguardando que los yanquis, la providencia o la naturaleza hagan el trabajo de colocarlos en el poder para seguir la fiesta de hace años que no podrá ser por la propia realidad económica y social de Venezuela.
Necesitamos el acuerdo que inicie por sacar del juego los factores externos. El tema del país debemos solucionarlo los venezolanos. El goteo de militares no va a resolver, la rebelión castrense que algunos estimulan solo va a complicar, en el supuesto negado que se diera. La invasión sería una tragedia muy larga para una sociedad que requiere con urgencia estabilidad.
El trabajo de descalificar al presidente y poner todo el odio en él, toda la causa de los males, tiene una respuesta por nuestra parte que lo levanta y lo convierte en un paradigma de resistencia y de dignidad.
La situación del país amerita el encuentro serio, creativo, constructivo, que aleje panfletos y slogans, que busque la paz y el sosiego para que juntos y diferentes emprendamos la marcha que nos permita vivir como sociedad y levantar las posibilidades inmensas de nuestra tierra.
El acuerdo debe ser la convivencia en respeto a normas y diferencias, la vida siempre sobre la violencia, la destrucción y la muerte. La ruta es la paz y el progreso de la patria. (Francisco Arias Cárdenas) /[email protected]